«No necesitan médico los sanos, sino los enfermos. No he venido a llamar a justos, sino a pecadores» Mc 2,17.

«A ti te digo: levántate, toma tu camilla y vete a tu casa» Mc 2,11.

«Quiero; queda limpio» Mc 1,41.

«Vámonos a otra parte, a los pueblos cercanos, para predicar también allí; que para eso he venido». Mc 1,38.

«Sí, Señor, yo creo que tú eres el Cristo, el Hijo de Dios, el que tenía que venir al mundo» Jn 11,27.

«Este es mi hijo, el amado, mi predilecto» Mt 3,17.

«Al ver la estrella, se llenaron de inmensa alegría. Entraron en la casa, vieron al niño con María, su madre, y cayendo de rodillas, lo adoraron; después, abriendo sus cofres, le ofrecieron regalos: oro, incienso y mirra». Mt 2,10-11.

«Nadie puede atribuirse nada, si no se lo dan desde el cielo» Jn 3,27.

«Tú eres mi Hijo amado, mi predilecto» Mc 1,11.

«Yo te aseguro: verán el cielo abierto y a los ángeles de Dios subir y bajar sobre el Hijo del hombre» Jn 1,51.