«Pero ¿quién es éste que hasta el viento y el mar le obedecen?» Mc 4, 41.

«El reino de Dios se parece a un hombre que echa semilla en la tierra. Duerma o se levante, de noche o de día, el grano brota y crece, sin que él sepa cómo» Mc 4, 26-27.

«¿Acaso se trae una lámpara para ponerla debajo de un cajón o debajo de la cama? ¿No es para ponerla sobre candelero?» Mc 4, 21.

«Los otros son los que reciben la semilla en tierra buena, escuchan la Palabra, la aceptan y dan una cosecha del treinta o del sesenta o del ciento por uno». Mc 4, 20.

«La cosecha es abundante y los obreros pocos, rueguen, pues, al dueño del campo para que mande trabajadores para su cosecha. ¡Pónganse en camino!» Lc 10, 2.

«Vayan al mundo entero y proclamen el Evangelio a toda la creación. El que crea y se bautice, se salvará; el que se resista a creer, será condenado» Mc 16, 15-16.

«Vengan conmigo y los haré pescadores de hombres» Mc 1, 17.

«Miren, éstos son mi madre y mis hermanos. Porque el que haga la voluntad de Dios, ése es hermano, mi hermana y mi madre» Mc 3, 34-35.

En aquel tiempo, Jesús subió a la montaña, llamó a los que quiso y se fueron con él. E instituyó a Doce, para que estuvieran con él y para enviarlos a predicar con poder de expulsar demonios. Mc 3, 13-14.

Como había curado a muchos, todos los que sufrían de algo se le echaban encima para tocarlo. Mc 3, 10.