SÁBADO DE LA SEMANA XVIII DEL TIEMPO ORDINARIO – CICLO C

LECTIO DIVINA DEL SÁBADO DE LA SEMANA XVIII DEL TIEMPO ORDINARIO – CICLO C

«El que quiera servirme, que me siga, y donde esté yo, allí también estará mi servidor; a quien me sirva, el Padre lo premiará». (Jn 12, 26)

Oración inicial

Santo Espíritu de Dios, Amor del Padre y del Hijo, ilumínanos con tu sabiduría para que podamos comprender el mensaje que Jesús nos quiere comunicar en este día.

Espíritu Santo, otórganos la gracia para que la Palabra sea nuestra escuela de vida.

Madre Santísima intercede ante tu hijo Jesucristo por nuestra petición. Ave María Purísima, sin pecado concebida.

  1. Lectura

Lectura del santo evangelio según san Juan 12, 24-26

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Les aseguro que si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda infecundo; pero si muere, da mucho fruto. El que se ama a sí mismo se pierde, y el que se aborrece a sí mismo en este mundo se guardará para la vida eterna. El que quiera servirme, que me siga, y donde esté yo, allí también estará mi servidor; a quien me sirva, el Padre lo premiará».

Palabra del Señor.

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Hoy celebramos a San Lorenzo que soportó su martirio por amor a Nuestro Señor Jesucristo, revelando con su sacrificio el poder transformador de la fe cristiana, en la que los pobres materiales y espirituales son la opción fundamental de la acción de la Iglesia.

Nuestro Señor Jesucristo, con la semejanza del grano de trigo durante el proceso de germinación, señala que, para dar fruto, hay que morir a uno mismo.

No hay nadie que no se ame a sí mismo, pero siempre se debe poner a Dios en primer lugar, buscando el amor con rectitud, tal como San Lorenzo mártir.

  1. Meditación

Queridos hermanos: ¿cuál es el mensaje que Jesús nos transmite el día de hoy a través de su Palabra?

El servicio a Nuestro Señor Jesucristo es un camino que lleva a la gloria. San Agustín decía: “Imitar a Cristo en el servicio de nuestros semejantes, es otro modo de servirle a Él”.

Y es Nuestro Señor Jesucristo quien nos invita a servirle y a seguirle, para llegar a ser, no solo sus servidores, sino sus amigos y hermanos. El texto de hoy tiene una vinculación evangélica con el pasaje ubicado también en Juan, capítulo 15, versículos 13 al 16, en el que Jesús nos dice:

«Nadie tiene amor más grande que el que da su vida por sus amigos. Ustedes son mis amigos, si hacen lo que yo les mando. Ya no les llamo siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su señor: a ustedes los llamo amigos, porque todo lo que he oído a mi Padre se lo he dado a conocer».

Hermanos, meditando el pasaje evangélico de hoy, respondamos: ¿Cómo servimos a Nuestro Señor Jesucristo en nuestra vida diaria?

Que las respuestas a estas preguntas nos ayuden a purificar nuestro servicio y seguimiento a Nuestro Señor Jesucristo.

¡Jesús nos ama!

  1. Oración

San Lorenzo mártir, tú que estabas convencido de que el poder de Jesús es superior a cualquier sufrimiento, intercede ante la Santísima Trinidad para que nos otorgue la gracia de poner a Nuestro Señor Jesucristo en el primer lugar de nuestras vidas, ¡siempre!

Amado Jesús, tú que generaste la más hermosa respuesta de seguimiento de San Lorenzo mártir, despierta las vocaciones de seguimiento radical en todos, sea cual sea el estado de nuestras vidas.

Amado Jesús, te pedimos por el Papa Francisco, por los obispos, sacerdotes, diáconos, consagrados y consagradas, para que, a pesar de las fatigas y contrariedades que se presentan en sus ministerios, no desmayen nunca en llevar la Palabra a todos los confines de la tierra.

Amado Jesús, justo juez, acudimos a ti para implorar tu misericordia por todos los moribundos y todas las almas del purgatorio, especialmente, por aquellas que más necesitan tu infinita misericordia.

Madre Santísima, Reina de los ángeles, intercede ante la Santísima Trinidad por nuestras peticiones.

  1. Contemplación y acción

Hermanos: contemplemos a Dios con la lectura de una parte del salmo 111:

“Dichoso quien teme al Señor y ama de corazón sus mandatos. Su linaje será poderoso en la tierra, la descendencia del justo será bendita.

En su casa habrá riquezas y abundancia, su caridad es constante, sin falta. En las tinieblas brilla como una luz el que es justo, clemente y compasivo.

Dichoso el que se apiada y presta, y administra rectamente sus asuntos. El justo jamás vacilará, su recuerdo será perpetuo.

No temerá las malas noticias, su corazón está firme en el Señor. Su corazón está seguro, sin temor, hasta que vea derrotados a sus enemigos.

Reparte limosna a los pobres, su caridad es constante, sin falta, y alzará la frente con dignidad. El malvado, al verlo, se irritará, rechinará los dientes hasta consumirse. La ambición del malvado fracasará”.

Queridos hermanos: comprometámonos a servir a Nuestro Señor Jesucristo en nuestras actividades cotidianas, en nuestra familia, trabajo, comunidad y por donde vayamos; hagámoslo de manera especial a través de nuestros hermanos más necesitados espiritual y materialmente.

Glorifiquemos a Dios con nuestras vidas.

Oración final

Gracias Señor Jesús por tu Palabra de vida eterna.

Que el Espíritu Santo nos ilumine para que tu palabra penetre a lo más profundo de nuestras almas y se convierta en acción.

Dios glorioso, escucha nuestra oración, bendito seas por los siglos de los siglos.

Madre Santísima intercede ante la Santísima Trinidad por nuestra petición. Amén.