MARTES DE LA SEMANA XX DEL TIEMPO ORDINARIO – CICLO C

LECTIO DIVINA DEL MARTES DE LA SEMANA XX DEL TIEMPO ORDINARIO – CICLO C

«Y que todo aquel que por mi Nombre deje casa, hermanos o hermanas, padre o madre, mujer, hijos o tierras, recibirá cien veces más y heredará la vida eterna. Muchos primeros serán últimos y muchos últimos serán primeros» (Mt 19, 29-30)

Oración inicial

Santo Espíritu de Dios, Amor del Padre y del Hijo, ilumínanos con tu sabiduría para que podamos comprender el mensaje que Jesús nos quiere comunicar en este día.

Espíritu Santo, otórganos la gracia para que la Palabra sea nuestra escuela de vida.

Madre Santísima intercede ante tu hijo Jesucristo por nuestra petición. Ave María Purísima, sin pecado concebida.

  1. Lectura

Lectura del santo evangelio según san Mateo 19, 23-30

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «Les aseguro que difícilmente entrará un rico en el reino de los cielos. Lo repito: más fácil le es a un camello pasar por el ojo de una aguja, que a un rico entrar en el reino de Dios». Al oírlo los discípulos quedaron muy sorprendidos y dijeron: «Entonces, ¿quién puede salvarse?». Jesús, mirándolos fijamente, les dijo: «Para los hombres es imposible; pero para Dios, todo es posible».

Entonces Pedro le dijo: «Mira, nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido; ¿qué nos va a tocar?». Jesús les dijo: «Les aseguro que, en el mundo nuevo, cuando el hijo del hombre se siente en su trono de gloria, ustedes que me han seguido, también se sentarán en doce tronos para juzgar a las doce tribus de Israel. Y que todo aquel que por mi Nombre deje casa, hermanos o hermanas, padre o madre, mujer, hijos o tierras, recibirá cien veces más y heredará la vida eterna. Muchos primeros serán últimos y muchos últimos serán primeros».

Palabra del Señor.

———–

Hoy celebramos a San Bernardo, llamado “el cazador de almas y vocaciones”, que vivió entre los años 1090 y 1153. Religioso del Císter, consiguió que alrededor de 900 monjes hicieran su profesión religiosa. Para San Bernardo, el verdadero conocimiento de Dios se fundamenta en el encuentro personal con Nuestro Señor Jesucristo, experimentando su amor a través del prójimo.

Hoy culminamos la meditación del pasaje evangélico referido al joven rico, que se extiende desde el versículo 16 hasta el 30, en el capítulo 19 de Mateo. Hoy meditamos los versículos del 23 al 30; ayer meditamos los versículos 16 al 22. Recomendamos la lectura completa de este pasaje.

Recordemos que, en la lectura de ayer, el mandamiento más grande que Jesús le indicó al joven rico fue: «Si quieres ser perfecto, vende lo que tienes y da el dinero a los pobres – así tendrás un tesoro en el cielo – y luego, ven y sígueme».

El reparo del joven rico a vender sus bienes materiales, permite a Jesús comunicar una enseñanza respecto al apego a las riquezas materiales de este mundo y no a la gloria de la vida eterna. Nadie puede merecer la vida eterna manteniendo su corazón apegado a las riquezas perecederas.

Jesús describe las características del nuevo mundo para los apóstoles que dejaron todo para seguirlo.

  1. Meditación

Queridos hermanos: ¿cuál es el mensaje que Jesús nos transmite el día de hoy a través de su Palabra?

El apego a los bienes materiales es un serio obstáculo para seguir a Nuestro Señor Jesucristo, ya que va despertando la codicia y el egoísmo.

Por ello, siempre debemos estar atentos a la forma cómo usamos los bienes materiales, si realizamos gastos superfluos y si tenemos desapego a los bienes materiales.

Como meditamos ayer, cuántas veces Nuestro Señor Jesucristo pasa a nuestro lado y no lo advertimos porque la atención de nuestro corazón está en cosas pasajeras.

Hermanos: a la luz de la lectura y por nuestro deseo de heredar la vida eterna, conviene preguntarnos: ¿Valoramos más los bienes espirituales que los bienes materiales?

Hermanos, que las respuestas a esta pregunta nos ayuden a ser verdaderos discípulos de Nuestro Señor Jesucristo.

Jesús nos ama.

  1. Oración

Padre eterno, Padre Bueno, tú, que has preparado bienes inefables para los que te aman, infunde tu amor en nuestros corazones, para que te amemos por encima de todo y consigamos alcanzar tus promesas, que superan todo deseo humano.

Amado Jesús: otorga a los consagrados la fortaleza para que, aun en medio de las dificultades, sigan siendo fieles a su ministerio y continúen acercando más almas a tu Sacratísimo Corazón.

Amado Jesús, justo juez, acudimos a ti para implorar tu misericordia para que todas las almas del purgatorio hereden ya la vida eterna. Te suplicamos por ellos amado Jesús.

Espíritu Santo ilumina nuestros pensamientos y acciones para que estemos vigilantes ante cualquier tendencia materialista.

Madre Santísima, Madre de la Divina Gracia, intercede por nuestras peticiones ante la Santísima Trinidad. Amén.

  1. Contemplación y acción

Hermanos: contemplemos a Nuestro Dios con la lectura de una parte del salmo 84:

“Señor, has sido bueno con tu tierra, has restaurado la suerte de Jacob, has perdonado la culpa de tu pueblo, has sepultado todos sus pecados, has reprimido tu cólera, has frenado el incendio de tu ira.

Voy a escuchar lo que dice el Señor: “Dios anuncia la paz a su pueblo y a sus amigos y a los que se convierten de corazón”.

La salvación está ya cerca de sus fieles, y la gloria habitará en nuestra tierra; la fidelidad y la misericordia se encuentran, la justicia y la paz se besan; la fidelidad brota de la tierra, y la justicia mira desde el cielo; el Señor dará la lluvia y nuestra tierra dará su fruto.

La justicia marchará ante él, la salvación seguirá sus pasos”.

Queridos hermanos: hagamos el propósito de anunciar a Nuestro Señor Jesucristo a través de un uso sobrio de los bienes materiales y mediante la realización de obras de misericordia en favor de las personas más necesitadas material y espiritualmente.

Glorifiquemos a Dios con nuestras vidas.

Oración final

Gracias Señor Jesús por tu Palabra de vida eterna.

Que el Espíritu Santo nos ilumine para que tu palabra penetre a lo más profundo de nuestras almas y se convierta en acción.

Dios glorioso, escucha nuestra oración, bendito seas por los siglos de los siglos.

Madre Santísima intercede ante la Santísima Trinidad por nuestra petición. Amén.