MARTES DE LA SEMANA XXIV DEL TIEMPO ORDINARIO – CICLO C

LECTIO DIVINA DEL MARTES DE LA SEMANA XXIV DEL TIEMPO ORDINARIO – CICLO C

«Un gran profeta ha surgido entre nosotros. Dios ha visitado a su pueblo» Lc 7, 16.

Oración inicial

Santo Espíritu de Dios, Amor del Padre y del Hijo, ilumínanos con tu sabiduría para que podamos comprender el mensaje que Jesús nos quiere comunicar en este día.

Espíritu Santo, otórganos la gracia para que la Palabra sea nuestra escuela de vida.

Madre Santísima intercede ante tu hijo Jesucristo por nuestra petición. Ave María Purísima, sin pecado concebida.

  1. Lectura

Lectura del santo evangelio según san Lucas 7, 11-17

En aquel tiempo, Jesús se dirigió a una ciudad llamada Naín e iban con él sus discípulos y mucha gente. Cuando se acercaba a la entrada de la ciudad, resultó que sacaban a enterrar a un muerto, hijo único de su madre que era viuda; y mucha gente del pueblo la acompañaba. Al verla, el Señor tuvo compasión de ella y le dijo: «No llores». Y, acercándose al ataúd, lo tocó. Los que lo llevaban se detuvieron. Y Jesús dijo: «¡Joven, a ti te digo: levántate!». El muerto se incorporó y empezó a hablar; y Jesus se lo entregó a su madre. Y todos, sobrecogidos, daban gloria a Dios, diciendo: «Un gran profeta ha surgido entre nosotros. Dios ha visitado a su pueblo». Este hecho se divulgo por toda Judea y por toda la región vecina.

Palabra del Señor.

 

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La lectura de hoy se ubica luego del pasaje en el que Jesús sana al siervo del centurión. En el pasaje de hoy, a diferencia de la sanación del centurión, no existe ninguna persona que interceda para aliviar el dolor desgarrador de la viuda que ha perdido a su único hijo.

Es Jesús quien, con toda su divinidad, se compadece, consuela y restituye la vida al joven, hijo de la viuda de Naín. De esta manera, restituye también la vida de la viuda.

Ante el prodigio, la muchedumbre reconoce a Jesús como su “gran profeta” por medio del cual, “Dios ha visitado a su pueblo”.

La resurrección del hijo de la viuda de Naín es un anticipo de la resurrección de Nuestro Señor Jesucristo, que Dios Padre concede a la humanidad para aliviarla del dolor del pecado. De esta manera, Jesús nos ofrece una vida, la vida eterna, en la que la muerte ya no tiene poder.

  1. Meditación

Queridos hermanos: ¿cuál es el mensaje que Jesús nos transmite el día de hoy a través de su Palabra?

Cuando pasemos por alguna tribulación, no dudemos en acercarnos a Nuestro Señor Jesucristo. Él es muy sensible al dolor humano; se compadece de nosotros, nos consuela, nos purifica y nos restituye la vida, tal como lo hizo con la viuda de Naín.

Él siempre acude con prontitud y somos nosotros quienes tardamos en aceptar o nos negamos a recibir su ayuda y amor misericordioso.

Queridos hermanos, meditando la palabra de hoy, respondamos: ¿Cómo actuamos frente al dolor de las personas?

Hermanos, que las respuestas a esta pregunta nos ayuden a ser compasivos y misericordiosos con las personas con mayores necesidades espirituales y materiales.

Jesús nos ama.

  1. Oración

Amado Jesús, compasivo y misericordioso, haz que cada uno de nosotros nos dejemos encontrar por ti y que siempre acudamos a tu llamado a seguirte.

Amado Jesús, otórganos un corazón como el tuyo, compasivo y misericordioso, para superar la indiferencia ante el dolor humano y que nuestra compasión se convierta en acción solidaria.

Amado Señor Jesús, te suplicamos recibas en tu reino a nuestros hermanos difuntos y a las almas de las personas agonizantes.

¡Dulce Madre, María!, Madre de la Divina Gracia, intercede ante la Santísima Trinidad por nuestras peticiones.

  1. Contemplación y acción

Hermanos: contemplemos a Nuestro Señor Jesucristo a través de la lectura de una parte del salmo 100:

“Voy a cantar la bondad y la justicia, para ti es mi música, Señor; voy a explicar el camino perfecto: ¿Cuándo vendrás a mí?

Andaré con rectitud de corazón dentro de mi casa: no pondré mis ojos en intenciones viles. Aborrezco al que obra mal, no se juntará conmigo; lejos de mí el corazón torcido, no aprobaré al malvado.

Al que en secreto difama a su prójimo lo haré callar; ojos engreídos, corazones arrogantes, no los soportaré.

Pongo mis ojos en los que son leales, ellos vivirán conmigo; el que sigue un camino perfecto, ése me servirá.

No habitará en mi casa quien comete fraudes; el que dice mentiras no durará en mi presencia”.

Queridos hermanos: que las obras de misericordia en favor de las personas más necesitadas espiritual y materialmente, sean parte de nuestras actividades cotidianas. Pidamos que el Espíritu Santo nos proteja y nos conceda la gracia de fortalecer nuestra fe.

Glorifiquemos a Dios con nuestras vidas.

Oración final

Gracias Señor Jesús por tu Palabra de vida eterna.

Que el Espíritu Santo nos ilumine para que tu palabra penetre a lo más profundo de nuestras almas y se convierta en acción.

Dios glorioso, escucha nuestra oración, bendito seas por los siglos de los siglos.

Madre Santísima intercede ante la Santísima Trinidad por nuestra petición. Amén.