JUEVES DE LA SEMANA XXIX DEL TIEMPO ORDINARIO – CICLO C

LECTIO DIVINA DEL JUEVES DE LA SEMANA XXIX DEL TIEMPO ORDINARIO – CICLO C

«Yo he venido a prender fuego sobre la tierra, ¡y ojalá estuviera ya ardiendo! Tengo que pasar por un bautismo, ¡y qué angustia hasta que se cumpla! ¿Piensan ustedes que he venido a traer paz a la tierra? ¡No, sino división!» Lc 12, 49-51.

Oración inicial

Santo Espíritu de Dios, Amor del Padre y del Hijo, ilumínanos con tu sabiduría para que podamos comprender el mensaje que Jesús nos quiere comunicar en este día.

Espíritu Santo, otórganos la gracia para que la Palabra sea nuestra escuela de vida.

Madre Santísima intercede ante tu hijo Jesucristo por nuestra petición. Ave María Purísima, sin pecado concebida.

  1. Lectura

Lectura del santo evangelio según san Lucas 12, 49-53

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Yo he venido a prender fuego sobre la tierra, ¡y ojalá estuviera ya ardiendo! Tengo que pasar por un bautismo, ¡y qué angustia hasta que se cumpla! ¿Piensan ustedes que he venido a traer paz a la tierra? ¡No, sino división!

Desde ahora, una familia de cinco estará dividida: tres contra dos y dos contra tres; estarán divididos el padre contra el hijo y el hijo contra el padre, la madre contra la hija y la hija contra la madre, la suegra contra la nuera y a nuera contra la suegra».

Palabra del Señor.

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El pasaje evangélico de hoy está referido a las consecuencias que ocasiona la radicalidad del seguimiento a Nuestro Señor Jesucristo: división y conflictos. Esto porque algunos defenderán la fe a ultranza y otros la rechazarán, incluso con odio.

Nuestro Señor Jesucristo se encarnó en Nuestra Santísima Madre, la Virgen María, para traer el fuego de su amor divino a la tierra. En el camino a Jerusalén, Él mismo iba revelando el bautismo por el que tenía que pasar. Así mismo, describía los conflictos que generará en las familias porque algunos lo seguirán y otros no.

Jesús habla de su pasión y muerte como si fueran un fuego y un bautismo que allanan el camino para la salvación del mundo. Así mismo, Jesús sentía angustia porque se avecinaba su bautismo de sangre en la cruz.

En cuanto a la división que generará en las familias, Jesús nos señala que debemos amarlo a Él por encima de todo, incluso de nuestras familias.

  1. Meditación

Queridos hermanos: ¿cuál es el mensaje que Jesús nos transmite el día de hoy a través de su Palabra?

Nuestro Señor Jesucristo desea que el fuego de su amor divino nos inflame y que nosotros, de manera decidida y valiente, lo sigamos, por encima de cualquier amor humano, incluso el amor familiar. Para quienes hemos vivido una experiencia cercana del amor de Dios, podemos testimoniar que ningún amor terrenal puede compararse con la inmensidad del Amor de Dios, ¡ninguno!

En la actualidad apreciamos que la Palabra de Dios genera división; por un lado, hay quienes la aceptan plenamente y, por otro lado, hay quienes la rechazan.

Muchos de nosotros podemos dar testimonio personal de ello. Incluso, en nuestro interior, muchas veces nos sentimos atraídos fuertemente por las enseñanzas de Nuestro Señor Jesucristo. Pero, otras veces, no estamos dispuestos a cumplirlas. Así mismo, muchos de nosotros, laicos o consagrados, experimentamos el rechazo de algunos miembros de nuestra familia y amistades por haber decidido seguir a Jesucristo.

En la actualidad, el mayor rechazo a la fe cristiana opera a través de la promoción de modos de pensar y conductas que rechazan el amor de Dios; por ejemplo, la ideología de género, la promoción del aborto, los actos de corrupción y otros comportamientos.

Hermanos: meditando la lectura de hoy, respondamos: ¿experimentamos conflictos en nuestras vidas por seguir a Nuestro Señor Jesucristo? ¿Cómo enfrentamos los conflictos que se presentan por seguir a Jesús?

Hermanos: que las respuestas a estas preguntas nos ayuden seguir a Nuestro Señor Jesucristo y a defender con valentía nuestra fe ante los ataques de quienes la rechazan.

¡Jesús nos ama!

  1. Oración

Padre eterno: te pedimos por el papa Francisco, los obispos, sacerdotes y consagrados, para que, cargando la cruz de su servicio con amor, nos estimulen a permanecer firmes en el seguimiento a Nuestro Señor Jesucristo, en medio de las alegrías, tristezas y contrariedades de cada día.

Amado Jesús, manso y humilde de corazón, tú que conoces nuestras debilidades, te suplicamos que hagas nuestros corazones semejantes al tuyo.

Amado Jesús, haz que sintamos en nuestros corazones el fuego de tu amor divino y transformador.

Espíritu Santo: te pedimos que inspires siempre nuestros pensamientos, palabras y acciones, para dar testimonio de Nuestro Señor Jesucristo, especialmente, cuando nos encontremos en medio de los conflictos y tribulaciones.

Madre Santísima, Madre de la Divina Gracia, intercede ante la Santísima Trinidad por nuestras peticiones. Amén.

  1. Contemplación y acción

Hermanos: contemplemos al divino fuego de Nuestro Señor Jesucristo con la lectura de un aparte del sermón 71 de San Agustín:

«Entre las otras cosas que Juan Bautista dijo a los que vinieron a ser bautizados por él, está esta, en Mateo 3, versículo 11: “Yo los bautizo con agua en señal de arrepentimiento; pero detrás de mí viene uno con más autoridad que yo, y yo no soy digno de quitarle sus sandalias. Él los bautizará con Espíritu Santo y fuego”. También dijo el Señor, en Hechos 2, versículo 5: “Juan bautizó con agua, pero ustedes serán bautizados dentro de poco con Espíritu Santo”, en Pentecostés.

Cuando Juan Bautista dice fuego podría significar la tribulación que iban a padecer los creyentes por el Nombre de Cristo; pero no es extraño que el Espíritu Santo aparezca designado con el nombre de fuego. Y por eso, en su venida se dijo, en Hechos 2, versículo 3: “Aparecieron lenguas como de fuego, que descendieron por separado sobre cada uno de ellos”.

Por eso dijo también el Señor “Yo he venido a prender fuego sobre la tierra”. También el apóstol Pablo dice en Romanos 12, versículo 11: “Sirvan al Señor con celo incansable y con Espíritu fervoroso”. Pues por eso hierve la caridad: porque se derrama en nuestros corazones por el Espíritu Santo que se nos ha dado … La caridad perfecta es el don perfecto del Espíritu Santo».

Queridos hermanos: dejemos que el Espíritu Santo nos prepare, a través de la lectura orante de la Palabra, para estar fuertes y valientes en medio de las dificultades que se presentan en nuestras vidas, especialmente, cuando experimentemos el rechazo de nuestra fe.

Que el Pan de los ángeles sea nuestro alimento en la Santa Eucaristía; que la Adoración Eucarística fortalezca nuestro diálogo íntimo con Jesús y que nuestras obras de misericordia sean siempre el firme testimonio de nuestro seguimiento a Nuestro Señor Jesucristo.

Hermanos: glorifiquemos a Dios con nuestras vidas.

Oración final

Gracias Señor Jesús por tu Palabra de vida eterna.

Que el Espíritu Santo nos ilumine para que tu palabra penetre a lo más profundo de nuestras almas y se convierta en acción.

Dios glorioso, escucha nuestra oración, bendito seas por los siglos de los siglos.

Madre Santísima intercede ante la Santísima Trinidad por nuestra petición. Amén.