MIÉRCOLES DE LA SEMANA 3 DEL TIEMPO ORDINARIO – CICLO A

LECTIO DIVINA DEL MIÉRCOLES DE LA SEMANA 3 DEL TIEMPO ORDINARIO – CICLO A

«Hay otros que reciben la semilla entre espinos; estos son los que escuchan la Palabra, pero los afanes de la vida, la seducción de las riquezas y el deseo de todo lo demás los invaden, ahogan la Palabra, y se queda estéril. Los otros son los que reciben la semilla en tierra buena, escuchan la Palabra, la aceptan y dan una cosecha del treinta o del sesenta o del ciento por uno». Mc 4, 18-20.

 

Oración inicial

Santo Espíritu de Dios, Amor del Padre y del Hijo, ilumínanos con tus dones para que podamos comprender los tesoros de la sabiduría que Jesús nos quiere revelar en este día. Otórganos la gracia para meditar los misterios de la Palabra y revélanos sus más íntimos secretos.

Madre Santísima intercede ante la Santísima Trinidad por nuestra petición. Ave María Purísima, sin pecado concebida.

 

  1. Lectura

Lectura del santo evangelio según san Marcos 4, 1-20

En aquel tiempo, Jesús se puso a enseñar otra vez junto al lago. Una gran multitud de reunió junto a él, que tuvo que subirse a una barca y, ya en el mar, se sentó; y toda la multitud se quedó en tierra junto al lago. Él les enseñaba muchas cosas por medio de parábolas y esto era lo que les enseñaba:

«¡Escuchen! Salió un sembrador a sembrar; al sembrar, parte de la semilla cayó al borde del camino, vinieron los pájaros y se la comieron. Otra parte cayó en terreno pedregoso, donde no había mucha tierra; como la tierra no era profunda, brotó en seguida; pero cuando salió el sol, se quemó y, por falta de raíz, se secó. Otra parte cayó entre espinos; crecieron los espinos y la ahogaron, y no dio fruto. Otros granos cayeron en tierra fértil; nacieron, crecieron y dieron fruto; y la cosecha fue del treinta o del sesenta o del ciento por uno».

Y añadió: «El que tenga oídos para oír, que oiga».

Cuando se quedó a solas, los que le rodeaban y los Doce le preguntaban el sentido de las parábolas. Él les dijo: «A ustedes se les ha dado el misterio del Reino de Dios; en cambio, a los de afuera, todo se les presenta en parábolas, para que por mucho que “por más que miren, no vean; por más que oigan, no entiendan; a no ser que se conviertan y alcancen el perdón».

Y añadió: «¿No entienden esta parábola? ¿Cómo entonces van a entender las demás?

El sembrador siembra la Palabra. Hay algunos que están al borde del camino donde se siembra la Palabra; pero, en cuanto la escuchan, viene Satanás y se lleva la palabra sembrada en ellos. Hay otros que reciben la semilla como terreno pedregoso; al escuchar la Palabra, la acogen con alegría, pero no tienen raíces, son inconstantes, y cuando viene una dificultad o persecución a causa de la Palabra, en seguida sucumben.

Hay otros que reciben la semilla entre espinos; estos son los que escuchan la Palabra, pero los afanes de la vida, la seducción de las riquezas y el deseo de todo lo demás los invaden, ahogan la Palabra, y se queda estéril. Los otros son los que reciben la semilla en tierra buena, escuchan la Palabra, la aceptan y dan una cosecha del treinta o del sesenta o del ciento por uno».

Palabra del Señor.

 

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El pasaje evangélico de hoy integra la “Parábola del sembrador” con los textos denominados “Propósito de las parábolas” y “Explicación de la parábola del sembrador”. Este pasaje también se ubica en el capítulo 13 de Mateo, versículos del 1 al 23 y en el capítulo 8 de Lucas, versículos 4 al 15.

En la lectura, Jesús centra la atención en la calidad del terreno y en su rendimiento. Lo que se siembra en terreno pedregoso, con poca tierra, simboliza al que escucha la Palabra y acepta enseguida con alegría, pero dura poco porque no cala profundamente y decae con rapidez ante cualquier dificultad.

Lo sembrado entre espinas representa al que escucha la palabra, pero que es seducido por las tentaciones del mundo, que ahogan la Palabra y no dejan que de fruto.

En cambio, lo que se siembra en tierra fértil personifica al que escucha la Palabra, la comprende, la interioriza, la lleva a la práctica, y la enseña y comparte con los demás.

El texto intermedio, denominado “Propósito de las parábolas”, es de difícil interpretación debido a la respuesta desconcertante de Jesús, que pretende advertir el carácter misterioso del reino, que está presente, pero a la vez oculto, sujeto a la conversión y al perdón de los pecados.

 

  1. Meditación

Queridos hermanos: ¿cuál es el mensaje que Jesús nos transmite el día de hoy a través de su Palabra?

En el evangelio de hoy, Nuestro Señor Jesucristo, a través de la parábola del sembrador, nos hace saber que no basta con escuchar y aproximarse a su Palabra; nos dice que lo más importante es interiorizar sus enseñanzas sobre el Reino de Dios y llevarlas a la práctica; es decir, dar fruto.

La Palabra es verdaderamente una semilla, una semilla con potenciales brotes de gracias divinas. Nuestro Señor Jesucristo ha venido a sembrarla en nuestros corazones, a raudales, y nos llama a hacerla florecer, a madurar sus frutos y donarlos para extender el Reino de los cielos en nuestro entorno, en especial, a través de nuestros hermanos que experimentan tribulaciones.

Nuestro Señor Jesucristo explica las diferentes actitudes que muchas veces adoptamos ante la escucha y lectura de la Palabra. Por ello, es vital que, con la ayuda del Espíritu Santo, la hagamos germinar en nuestras vidas. Los frutos serán cuantiosos, tal como lo dijo Nuestro Señor Jesucristo: “Otros granos cayeron en tierra fértil; nacieron, crecieron y dieron fruto; y la cosecha fue del treinta o del sesenta o del ciento por uno”. Tres tipos de frutos y todos abundantes.

Hermanos: respondamos a la luz de la Palabra: ¿Cuál es la actitud que asumimos para leer y/o escuchar la Palabra de Dios? ¿Qué hacemos con la Palabra de Dios que ha sido sembrada en nuestros corazones? ¿Invocamos al Espíritu Santo para que nos ayude a entender y a extender la Palabra?

Que las respuestas a estas preguntas nos ayuden a leer y escuchar la Palabra, luego a entenderla, y después a producir el fruto abundante de sus enseñanzas en ciento, sesenta o treinta por uno.

¡Jesús nos ama!

 

  1. Oración

Amado Jesús, inspira con el Espíritu Santo a toda la Iglesia para que, siendo portadora eficaz de la semilla, que es tu Palabra, la haga florecer, y que sus frutos ayuden a extender el Reino de los cielos a toda la humanidad.

Amado Jesús: sembrador generoso, gracias por tu Palabra, gracias por tus enseñanzas y ejemplos. Señor: sólo tú tienes palabras de vida eterna.

Amado Jesús: concédenos, a través del Espíritu Santo, un sano entendimiento que nos ayude a interiorizar tu Palabra y llevarla a la práctica, liberando nuestro corazón de las pasiones y afanes mundanos.

Padre eterno, por tu inmenso amor y misericordia, concede a todos los difuntos de todo tiempo y lugar, la gracia de disfrutar del gozo eterno.

Madre Santísima, Madre de la Divina Gracia, Reina de la paz, intercede ante la Santísima Trinidad por nuestras peticiones. Amén.

 

  1. Contemplación y acción

Contemplemos al Señor con la lectura de una parte del salmo 18:

 

“La ley del Señor es perfecta y es descanso del alma; el precepto del Señor es fiel e instruye al ignorante; los mandamientos del Señor son rectos y alegran el corazón; la norma del Señor es límpida y da luz a los ojos.

La voluntad del Señor es pura y eternamente estable; los mandamientos del Señor son verdaderos y enteramente justos; más preciosos que el oro, más que el oro fino; más dulce que la miel de un panal que destila”.

 

Queridos hermanos: acerquémonos al buen sembrador, a Nuestro Señor Jesucristo, a través de su palabra. Meditemos sus enseñanzas e, invocando al Espíritu Santo, pidámosle la inspiración para llevarla a la práctica mediante obras de misericordia. Así mismo, alimentémonos con el pan del cielo en la Santa Eucaristía; no dejemos de alabar y rezar ante el Santísimo Sacramento, pidiendo la dulce intercesión de Nuestra Santísima Madre María.

Glorifiquemos a Dios con nuestras vidas.

 

Oración final

Gracias Señor Jesús por tu Palabra de vida eterna.

Que el Espíritu Santo nos ilumine para que tu palabra penetre a lo más profundo de nuestras almas y se convierta en acción.

Dios glorioso, escucha nuestra oración, bendito seas por los siglos de los siglos.

Madre Santísima intercede ante la Santísima Trinidad por nuestra petición. Amén.