LECTIO DIVINA DEL VIERNES DE LA SEMANA 3 DEL TIEMPO ORDINARIO – CICLO A
«El reino de Dios se parece a un hombre que echa semilla en la tierra. Duerma o se levante, de noche o de día, el grano brota y crece, sin que él sepa cómo. La tierra da el fruto por sí misma». Mc 4, 26-28.
Oración inicial
Santo Espíritu de Dios, Amor del Padre y del Hijo, ilumínanos con tus dones para que podamos comprender los tesoros de la sabiduría que Jesús nos quiere revelar en este día. Otórganos la gracia para meditar los misterios de la Palabra y revélanos sus más íntimos secretos.
Madre Santísima intercede ante la Santísima Trinidad por nuestra petición. Ave María Purísima, sin pecado concebida.
- Lectura
Lectura del santo evangelio según san Marcos 4, 26-34
En aquel tiempo, Jesús dijo a la gente: «El reino de Dios se parece a un hombre que echa semilla en la tierra. Duerma o se levante, de noche o de día, el grano brota y crece, sin que él sepa cómo. La tierra da el fruto por sí misma: primero los tallos, luego la espiga, después el grano. Cuando el grano está a punto, se mete la hoz, porque ha llegado la cosecha».
Dijo también: «¿Con qué podemos comparar el reino de Dios? ¿Qué parábola usaremos? Es como un grano de mostaza: al sembrarlo en la tierra es la semilla más pequeña, pero después de sembrada crece, y se hace más grande que todas las plantas del huerto y sus ramas se hacen tan grandes que las aves del cielo pueden cobijarse y anidar en ella».
Con muchas parábolas parecidas les exponía la palabra, acomodándose a su entender. Todo se lo exponía con parábolas, pero a sus discípulos se lo explicaba todo en privado.
Palabra del Señor.
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Hoy celebramos a San Juan Bosco, educador excepcional. Nació el 16 de agosto de 1815 en Castelnuovo de Asti. Fue dotado de inteligencia, memoria, voluntad y agilidad física poco comunes. Fue ordenado sacerdote en Turín en 1841.
Su pasión era la educación de los jóvenes, en especial, los más pobres y abandonados. Con la ayuda de su mamá Margarita, sin medios materiales y entre la persistente hostilidad de muchos, Don Bosco dio vida al Oratorio de San Francisco de Sales. Inventó una pedagogía que sería conocida en todo el mundo como el “método preventivo”, que se sustentaba en la religión, la razón y el amor. Para asegurar la continuidad de su obra, San Juan Bosco fundó la Pía Sociedad de San Francisco de Sales (los Salesianos) y las Hijas de María Auxiliadora (las Salesianas). San Juan Bosco murió el 31 de enero de 1888 y fue canonizado por Pío XI en 1934.
La bondad, inteligencia y todas las virtudes celestes de San Juan Bosco resplandecen a lo largo del pasaje evangélico de hoy que está integrado por dos parábolas: la “Parábola de la semilla que crece por sí misma” y la “Parábola de la semilla de mostaza”.
Jesús, con dos ejemplos agrícolas, resalta el proceso dinámico y asombroso del reino. Con la primera parábola destaca la fuerza vital del Espíritu en la humanidad, que crece progresivamente, en silencio, desapercibido, pues es Dios mismo quien lo hace crecer. Esto no niega la participación humana, pero antepone la voluntad y el amor de Dios.
En la segunda parábola, Jesús plantea el carácter paradójico del Reino de los cielos, asemejándolo a una semilla de mostaza que cuando crece tiene impactos formidables; de la misma manera, el Reino de los cielos no tiene fronteras, está disponible para todos.
- Meditación
Queridos hermanos: ¿cuál es el mensaje que Jesús nos transmite el día de hoy a través de su Palabra?
El proceso de germinación y desarrollo del Reino de los cielos posee el vigor interno de una semilla. No es el hombre el que hace germinar ni desarrollarse a la semilla, ni al reino, aunque las condiciones externas puedan favorecerlo, sino, es el vigor vital de que están dotados: el vigor de Dios.
San Pablo lo dice con claridad en la primera de Corintios, capítulo 3, versículos 5 y 6, cuando escribe: «¿Quién es Apolo y quién es Pablo? Ministros según lo que a cada uno ha dado el Señor… Yo planté, Apolo regó; pero quien dio crecimiento fue Dios».
Queridos hermanos, meditando la palabra de hoy, es conveniente que nos preguntemos: ¿Acogemos con ánimo la invitación que nos hace Nuestro Señor Jesucristo para trabajar en los asuntos del Reino de los cielos, confiando nuestros esfuerzos en el poder de Dios?
Hermanos, que las respuestas a esta pregunta nos impulsen a contribuir a que todos conozcan la vitalidad del Reino de Dios, en especial, los niños y jóvenes, presente y futuro de la humanidad.
¡Jesús nos ama!
- Oración
Padre eterno, que has suscitado en San Juan Bosco, presbítero, un padre y un maestro para los jóvenes, concédenos que, encendidos en su mismo fuego de caridad, podamos ganar almas para ti y solo a ti servirte.
Padre eterno, te pedimos por todos los jóvenes y adultos que están pasando momentos de desesperación, para que, a través de tu ayuda providente, encuentren a las personas que los alivien de sus tribulaciones en el Santísimo Nombre de Jesús.
Amado Jesús, te queremos pedir de manera especial por las familias del mundo, para que la Familia de Nazaret, de la cual formaste parte, sea el ejemplo universal. De la misma manera, te pedimos por la educación de los niños y jóvenes, para que sea el reflejo de tus enseñanzas y deje de lado toda ideología que contravenga los mandamientos del amor divino.
Amado Jesús: mira con bondad y misericordia a las almas del purgatorio, alcánzales la recompensa de la vida eterna en el cielo.
Hagamos ahora la Invocación de San Juan Bosco a María Auxiliadora, Nuestra Santísima Madre:
«Oh, María, Virgen poderosa; tú, magna e ilustre defensa de la Iglesia; tú, ayuda admirable de los cristianos; tú, terrible como ejército en orden de batalla; tú, que has destruido por ti sola todos los errores mundo, defiéndenos del enemigo en las angustias, en las luchas, en las necesidades y, en la hora de la muerte, acógenos en los gozos eternos. Amén».
- Contemplación y acción
Hermanos: contemplemos al Señor a través un escrito de San Juan Bosco:
«Dos son los engaños principales con los que el demonio intenta alejar a los jóvenes de la virtud. El primero es hacerles pensar que servir al Señor consiste en una vida melancólica y alejada de toda diversión y placer. No es así, queridos jóvenes. Deseo enseñaros un método de vida cristiana que puede poneros al mismo tiempo alegres y contentos, señalándoos cuáles son las verdaderas diversiones y los verdaderos placeres, a fin de que podáis decir con el santo profeta David: “Sirvamos al Señor con santa alegría”.
El otro engaño es la esperanza de vivir una larga vida con la comodidad de convertirse en la vejez o en la hora de la muerte. Llevad cuidado, hijos míos, pues muchos fueron engañados de este modo. ¿Quién nos asegura que llegaremos a viejos? Sería preciso llegar a pactos con la muerte para que nos espere hasta ese tiempo: ahora bien, la vida y la muerte están en manos del Señor, que puede disponer de ellas como le plazca.
Y si Dios os concediera larga vida, oíd la gran advertencia que os da: el camino que el hombre empieza en la juventud continúa en la vejez hasta la muerte. Y eso significa: que, si empezamos una buena vida ahora que somos jóvenes, buenos seremos en los años de la vejez, buena será nuestra muerte y principio de una felicidad eterna …
Queridos míos, os amo de todo corazón, y basta con que seáis jóvenes para que os ame más. Puedo aseguraros de que podéis encontrar muchos libros aconsejados por personas mucho más virtuosas y doctas que yo, pero difícilmente podréis encontrar a alguien que os ame más que yo en Jesucristo y desee más vuestra felicidad. Así pues, que el Señor esté siempre con vosotros y haga que, practicando estas pocas sugerencias, podáis llegar a salvar vuestras almas y aumentar así la gloria d Dios».
Queridos hermanos: hagamos el propósito de confiar nuestras fuerzas al poder de Dios y de ser tierra fértil para meditar la Palabra y ponerla en práctica. Invoquemos al Espíritu Santo para que nos conceda los dones que así lo permitan. Que nuestra oración por la niñez y juventud del mundo sea constante y diaria.
Glorifiquemos a Dios con nuestras vidas.
Oración final
Gracias Señor Jesús por tu Palabra de vida eterna.
Que el Espíritu Santo nos ilumine para que tu palabra penetre a lo más profundo de nuestras almas y se convierta en acción.
Dios glorioso, escucha nuestra oración, bendito seas por los siglos de los siglos.
Madre Santísima intercede ante la Santísima Trinidad por nuestra petición. Amén.