JUEVES DE LA SEMANA 1 DE CUARESMA – CICLO A

LECTIO DIVINA DEL JUEVES DE LA SEMANA 1 DE CUARESMA – CICLO A

«Pidan y se les dará, busquen y encontrarán, llamen y se les abrirá; porque quien pide recibe, quien busca encuentra y al que llama se le abre». Mt 7, 7-8.

Oración inicial

Santo Espíritu de Dios, Amor del Padre y del Hijo, ilumínanos con tus dones para que podamos comprender los tesoros de la sabiduría que Jesús nos quiere revelar en este día. Otórganos la gracia para meditar los misterios de la Palabra y revélanos sus más íntimos secretos.

Madre Santísima intercede ante la Santísima Trinidad por nuestra petición. Ave María Purísima, sin pecado concebida.

  1. Lectura

Lectura del santo evangelio según san Mateo 7, 7-12

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Pidan y se les dará, busquen y encontrarán, llamen y se les abrirá; porque quien pide recibe, quien busca encuentra y al que llama se le abre.

¿Quién de ustedes le pide su hijo pan, le dará una piedra? ¿Y si le pide pescado, le dará una serpiente? Pues si ustedes, que son malos, saben dar cosas buenas a sus hijos, ¡cuánto más el Padre que está en los cielos, dará cosas buenas a aquellos que se las piden!

Por tanto, todo traten a los demás como quieren que ellos los traten a ustedes; en esto consiste la Ley y los Profetas».

Palabra del Señor.

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El pasaje evangélico de hoy, que pertenece al Sermón de la Montaña, está compuesto por dos textos:

  • El primero, llamado “Perseverancia en la oración”, se encuentra también en el capítulo 11 de Lucas, entre los versículos 9 y 13. «Pidan y se les dará, busquen y encontrarán, llamen y se les abrirá». Con estas tres expresiones binarias, Jesús propone orar para obtener los favores del cielo y, con un paralelismo entre la acción humana y divina, presenta la respuesta amorosa y bondadosa de Dios Padre ante las peticiones de sus hijos.
  • El segundo texto es el denominado “La regla de oro”, que dice así: «Traten a los demás como quieren que ellos los traten a ustedes». Este fragmento se ubica también en el capítulo 6 de Lucas, en el versículo 31. Esta regla no es nueva, se encuentra en el código ético de todas las religiones y culturas, es una respuesta al sentimiento más profundo y universal del ser humano. Jesús incluye la “regla de oro” desde una perspectiva divina, que revoluciona y regula el comportamiento del ser humano al tomar como uno de sus fundamentos el infinito amor de Dios por la humanidad.
  1. Meditación

Queridos hermanos: ¿cuál es el mensaje que Jesús nos transmite el día de hoy a través de su Palabra?

Este texto nos invita a considerar el valor de la oración. La oración es la fuerza de todos los creyentes mediante la cual, en las tribulaciones, podemos pedir a nuestro Padre celestial, con confianza de hijos, la compasión y el alivio a nuestras necesidades.

Así mismo, mediante la oración, podemos pedir a Dios por nuestros hijos, por nuestros hermanos, por nuestra comunidad, por nuestro país y por la humanidad; y sumergirnos en un mar de infinita ternura y misericordia. También, podemos alabar y agradecer a Dios por todos los dones recibidos por tener un Padre tan bondadoso.

Hermanos: la Cuaresma es un tiempo de oración intensa, es un tiempo en que acrecentamos nuestro deseo de hacer por nuestros hermanos lo que nosotros queremos para nosotros.

Evitemos juzgar a nuestros hermanos, contribuyamos a mejorar nuestras realidades a partir de resaltar y potenciar las virtudes de nuestros hermanos y apelando a la corrección fraterna cuando sea necesaria. Todos tenemos virtudes y defectos, pero, en el Santísimo Nombre de Jesús, saquemos lo mejor de nosotros para superar los conflictos y alcanzar la realidad futura ansiada: la patria celestial.

Hermanos, meditando el pasaje evangélico de hoy, respondamos: ¿Cómo rezamos? ¿Cómo vivimos “la regla de oro”?

Que las respuestas a estas preguntas contribuyan a que seamos perseverantes en la oración y a vivir con autenticidad cristiana la “regla de oro”. Así mismo, que nos ayuden a tener plena confianza en Dios Padre y que comprendamos que, para cumplir con los mandamientos, no es suficiente nuestro esfuerzo humano, sino que la gracia de Dios es la que hace posible nuestros deseos.

¡Jesús nos ama!

  1. Oración

Amado Jesús, Verbo encarnado, te damos gracias por las palabras de vida eterna que nos has comunicado hoy. Tú nos enseñas a vivir como hijos de Dios Padre, en la confianza orante y en la fraternidad sincera.

Amado Jesús, no permitas que, después de escuchar tus enseñanzas, edifiquemos sobre otros fundamentos nuestra vida; profundiza, más bien, todavía más nuestras raíces en tu Palabra de vida eterna, para que, en nuestras alegrías y tribulaciones, podamos permanecer firmes y dar frutos abundantes de caridad y de paz.

Amado Jesús, te pedimos por los gobernantes del mundo entero, para que se preocupen y realicen acciones para satisfacer las necesidades de todas las personas, en especial, de las más necesitadas.

Amado Jesús, te suplicamos abras las puertas de tu Reino a los difuntos y protege a las almas de las personas agonizantes para que lleguen a contemplar tu rostro.

Madre Santísima, Bendita Tú, elegida desde siempre para ser santa e irreprochable ante el Señor por el amor, intercede ante la Santísima Trinidad por nuestras peticiones. Amén.

  1. Contemplación y acción

Contemplemos hermanos a Nuestro Señor Jesucristo que nos muestra la hermosura de la misericordia de Dios Padre, que no nos juzga, que solo nos pide que volvamos nuestro corazón a Él, con la confianza de hijos que esperan que su Padre amoroso solucione sus problemas y cubra sus carencias.

Somos pobres ante Dios, no tenemos méritos, es Nuestro Señor Jesucristo quien nos concede la gracia de hacernos herederos del cielo.

Pedimos tus gracias, Señor, para cumplir con fidelidad tus mandamientos. Buscamos descubrir la verdad que hay en tu sacratísimo corazón. Llamamos a tu puerta porque de ti procede todo bien y siempre nos darás cosas buenas. Te alabamos Señor por tu bondad y por tu amor sin límites, porque puedes encender la luz del cielo en nuestras almas.

Despertemos al amor de Dios, que nuestra vida sea agradable a sus ojos y nos configure con Nuestro Señor Jesucristo por su Santo Espíritu y, algún día, compartiremos ese Reino magnifico de su presencia, para la mayor gloria de Dios.

Contemplemos al Señor con la lectura de un escrito del padre Pablo Cervera Barranco:

«Decía San Juan Crisóstomo: “La oración es un arma poderosa, un tesoro indefectible, una riqueza inagotable, un puerto al amparo de las tempestades, un depósito de calma; la oración es la raíz, la fuente y la madre de bienes innumerables… Pero la oración de la que hablo no es mediocre, ni negligente; es una oración ardiente, surge de la aflicción del alma y del esfuerzo del espíritu. He aquí la oración que sube hasta el cielo… ¡Si contarles a hombres tus desgracias personales y describirles las pruebas que te golpearon aporta algún alivio a tus penas, como si a través de las palabras surgiera una brisa refrescante, con más razón si das parte a tu Señor de los sufrimientos de tu alma encontrarás en abundancia alivio y consuelo!”.

La oración nos acerca a Dios, la necesidad hace que él nos atraiga. Cuando oramos, no debe inquietarnos que Dios nos escuche. Eso sucede al dirigirnos a los hombres. Dios, en cambio, conoce nuestras necesidades y con la oración nos elevamos a él. Por eso, la cercanía a él y la intimidad hacen confiada nuestra plegaria, tal como lo decía Santo Tomás de Aquino. La bondad divina hacia cada una de sus criaturas, hacia cada hombre, es la palanca de la oración. Dios no es un ente abstracto, lejano, sino un Padre que tiene corazón. Ese es el motivo último de nuestro abandono y confianza en él a través de la oración.

 

Señor, para el día de hoy y en adelante, hacemos el propósito de dirigir nuestras oraciones de agradecimiento, de perdón y de petición, confiando que tú que nos escuchas y nos concederás tus favores de acuerdo con tu voluntad.

Señor, nos comprometemos también a tratar a los demás como deseo que ellos nos traten, a evitar todo lo que les pueda ofender, siempre en clara observancia de tus santos mandamientos.

Para el día de hoy, hagamos el propósito de meditar la oración del Padrenuestro y a orar por nuestros hermanos más necesitados, realizando, a la vez, obras de caridad.

Glorifiquemos a Dios con nuestras vidas.

Oración final

Gracias Señor Jesús por tu Palabra de vida eterna.

Que el Espíritu Santo nos ilumine para que tu palabra penetre a lo más profundo de nuestras almas y se convierta en acción.

Dios glorioso, escucha nuestra oración, bendito seas por los siglos de los siglos.

Madre Santísima intercede ante la Santísima Trinidad por nuestra petición. Amén.