MIÉRCOLES DE LA SEMANA 3 DE PASCUA – CICLO A

LECTIO DIVINA DEL MIÉRCOLES DE LA SEMANA 3 DE PASCUA – CICLO A

MEMORIA OBLIGATORIA DE SANTA CATALINA DE SIENA, VIRGEN Y DOCTORA DE LA IGLESIA

«Esta es la voluntad de mi Padre: que todo el que ve al Hijo y cree en Él, tenga vida eterna y yo lo resucitaré en el último día». Jn 6, 40.

Oración inicial

Santo Espíritu de Dios, Amor del Padre y del Hijo, ilumínanos con tus dones para que podamos comprender los tesoros de la sabiduría que Jesús nos quiere revelar en este día. Otórganos la gracia para meditar los misterios de la Palabra y revélanos sus más íntimos secretos.

Madre Santísima intercede ante la Santísima Trinidad por nuestra petición. Ave María Purísima, sin pecado concebida.

  1. Lectura

Lectura del santo evangelio según san Juan 6, 35-40

En aquel tiempo Jesús dijo a la gente: «Yo soy el pan de vida. El que venga a mí, no tendrá hambre, y el que cree en mí, nunca tendrá sed. Pero, como les he dicho, me han visto y no creen. Todo lo que me da el Padre vendrá a mí, y al que venga a mí no lo echaré fuera; porque he bajado del cielo, no para hacer mi voluntad, sino la voluntad del que me envió. Esta es la voluntad del que me envió: que no pierda nada de lo que él me ha dado, sino que lo resucite el último día. Esta es la voluntad de mi Padre: que todo el que ve al Hijo y cree en Él, tenga vida eterna y yo lo resucitaré en el último día».

Palabra del Señor.

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Catalina Benincasa nació en la ciudad de Siena, en Italia, el 25 de marzo de 1347. Desde niña se destacó por su inteligencia, valentía y religiosidad. Tras la muerte de su hermana en 1362, decidió no contraer matrimonio y ser laica dominica. En 1370 vivió la «muerte mística»: pidió a Cristo que le cambiara el corazón. Desde entonces, su intensa vida de oración se juntó con la atención a los pobres y enfermos.

A pesar de su escasa formación intelectual se sumergió en las profundidades de la mística cristiana. Fue una apasionada predicadora de la cruz. Su libro “Diálogo” refleja su espiritualidad. Falleció en Roma el 29 de abril de 1380, a los 33 años. Fue canonizada por el Papa Pío II en 1461.

La lectura de hoy, como la de ayer, forma parte también del discurso eucarístico de Jesús, que comprende los versículos del 22 al 59, del capítulo 6 del evangelio de San Juan. Recomendamos leer todo el conjunto de textos para lograr una mejor comprensión del sentido eucarístico de las expresiones de Jesús.

En el pasaje evangélico de hoy, versículos 35 al 40, Jesús se presenta como el pan de vida, como el enviado de Dios Padre que viene al mundo, no para hacer su voluntad, sino para realizar la voluntad de quien lo ha enviado. Nuevamente, Jesús reafirma su plena identidad con Dios Padre.

Así mismo, Jesús hace un llamado a seguirlo y promete, a quienes lo sigan, la vida eterna y la resurrección en el último día, por voluntad de Dios Padre en su infinita misericordia.

  1. Meditación

Queridos hermanos: ¿cuál es el mensaje que Jesús nos transmite el día de hoy a través de su Palabra?

Sigamos el consejo de Santa Catalina de Siena, cuya valentía y optimismo eran gracias que Dios le regaló: “Empieza siendo valiente en todo. Expulsa las tinieblas y difunde la luz. No mires tus debilidades. Comprende que en Cristo crucificado puedes hacerlo todo”.

Muchos de los que vivieron en el tiempo de Jesús, lo vieron, lo escucharon, pero no creyeron; nosotros no lo hemos visto como ellos, pero creemos y así Nuestro Señor Jesucristo nos promete la vida eterna. La referencia al texto de hoy nos recuerda la expresión de Jesús a Tomás: «Porque has visto has creído, bienaventurados los que creen sin haber visto».

Hermanos, la fe no es un hecho fortuito, es una gracia que debemos pedir al cielo y tener la plena disposición para que Dios Padre nos la otorgue, tal como lo afirma Nuestro Señor Jesucristo en el versículo 39: «Que no pierda nada de lo que Él me ha dado, sino que lo resucite en el último día».

Hermanos, Jesús nos otorga el verdadero alimento a través de su palabra y de la Eucaristía, en la que, por acción del Espíritu Santo, Jesús se hace presente de manera verdadera, real y sustancial, por la conversión del pan y el vino en su cuerpo y en su sangre, mediante el maravilloso proceso de la transubstanciación. Por ello, la continua comunión sacramental o espiritual, en la situación actual, preserva nuestro espíritu para la vida eterna.

Queridos hermanos, reflexionando en la intimidad de nuestros corazones, respondamos: ¿De qué “tamaño” es nuestra fe? ¿Cómo puedo vivir más intensamente la Eucaristía?

Hermanos, que las respuestas a estas preguntas nos ayuden a acudir confiadamente a Jesús, a creer en Él y a aceptar su alimento de vida eterna.

¡Jesús nos ama!

  1. Oración

Oh, Dios, que inflamaste de amor divino a Santa Catalina de Siena en la contemplación de la Pasión de Nuestro Señor Jesucristo y en el servicio a tu Iglesia, concede a tu pueblo, por su intercesión, que, unido al misterio de Cristo, se alegre siempre por la manifestación de su gloria.

Santísima Trinidad, Dios Padre, Dios Hijo, Dios Espíritu Santo, pedimos las gracias para aumentar nuestra fe en la Palabra, en la Santa Eucaristía y sentir necesidad plena de ti en nuestras vidas.

Padre eterno cuéntanos entre tus elegidos y entréganos a Jesús para que no nos extraviemos y seamos resucitados por Él en el último día.

Amado Jesús, recibe en tu reino, por tu infinita misericordia, a las almas de nuestros hermanos que han partido a tu presencia sin el auxilio espiritual.

Madre Celestial, Madre de la Divina Gracia, Madre del amor hermoso, intercede ante la Santísima Trinidad por nuestras peticiones.

  1. Contemplación y acción

Repitamos durante el día de hoy y procuremos que queden selladas en nuestro corazón estas dos maravillosas expresiones de Jesús:

«Yo soy el pan de vida. El que venga a mí, no tendrá hambre, y el que cree en mí, nunca tendrá sed».

«Esta es la voluntad de mi Padre: que todo el que ve al Hijo y cree en Él, tenga vida eterna y yo lo resucitaré en el último día», dice el Señor.

Amado Jesús, nos comprometemos a participar más continuamente de la Eucaristía sacramental o espiritualmente, invitando a nuestros hermanos a sentir la experiencia de Cristo resucitado, comunicándoles el infinito amor que nos tienes a cada uno.

Glorifiquemos a Dios con nuestras vidas.

Oración final

Gracias Señor Jesús por tu Palabra de vida eterna.

Que el Espíritu Santo nos ilumine para que tu palabra penetre a lo más profundo de nuestras almas y se convierta en acción.

Dios glorioso, escucha nuestra oración, bendito seas por los siglos de los siglos.

Madre Santísima intercede ante la Santísima Trinidad por nuestra petición. Amén.