CUARTO DOMINGO DE PASCUA – CICLO A

LECTIO DIVINA DEL CUARTO DOMINGO DE PASCUA – CICLO A

«Yo soy la puerta: quien entra por mí se salvará y podrá entrar y salir, y encontrará pastos. El ladrón no entra sino para robar y matar y destruir; yo he venido para que tengan vida y la tengan en abundancia». Jn 10, 9.

Oración inicial

Santo Espíritu de Dios, Amor del Padre y del Hijo, ilumínanos con tus dones para que podamos comprender los tesoros de la sabiduría que Jesús nos quiere revelar en este día. Otórganos la gracia para meditar los misterios de la Palabra y revélanos sus más íntimos secretos.

Madre Santísima intercede ante la Santísima Trinidad por nuestra petición. Ave María Purísima, sin pecado concebida.

  1. Lectura

Lectura del santo evangelio según san Juan 10, 1-10

En aquel tiempo, dijo Jesús: «Les aseguro que el que no entra por la puerta en el corral de las ovejas, sino que salta por otra parte, ése es ladrón y bandido; pero el que entra por la puerta es pastor de las ovejas. A éste le abre el guardián, y las ovejas escuchan su voz y él va llamando por su nombre a las ovejas y las saca fuera. Cuando ha sacado todas las suyas, va delante de ellas, y las ovejas le siguen, porque conocen su voz; a un extraño no lo seguirán, sino que huirán de él, porque no conocen la voz de los extraños».

Jesús les puso esta comparación, pero ellos no entendieron qué les hablaba. Por eso añadió Jesús: «Les aseguro que yo soy la puerta de las ovejas. Todos los que han venido antes de mí son ladrones y bandidos; pero las ovejas no los escucharon. Yo soy la puerta: quien entra por mí se salvará y podrá entrar y salir, y encontrará pastos. El ladrón no entra sino para robar y matar y destruir; yo he venido para que tengan vida y la tengan en abundancia».

Palabra del Señor.

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El pasaje evangélico del día de hoy es la parte inicial del texto denominado “Jesús, el Buen Pastor” que se extiende hasta el versículo 21 y que describe magistralmente la imagen de Jesús como el Buen Pastor.

En el texto de hoy, versículos 1 al 10, la lógica divina de Jesús es clara, Él es el Buen Pastor, Él es la puerta de entrada, por ello, el amor a Dios y al prójimo constituyen acciones prioritarias en nuestras vidas.

De todas las figuras que se aplican a Jesús en las Sagradas Escrituras, la del pastor es una de las más profundas e inspiradoras. Hay otras que realzan su gloria y majestad, pero ninguna como ésta expresa la ternura y solicitud divinas en favor de toda la humanidad.

Jesús señala claramente que, cuando lo reconocemos a Él como el Buen Pastor, otras voces extrañas y alejadas de su amor no nos apartarán de sus preceptos.

  1. Meditación

Queridos hermanos: ¿cuál es el mensaje que Jesús nos transmite el día de hoy a través de su Palabra?

En la actualidad, muchos en el mundo se conducen como “ovejas sin pastor” y están a merced de la oscuridad. La ausencia o la fragilidad de la fe convierte a muchos hermanos en seguidores de ideologías y conductas que ofenden a Dios.

En medio de todo el ruido del mundo, Jesús es el Pastor que nos llama por nuestro nombre, nos conduce y nos instruye a través de su Palabra y de los sacramentos. Él, con el amor del Espíritu Santo, también nos protege de las asechanzas del enemigo y nos prepara para la vida eterna.

Imitar la humildad de Jesús, escuchar y meditar su palabra para llevarla a la acción, y vivir plenamente los sacramentos, son acciones fundamentales en las que podemos sustentar nuestras vidas.

Hermanos, meditando el llamado al seguimiento que nos hace Jesús en esta lectura, respondamos de corazón: ¿Reconocemos a Jesús como nuestro pastor? ¿Nos dejamos conducir por sus palabras de vida eterna?

Hermanos, que las respuestas a estas preguntas nos ayuden a confiar en Jesús, el Buen Pastor, a creer en Él y a seguirle mediante obras de misericordia, especialmente, en estos momentos.

¡Jesús nos ama!

  1. Oración

Amado Jesús, con plena disposición para seguirte, te pedimos que el Espíritu Santo nos mantenga siempre atentos para escuchar tu voz y dejarnos guiar por ti. Llámanos cuando nos desviemos del camino, guíanos cuando nos extraviemos y podamos regresar a ti.

Amado Jesús, te pedimos por el Papa, los obispos, los sacerdotes y diáconos, para que puedan acompañar al rebaño con el amor de un buen pastor.

Madre Santísima, Madre del Salvador, Madre de la Divina Gracia, intercede ante la Santísima Trinidad por nuestras peticiones. Amén.

  1. Contemplación y acción

Queridos hermanos: contemplemos a Nuestro Señor Jesucristo como el Pastor que cuida de sus ovejas, que somos nosotros, con la lectura de una parte del salmo 22:

«El Señor es mi pastor, nada me falta; en verdes praderas me hace recostar; me conduce hacia fuentes tranquilas y repara mis fuerzas; me guía por el sendero justo, por el honor de su nombre.

Aunque camine por cañadas oscuras, nada temo, porque tú vas conmigo: tu vara y tu cayado me sosiegan».

Hermanos: abramos los ojos del espíritu y de la fe, y contemplemos a Jesús, el Buen Pastor, con un sermón de Pedro Crisólogo:

«Cuando llega el tiempo de la brisa de primavera, cuando en los campos, en los prados, en los caminos empiezan a esparcir una abundante prole los rebaños fecundos, el buen pastor, corriendo de manera ansiosa de aquí para allá, busca, reúne y recoge los tiernos corderos y los lleva alegre en tomo al cuello, sobre los hombros, en los brazos, para ponerlos a todos a salvo, para llevarlos a rediles seguros.

Aquel que es el único bueno, el único pastor, el único Pastor de los pastores, “ofrece la vida por sus ovejas” (Jn 10,15). Cuando ve que acecha el peligro sobre las ovejas, ese pastor, al no poder defender al rebaño, prefiere morir antes que ver que se produce daño a sus ovejas.

El pastor no se alejó de las ovejas ni las abandonó a los lobos, aunque las entregara a los lobos, les concedió aplastar a los salteadores de tal suerte que vivan después de haber muerto, resucitar, aunque hayan sido desgarradas, brillar con la púrpura real, bautizadas en su sangre. Así, el buen pastor, cuando ofreció su vida por las ovejas, no las perdió; protegió a las ovejas, no las dejó, sino que las transformó. A través del camino de la muerte las llamó y las condujo a los pastos de la vida».

Queridos hermanos: dispongamos nuestro corazón para seguir al Buen Pastor en nuestras vidas, en los buenos momentos y en las tribulaciones, reconociendo su amor y misericordia, y renovando nuestras fuerzas a través de los santos sacramentos, en especial, en la Eucaristía y mediante la lectura meditada de su Palabra de vida eterna. Que este período de aislamiento social nos acerque más a la reflexión y a la Eucaristía, aun de forma virtual.

Glorifiquemos a Dios con nuestras vidas.

Oración final

Gracias Señor Jesús por tu Palabra de vida eterna.

Que el Espíritu Santo nos ilumine para que tu palabra penetre a lo más profundo de nuestras almas y se convierta en acción.

Dios glorioso, escucha nuestra oración, bendito seas por los siglos de los siglos.

Madre Santísima intercede ante la Santísima Trinidad por nuestra petición. Amén.