MARTES DE LA SEMANA XV DEL TIEMPO ORDINARIO – CICLO A

LECTIO DIVINA DEL MARTES DE LA SEMANA XV DEL TIEMPO ORDINARIO – CICLO A

FIESTA DE SAN FRANCISCO SOLANO

«Vayan al mundo entero y proclamen el Evangelio a toda la creación». Mc 16, 15.

Oración inicial

Santo Espíritu de Dios, Amor del Padre y del Hijo, ilumínanos con tus dones para que podamos comprender los tesoros de la sabiduría que Jesús nos quiere revelar en este día. Otórganos la gracia para meditar los misterios de la Palabra y revélanos sus más íntimos secretos.

Madre Santísima intercede ante la Santísima Trinidad por nuestra petición. Ave María Purísima, sin pecado concebida.

  1. Lectura

Lectura del santo evangelio según san Marcos 16, 15-20

En aquel tiempo, se apareció Jesús a los Once y les dijo: «Vayan por todo el mundo proclamando el Evangelio a toda la creación. El que crea y se bautice se salvará; el que se resista a creer será condenado.

A los que crean, los acompañará estos signos: echarán demonios en mi nombre, hablarán lenguas nuevas, cogerán serpientes en sus manos y, si beben un veneno mortal, no les hará daño. Impondrán sus manos a los enfermos, y quedarán sanos».

Después de hablarles, el Señor Jesús subió al cielo y se sentó la derecha de Dios. Ellos se fueron a pregonar el Evangelio por todas partes, y el Señor los asistía confirmando la palabra con las señales que la acompañaban.

Palabra de Dios. Gloria a ti Señor Jesús.

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Hoy celebramos la fiesta de San Francisco Solano, llamado “el Taumaturgo del nuevo mundo” por la cantidad de milagros y prodigios que Dios realizó a través de él. Nació en 1549, en Andalucía, España. Estudió con los jesuitas, pero se hizo franciscano. Recorrió el continente americano durante veinte años.

Los últimos años de su vida los pasó en Lima. El 14 de julio de 1610, una bandada de pajarillos entró cantando a su habitación y el Padre Francisco exclamó: «Que Dios sea glorificado», y expiró. Fue canonizado por Benedicto XIII el 27 de diciembre de 1726.

El pasaje evangélico de hoy está compuesto por dos segmentos: el primero se denomina “Misión de los discípulos”, entre los versículos 15 y 18, en el que resplandece el ministerio de San Francisco Solano. El segundo está referido a la “Ascensión de Jesús”, entre los versículos 19 y 20.

El evangelio de San Marcos llega a su fin. En este texto nos relata la última aparición de Jesús antes de ascender al cielo. Jesús envía a los discípulos a extender el mensaje de salvación por todo el mundo; los que acojan dicho mensaje experimentarán una nueva vida, llena de amor, fraternidad y esperanza. La proclamación del Evangelio constituye, para el cristiano, un deber primario, esencial.

  1. Meditación

Queridos hermanos: ¿cuál es el mensaje que Jesús nos transmite el día de hoy a través de su Palabra?

En la lectura de hoy destaca la incredulidad de los discípulos. Sin embargo, Nuestro Señor Jesucristo sigue confiando y contando con ellos para la misión universal de proclamar el Evangelio a toda la creación.

De manera similar, en la actualidad, pese a que muchas veces cada uno de nosotros transita por momentos de incredulidad, Nuestro Señor Jesucristo sigue confiando en nosotros para la extensión del Reino de los cielos.

La incredulidad ha permitido que el mundo adopte conductas que ofenden a Dios, como el aborto, la eutanasia, la ideología de género, la promoción sutil de la sexualidad por encima de los valores cristianos, así como muchos otros comportamientos inspirados por la oscuridad.

Hoy más que nunca, en este momento de reflexión universal, todos debemos ser protagonistas de un proceso de transformación y conversión de toda la humanidad. Proclamemos el Evangelio con nuestras vidas, con humildad y valentía.

Hermanos: a la luz de la Palabra, respondamos: ¿Proclamamos el Evangelio a través de nuestras vidas? ¿Nuestra forma de vivir comunica la paz y la esperanza que Nuestro Señor Jesucristo nos otorga a través de su Santo Espíritu?

Que las respuestas a esta pregunta nos ayuden a proclamar el Evangelio a través de nuestras acciones cotidianas, en nuestra familia, en la comunidad, en nuestros trabajos, en el país y, como ciudadanos globales, en la humanidad.

¡Jesús nos ama!

  1. Oración

Padre eterno, que por medio del presbítero san Francisco Solano llevaste a muchos pueblos de América al seno de tu Iglesia, por sus méritos e intercesión, míranos con bondad y atrae hacia ti a los pueblos que todavía no te reconocen.

Señor Jesús, te pedimos el auxilio de tu Santo Espíritu para fortalecer nuestra fe y que, a pesar de nuestras debilidades y tribulaciones, nunca nos desalentemos y miremos siempre con esperanza nuestro futuro y el futuro de la humanidad. Que el Espíritu Santo, dirija y santifique nuestros pensamientos, palabras y obras, y nos haga dóciles a sus inspiraciones.

Señor Jesús, fortalece el espíritu y el corazón de los misioneros y fortalece las vocaciones de quienes desean entregar su vida a proclamar el evangelio a toda la humanidad.

Amado Jesús, te pedimos por quienes rigen los destinos de las naciones, para que cumplan su misión con espíritu de justicia y con amor, para que haya paz, salud y concordia entre los pueblos.

Amado Jesús, que nuestros hermanos difuntos, que encomendamos a tu misericordia, se alegren en tu reino.

Madre Celestial, Madre de la Divina Gracia, Reina de los ángeles, intercede ante la Santísima Trinidad por nuestras peticiones.

  1. Contemplación y acción

Contemplemos a Dios con un segmento de la Carta a Diogneto ubicado en el Codex Argentoratensis:

«Los cristianos no se distinguen de los demás hombres, ni por el lugar en que viven, ni por su lenguaje, ni por sus costumbres. Ellos, en efecto, no tienen ciudades propias, ni utilizan un hablar insólito, ni llevan un género de vida distinto. Su sistema doctrinal no ha sido inventado gracias al talento y especulación de hombres estudiosos, ni profesan, como otros, una enseñanza basada en autoridad de hombres …

Viven en la carne, pero no según la carne. Viven en la tierra, pero su ciudadanía está en el Cielo. Obedecen las leyes establecidas, y con su modo de vivir superan estas leyes. Aman a todos, y todos los persiguen. Se los condena sin conocerlos. Se les da muerte, y con ello reciben la vida. Son pobres, y enriquecen a muchos; carecen de todo, y abundan en todo. Sufren la deshonra, y ello les sirve de gloria; sufren detrimento en su fama, y ello atestigua su justicia. Son maldecidos, y bendicen; son tratados con ignominia, y ellos, a cambio, devuelven honor. Hacen el bien, y son castigados como malhechores; y, al ser castigados a muerte, se alegran como si se les diera la vida …

Para decirlo en pocas palabras: los cristianos son en el mundo lo que el alma es en el cuerpo. El alma, en efecto, se halla esparcida por todos los miembros del cuerpo; así también los cristianos se encuentran dispersos por todas las ciudades del mundo. El alma habita en el cuerpo, pero no procede del cuerpo; los cristianos viven en el mundo, pero no son del mundo. El alma invisible está encerrada en la cárcel del cuerpo visible; los cristianos viven visiblemente en el mundo, pero su religión es invisible».

Queridos hermanos: invocando siempre la inspiración y la protección del Espíritu Santo, vivamos la presencia invisible y trascendente de Nuestro Señor Jesucristo, y proclamemos el Evangelio a través de obras de misericordia en favor de aquellos hermanos más necesitados material y espiritualmente.

Glorifiquemos a Dios con nuestras vidas.

Oración final

Gracias Señor Jesús por tu Palabra de vida eterna.

Que el Espíritu Santo nos ilumine para que tu palabra penetre a lo más profundo de nuestras almas y se convierta en acción.

Dios glorioso, escucha nuestra oración, bendito seas por los siglos de los siglos.

Madre Santísima intercede ante la Santísima Trinidad por nuestra petición. Amén.