MIÉRCOLES DE LA SEMANA XV DEL TIEMPO ORDINARIO – CICLO A

LECTIO DIVINA DEL MIÉRCOLES DE LA SEMANA XV DEL TIEMPO ORDINARIO – CICLO A

MEMORIA OBLIGATORIA DE SAN BUENAVENTURA, OBISPO Y DOCTOR DE LA IGLESIA

«Te doy gracias, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos, y se las has revelado a los pequeños». Mt 11, 25.

Oración inicial

Santo Espíritu de Dios, Amor del Padre y del Hijo, ilumínanos con tus dones para que podamos comprender los tesoros de la sabiduría que Jesús nos quiere revelar en este día. Otórganos la gracia para meditar los misterios de la Palabra y revélanos sus más íntimos secretos.

Madre Santísima intercede ante la Santísima Trinidad por nuestra petición. Ave María Purísima, sin pecado concebida.

  1. Lectura

Lectura del santo evangelio según san Mateo 11, 25-27

En aquel tiempo, Jesús exclamó: «Te doy gracias, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos, y se las has revelado a los pequeños. Sí, Padre, así te ha parecido bien.

Todo me lo ha entregado mi Padre, y nadie conoce al Hijo sino el Padre, y nadie conoce al Padre sino el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar».

Palabra de Dios. Gloria a ti Señor Jesús.

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Hoy celebramos a San Buenaventura, obispo y doctor de la Iglesia. Nació en Bañoreal, cerca de Vitervo, en Italia, en 1221.

Se llamaba Juan, pero dicen que cuando era muy pequeño enfermó gravemente y su madre lo presentó a San Francisco, el cual acercó al niñito de cuatro meses a su corazón y le dijo: “¡BUENA VENTURA!” que significa: “¡Buena suerte!”. Y el niño quedó curado, por eso cambio su nombre Juan, por el de Buenaventura. Tomó los hábitos de la orden seráfica llegando a ser superior general de los frailes menores; se le conoce como el segundo fundador de la orden franciscana.

Al término del Concilio de Lyon, dirigido por San Buenaventura, por orden del Sumo Pontífice, el santo sintió que le faltaban las fuerzas, y el 15 de julio de 1274 murió santamente asistido por el Papa. San Buenaventura se caracterizaba por su humildad y caridad. Recibió el título de “Doctor Seráfico” por las virtudes angélicas que realzaban su saber. Fue canonizado en 1482 y declarado Doctor de la Iglesia en 1588.

Esta pequeña plegaria que Jesús dirige a Dios Padre, ubicada en el evangelio de San Mateo, se encuentra también en San Lucas, capítulo 21, versículos del 21 al 22.

En el evangelio de San Lucas, Jesús pronuncia jubilosamente esta plegaria de agradecimiento y alabanza después del regreso de los setenta y dos discípulos, quienes expresaban su alegría por los resultados que obtuvieron en la misión que Jesús les encomendó.

Jesús culmina la plegaria presentándose a sí mismo como el Hijo de Dios Padre y en total comunión con Él.

En este texto Dios se revela a los sencillos, porque los sencillos entienden a Dios. Y la revelación del misterio de Dios está en manos de Jesús porque él es el único que conoce al Padre:

  1. Meditación

Queridos hermanos: ¿cuál es el mensaje que Jesús nos transmite el día de hoy a través de su Palabra?

En esta pequeña plegaria de agradecimiento y alabanza que Jesús dirige a Dios Padre, sobresale la virtud de la humildad de los “pequeños”, quienes, con fe, logran comprender y aceptar los misterios del amor de Nuestro Señor Jesucristo. La fe es el saber y la sabiduría de los “pequeños”, de los sencillos, que acceden por la fe a una sabiduría superior.

Mientras que el mundo promueve conductas que elevan la autosuficiencia de las personas, el egoísmo y la soberbia, Nuestro Señor Jesucristo nos enseña que la humildad es la llave maestra para aceptar y acercarse al amor y a la misericordia de Dios.

Basta recordar el evangelio de San Lucas, en el capítulo 21, versículos 3 y 4, donde Jesús dice: “Les aseguro que esa pobre viuda ha puesto más que todos. Porque todos ellos han depositado donativos de lo que les sobraba; pero ella en su pobreza, ha puesto cuanto tenía para vivir”.

Hermanos: a la luz de la Palabra de Dios, respondamos: ¿Cuáles son las situaciones que nos alejan de la virtud de la humildad? ¿Cuál es nuestra actitud frente a las personas más humildes, que sufren necesidades materiales y espirituales?

Que las respuestas a estas preguntas nos ayuden a profundizar con fe y humildad en las enseñanzas de Nuestro Señor Jesucristo, con el fin de ponerlas en práctica en la misión que cada uno de nosotros tiene inscrita en el corazón.

¡Jesús nos ama!

  1. Oración

Padre eterno, Dios todopoderoso, concede a cuantos hoy celebramos la fiesta de tu obispo san Buenaventura la gracia de aprovechar su admirable doctrina e imitar los ejemplos de su ardiente caridad.

Gracias Padre eterno por tu bondad, misericordia y por tus designios maravillosos; danos la gracia de estar entre tus elegidos, entre los “pequeños”.

Amado Jesús, otórganos la virtud de la humildad para comprender tus enseñanzas y ponerlas en práctica en nuestras familias, amistades, centros de trabajo y estudios, comunidades y por donde vayamos.

Espíritu Santo, amor de Dios Padre y de Dios Hijo, fortalece nuestra fe para comprender que en cada corazón que sufre está presente Nuestro Señor Jesucristo.

Madre Santísima, Madre de la Divina Gracia, intercede ante la Santísima Trinidad por nuestras peticiones. Amén.

Oremos con San Buenaventura:

«“Yo soy la vid verdadera”, dice el Señor (Jn 15,1). ¡Oh, Jesús, vid benigna, ven! ¡Oh, Señor Jesucristo!, árbol de la vida, situado en el centro del paraíso, tus hojas son medicinales, ¡tus frutos son para la vida eterna! ¡Oh, flor y fruto bendito de la bendita rama – que es la purísima Virgen María -, sin ti nadie es sabio, porque tú eres la sabiduría del Padre eterno! Dígnate alimentar con el pan del intelecto y con el agua de la sabiduría mi débil y árida mente.

Abre, oh llave de David, y se me entreabrirán las oscuridades. Irrígame, oh luz verdadera, y se despejarán mis tinieblas. Manifestándote e ilustrándote en ti mismo, por medio de mí, concédenos, a mí, que hablo, y a los que me oyen, poseer la vida eterna. Así sea».

  1. Contemplación y acción

Contemplemos la sabiduría divina de Nuestro Señor Jesucristo con un texto de San Buenaventura:

«La soberana sabiduría está escrita en el libro de la vida, que es Jesucristo, en quien Dios Padre escondió todos los tesoros de la sabiduría y de la ciencia. Por eso, el Unigénito de Dios como Verbo increado es el libro de la sabiduría, es la luz de la mente del sumo Artista, llena de razones vivas y eternas; como Verbo inspirado, ilumina los intelectos de los ángeles y de los santos; como Verbo encarnado, irradia las mentes racionales unidas a la carne.

De este modo, la multiforme sabiduría de Dios desde él y en él reverbera por todo el Reino, como a través de un espejo de belleza que incluye todas las especies y toda luz, y como libro donde, según el misterio de Dios, están descritos todos los misterios.

¡Oh! Si yo pudiera encontrar este volumen del origen eterno, y de la esencia incorruptible, de la sabiduría que es vida y de la escritura imposible de cancelar. Este libro cuya meditación es deseable, fácil su doctrina, dulce su ciencia, inescrutable su profundidad, inexpresables sus palabras, este libro cuyas palabras son en el fondo un solo verbo. En verdad, como dice el capítulo 8 de Proverbios, versículo 35, respecto a la Sabiduría: “quien me encuentra, encuentra la vida y alcanza el favor del Señor”».

Hermanos: recemos hoy el Santo Rosario para que, con la dulce intercesión de Nuestra Santísima Madre, Dios nos otorgue la virtud de la humildad para ayudar a que otras personas también se acerquen a la fuente del amor, que es Nuestro Señor Jesucristo.

Glorifiquemos a Dios con nuestras vidas.

Oración final

Gracias Señor Jesús por tu Palabra de vida eterna.

Que el Espíritu Santo nos ilumine para que tu palabra penetre a lo más profundo de nuestras almas y se convierta en acción.

Dios glorioso, escucha nuestra oración, bendito seas por los siglos de los siglos.

Madre Santísima intercede ante la Santísima Trinidad por nuestra petición. Amén.