LUNES DE LA SEMANA XVII DEL TIEMPO ORDINARIO – CICLO A

LECTIO DIVINA DEL LUNES DE LA SEMANA XVII DEL TIEMPO ORDINARIO – CICLO A

«El reino de los cielos se parece a un grano de mostaza que uno siembra en su huerta; aunque es la más pequeña de las semillas, cuando crece es más alta que las hortalizas» Mt 13, 31-32.

Oración inicial

Santo Espíritu de Dios, Amor del Padre y del Hijo, ilumínanos con tus dones para que podamos comprender los tesoros de la sabiduría que Jesús nos quiere revelar en este día. Otórganos la gracia para meditar los misterios de la Palabra y revélanos sus más íntimos secretos.

Madre Santísima intercede ante la Santísima Trinidad por nuestra petición. Ave María Purísima, sin pecado concebida.

  1. Lectura

Lectura del santo evangelio según san Mateo 13, 31-35

En aquel tiempo, Jesús propuso esta otra parábola a la gente: «El reino de los cielos se parece a un grano de mostaza que uno siembra en su huerta; aunque es la más pequeña de las semillas, cuando crece es más alta que las hortalizas; se hace un arbusto más alto que las hortalizas, y vienen los pájaros a anidar en sus ramas».

Les contó otra parábola: «El reino de los cielos se parece a la levadura; una mujer la amasa con tres medidas de harina, hasta que todo fermente». Jesús expuso todo esto a la gente en parábolas, y sin parábolas no les exponía nada. Así se cumplió el oráculo del profeta: «Abriré mi boca diciendo parábolas, anunciaré lo secreto desde la creación del mundo».

Palabra del Señor. Gloria a ti Señor Jesús.

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El pasaje de hoy pertenece al “Discurso parabólico de Jesús” y está integrado por las parábolas de la semilla de mostaza y de la levadura, ubicadas luego de la parábola del trigo y la cizaña.

En este texto Jesús explica la realidad del Reino de Dios, que es muy diferente a las expectativas del hombre. Y lo hace a través de parábolas, con un lenguaje que es preciso descifrar, usando imágenes simples y elevadas comparaciones.

La primera parábola está referida a la semilla de mostaza, la cual, siendo una semilla muy pequeña, puede crecer hasta convertirse en un árbol majestuoso. La semilla es Jesús, que al igual que la semilla, entregará todo en este mundo para la redención del género humano y el florecimiento de su Iglesia, la cual, al igual que el árbol, dará fruto y cobijará a todos los creyentes.

La segunda parábola está referida a la acción de la levadura, la cual produce la fermentación o transformación de la masa, haciéndola crecer para convertirse en pan. La levadura es la Iglesia, la masa somos los creyentes y el pan es el alimento espiritual que la Iglesia proveerá al pueblo de Dios en la tierra.

De esta manera, a través del misterio de la “pequeñez”, Dios elige lo que es débil e insignificante a los ojos del mundo, para renovar el mundo desde su fundamento.

  1. Meditación

Queridos hermanos: ¿cuál es el mensaje que Jesús nos transmite el día de hoy a través de su Palabra?

Las dos parábolas que meditamos, la de la semilla de mostaza y la de la levadura, diagraman en nuestros corazones el reinado de Dios.

La pequeñez de la semilla de mostaza se refiere también al don de la humildad como fundamento para el crecimiento y los frutos espirituales, ya que de una minúscula semilla brota la vida maravillosa.

La levadura, que permite que la masa del pan alcance el nivel adecuado de fermentación para ser horneado y convertirse en pan, representa la acción divina, silenciosa y transformadora de la Iglesia que brinda el pan de los ángeles a través de la Santa Eucaristía y la Palabra de Dios, buscando siempre la atención preferente de los más débiles y vulnerables: los pobres.

Volviendo a la humildad, meditemos con un fragmento de una de las cartas que San Agustín le dirige a Dióscoro: «Quisiera que te sometieras con toda tu piedad a Dios y no busques, para perseguir y alcanzar la verdad, otro camino que el que ha sido garantizado por Dios, que vio la debilidad de nuestros pasos. Ese camino es: primero, la humildad; segundo, la humildad; tercero, la humildad; y cuantas veces me preguntes, otras tantas te diré lo mismo. No es que falten otros que se llaman preceptos; pero si la humildad no precede, acompaña y sigue todas nuestras buenas acciones, … el orgullo nos lo arrancará todo de las manos cuando nos estemos felicitando por una buena acción. Porque los otros vicios son temibles en el pecado, más el orgullo es también temible en las mismas obras buenas. Pueden perderse por el apetito de alabanza las empresas que laudablemente ejecutamos».

Hermanos: respondamos a la luz de la Palabra: ¿Actuamos con humildad en nuestras actividades cotidianas?

Que las respuestas a estas preguntas nos ayuden a tener fe y confianza plena en la Santísima Trinidad, y a estar preparados para actuar siempre inspirados en el amor de Dios.

¡Jesús nos ama!

  1. Oración

Espíritu Santo: concédenos la paciencia y la confianza en tu acción divina para actuar siempre con humildad y bondad ante el mal que está presente en el mundo.

Espíritu Santo: fortalece, ilumina e inspira a la Iglesia para que lleve la Palabra de Nuestro Señor Jesucristo, convertida en acción, a todos los confines de la tierra.

Espíritu Santo, amor del Padre y del Hijo, ilumina las mentes de las autoridades de gobierno para que siempre actúen con justicia y sean fieles testigos de las enseñanzas de Jesús.

Amado Jesús, Maestro de la humildad, mira con bondad y misericordia a las almas del purgatorio, y permíteles alcanzar la vida eterna en el cielo.

Madre Santísima, Madre de la Divina Gracia, intercede ante la Santísima Trinidad por nuestras peticiones. Amén.

  1. Contemplación y acción

Contemplemos a Nuestro Señor Jesucristo con una homilía de San Macario:

«Después de la transgresión de Adán, los pensamientos del alma, lejos del amor de Dios, se dispersaron y se mezclaron con pensamientos materiales y terrenos. Porque Adán, por su pecado, recibió en sí mismo la levadura de las malas tendencias, y así, por participación, todos los nacidos de él y de toda la raza de Adán tienen parte en esta levadura. Seguidamente, las malas disposiciones crecieron y se desarrollaron entre los hombres hasta el punto de que llegaron a toda clase de desórdenes. Finalmente, la humanidad entera se vio penetrada de la levadura de la malicia.

De manera análoga, durante su estancia en la tierra, el Señor quiso sufrir por todos los hombres, rescatarlos con su propia sangre, introducir la levadura celeste de su bondad en las almas de los creyentes, humillados bajo el yugo del pecado. Quiso perfeccionar en estas almas la justicia de los preceptos y de todas las virtudes hasta que, penetradas de esta nueva levadura, se unieran para el bien y formaran “un solo espíritu con el Señor”.

El alma que está totalmente penetrada de la levadura del Espíritu Santo ya no puede albergar el mal y la malicia, tal como está escrito: “El amor no lleva cuentas del mal”. Sin esta levadura celeste, sin la fuerza del Espíritu Santo, es imposible que el alma sea trabajada por la dulzura del Señor y llegue a la vida verdadera».

Queridos hermanos: mostremos nuestro amor a Dios escuchando su Palabra y llevándola a la práctica. Que, mientras más odio, injusticia y engaño encontremos en el mundo, sintamos un mayor deseo y llamado a mostrar más amor y misericordia. Busquemos cada día a Jesús en la oración y bebamos de su fuente de agua viva, para mirar a cada hermano con sus ojos y amarlo con su corazón.

Glorifiquemos a la Santísima Trinidad con nuestras vidas.

Oración final

Gracias Señor Jesús por tu Palabra de vida eterna.

Que el Espíritu Santo nos ilumine para que tu palabra penetre a lo más profundo de nuestras almas y se convierta en acción.

Dios glorioso, escucha nuestra oración, bendito seas por los siglos de los siglos.

Madre Santísima intercede ante la Santísima Trinidad por nuestra petición. Amén.