SÁBADO DE LA SEMANA XXIII DEL TIEMPO ORDINARIO – CICLO A

LECTIO DIVINA DEL SÁBADO DE LA SEMANA XXIII DEL TIEMPO ORDINARIO – CICLO A

SANTÍSIMO NOMBRE DE MARÍA

«Un discípulo no es más que su maestro; cuando haya sido instruido, será como su maestro» Lc 6, 40.

Oración inicial

Santo Espíritu de Dios, Amor del Padre y del Hijo, ilumínanos con tus dones para que podamos comprender los tesoros de la sabiduría que Jesús nos quiere revelar en este día. Otórganos la gracia para meditar los misterios de la Palabra y revélanos sus más íntimos secretos.

Madre Santísima intercede ante la Santísima Trinidad por nuestra petición. Ave María Purísima, sin pecado concebida.

  1. Lectura

Lectura del santo evangelio según san Lucas 6, 43-49

En aquel tiempo, dijo Jesús: «Porque no hay árbol bueno que dé fruto malo y, a la inversa, no hay árbol malo que dé fruto bueno. Cada árbol se conoce por su fruto. No se recogen higos de los espinos, ni de la zarza se vendimian uvas. El hombre bueno, del buen tesoro del corazón saca lo bueno, y el malo, del malo saca lo malo. Porque de lo que rebosa el corazón habla su boca.

¿Por qué me llaman: “Señor, Señor” y no hacen lo que digo? Todo el que venga a mí y oiga mis palabras y las ponga en práctica, les voy a mostrar a quién es semejante: Es semejante a un hombre que, al edificar una casa, cavó profundamente y puso los cimientos sobre roca. Al sobrevenir una inundación, rompió el torrente contra aquella casa, pero no pudo destruirla por estar bien edificada. Pero el que haya oído y no haya puesto en práctica es semejante a un hombre que edificó una casa sobre tierra, sin cimientos, contra la que rompió el torrente y al instante se desplomó y fue grande la ruina de aquella casa».

Palabra del Señor. Gloria a ti Señor Jesús.

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Hoy celebramos el Santísimo Nombre de María, cuya fiesta se origina el 12 de septiembre de 1683 cuando el polaco Sobietski llegó con sus tropas a Viena y con su victoria, salvó a Europa de un plan de conquista islámico por parte del sultán Mehmet IV.

Aunque el ejército turco superaba en cuatro veces el tamaño del ejército defensor, Sobietski sabía que el futuro de Europa y de la cristiandad estaban en juego. El 12 de septiembre, muy temprano en la mañana, Sobieski fue a Misa y puso su ejército en manos de Dios.

Sobietski dio todo el crédito de la victoria a Dios. En agradecimiento a Nuestra Santísima Madre por la victoria lograda, el Papa Inocencio XI extendió la fiesta del Dulce Nombre de María a la Iglesia Universal, el 12 de septiembre.

En el libro “El secreto admirable del Santísimo Rosario”, San Luis María Grignion de Montfort cuenta que la Virgen, llevando sobre el pecho la salutación angélica escrita en letras de oro, se le apareció a Santa Matilde y le dijo: “El nombre de María, que significa Señora de la luz, indica que Dios me colmó de sabiduría y luz, como astros brillantes, para iluminar los cielos y la tierra”.

  1. Meditación

Queridos hermanos: ¿cuál es el mensaje que Jesús nos transmite el día de hoy a través de su Palabra?

María vino al mundo con la misión más elevada jamás encomendada a un ser humano: la de ser Madre de Dios; su santísimo nombre cumple todos esos significados, pues, Reina y Señora la llamarán todas las generaciones.

María, joven, mujer, virgen, esposa del Espíritu Santo, recibe al niño Jesús en las condiciones más pobres y difíciles, pero ella, valiente, lo protege de todas las adversidades con su castísimo esposo San José.

Ella es la compañera del camino que intercede ante su hijo en las bodas de Caná; ella es la mujer fuerte y valiente con el corazón traspasado por la espada del dolor de la Cruz de su Hijo, que recibe en sus brazos su cuerpo inerte.

En el pasaje evangélico de hoy, Jesús nos enseña que debemos edificar nuestra vida sobre bases firmes apoyadas en la verdad, el amor y el servicio al prójimo, tal como Él nos enseña a través de su Palabra.

No basta que reconozcamos a Jesús como nuestro Dios, sólo de palabra; es indispensable que creamos en Él, que acudamos al sacramento de la penitencia arrepentidos de nuestros pecados, que vivamos en santidad y nos amemos unos a otros, siguiendo sus enseñanzas. Por ello, no construyamos nuestra vida basándonos en la prosperidad y superficialidad mundana. Nuestra roca es Jesucristo y en Él debemos confiar, y cualquier cosa fuera de Cristo, es arena.

Hermanos: meditando la lectura, respondamos: ¿Nuestras acciones están sustentadas en la verdad, el amor y el servicio al prójimo que Nuestro Señor Jesucristo nos enseña cada día a través de su palabra? ¿Acudimos a Nuestra Santísima Madre en nuestra vida cotidiana y como intercesora de nuestras peticiones ante la Santísima Trinidad?

Hermanos: que las respuestas a esta pregunta nos ayuden a conocer más a Nuestra Santísima Madre María y a esforzarnos y perseverar en poner en práctica las enseñanzas de Nuestro Señor Jesucristo.

¡Jesús nos ama!

  1. Oración

Padre eterno, Dios Todopoderoso, te pedimos que a todos los que celebran el Santísimo Nombre de Santa María Virgen, ella les conceda los beneficios de tu misericordia en el Santísimo Nombre de Nuestro Señor Jesucristo.

¡Dulce Madre, María! haz que tu nombre, de hoy en adelante, sea la respiración de mi vida. No tardes, Madre Santa, en auxiliarme cada vez que te llame. Pues, en cada tentación que enfrente, y en cualquier necesidad que experimente, quiero llamarte sin cesar; ¡María, madre mía!

Amado Jesús, Redentor mío, y Madre Santísima María, cuando llegue la hora de dejar esta vida, concédanme la gracia de decirles: “Los amo, Jesús y María; Jesús y María, les entrego el corazón y el alma mía”.

Amado Jesús, misericordia pura e infinita, concede el perdón a las almas del purgatoria y llévalas al banquete celestial. Envía a San Miguel Arcángel para que proteja a las almas de las personas agonizantes ante los ataques del enemigo.

Madre Santísima, fundamento firme de la Iglesia desde sus primeros tiempos y hasta la eternidad; María, Inmaculada, Madre de la Divina Gracia, Estrella de la Evangelización, ruega por nosotros.

  1. Contemplación y acción

Hermanos: contemplemos el Santísimo Nombre de Nuestra Santísima Madre con un texto de Alessandro Pronzato:

«Tu nombre, María, significa todo … lo inexpresable. Y nosotros, que repetimos este nombre en la oración, lo sabemos mejor que muchos especialistas. Y precisamente porque lo sabemos, y lo experimentamos en el taller de nuestro corazón, no nos preocupamos de explicarlo, de precisarlo, de ponerlo en una fórmula. Nos basta con que ese nombre resuene en las paredes más sensibles de nuestro ser, con que provoque ecos insistentes, que despierte nostalgias secretas, recuerdos profundos, llamadas discretas a las que no nos podemos resistir. Lo pronunciamos millones de veces. Y en ciertos momentos tenemos la impresión de descubrirlo, casi de inventarlo, por primera vez.

Es un nombre que nos expresa … tu espléndida pobreza, tu pequeñez gloriosa, tu escondimiento que sólo un Dios podía ver y penetrar. Un nombre que nos habla de tu fe, de tu ser mujer fuerte, de tu pureza, de tu feminidad, que se convierte en instrumento de la revelación de Dios y colaboradora con el Espíritu. Un nombre que nos recuerda tu nada hecha capaz de contener al Absoluto, al Infinito.

Sin embargo, el tuyo es un nombre que no nos permite sólo proyectarte en las proximidades vertiginosas de Dios, sino que te hace cercana a nosotros. Si nos lo permites, María, te consideraremos como la vecina de nuestra casa, de nuestro rellano. El tuyo es un nombre que autoriza este enfoque. Precisamente gracias a este nombre familiar, que no somete, que anula las distancias, llamamos a tu puerta, nos asomamos al umbral de tu morada».

Queridos hermanos: veneremos a Nuestra Santísima Madre, su dulcísimo y Santísimo Nombre, rezando el Santo Rosario diariamente, por las intenciones del Papa Francisco, por la Iglesia, por los consagrados y consagrados, por los laicos, por toda la humanidad y por todas las intenciones que tenemos en nuestros corazones. Que ella sea nuestra gran intercesora ante Nuestro Señor Jesucristo y ante Dios Padre.

Hagamos el compromiso de continuar reflexionando la Palabra de Dios y, con la ayuda del Espíritu Santo, que la Palabra sea una fuente de inspiración para la realización de las obras de misericordia que nos ayuden a llevar a la práctica las enseñanzas de Nuestro Señor Jesucristo.

Tengamos en cuenta que la adoración al Santísimo Sacramento, la Santa Eucaristía y la Penitencia son también parte de la roca firme en la que debemos sustentar nuestra vida.

Glorifiquemos a la Santísima Trinidad con nuestras vidas.

Oración final

Gracias Señor Jesús por tu Palabra de vida eterna.

Que el Espíritu Santo nos ilumine para que tu palabra penetre a lo más profundo de nuestras almas y se convierta en acción.

Dios glorioso, escucha nuestra oración, bendito seas por los siglos de los siglos.

Madre Santísima intercede ante la Santísima Trinidad por nuestra petición. Amén.