DOMINGO DE LA SEMANA XXXIII DEL TIEMPO ORDINARIO – CICLO A

LECTIO DIVINA DEL DOMINGO DE LA SEMANA XXXIII DEL TIEMPO ORDINARIO – CICLO A

«Muy bien. Eres un empleado fiel y cumplidor; como has sido fiel en lo poco, te daré un cargo importante; pasa al banquete de tu Señor» Mt 25, 21 y 23.

Oración inicial

Santo Espíritu de Dios, Amor del Padre y del Hijo, ilumínanos con tus dones para que podamos comprender los tesoros de la sabiduría que Jesús nos quiere revelar en este día. Otórganos la gracia para meditar los misterios de la Palabra y revélanos sus más íntimos secretos.

Madre Santísima intercede ante la Santísima Trinidad por nuestra petición. Ave María Purísima, sin pecado concebida.

  1. Lectura

Lectura del santo evangelio según san Mateo 25, 14-30

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos esta parábola: «Un hombre, al irse de viaje, llamó a sus siervos y los dejó al cargo de sus bienes; a uno le dejó cinco talentos, a otro dos, a otro uno, a cada uno según su capacidad; luego se marchó. El que recibió cinco talentos fue enseguida a negociar con ellos y ganó otros cinco. El que recibió dos hizo lo mismo y ganó otros dos. En cambio, el que recibió uno hizo un hoyo en la tierra y escondió el dinero de su señor.

Al cabo de mucho tiempo volvió el señor de aquellos empleados y se puso a ajustar las cuentas con ellos. Se acercó el que había recibido cinco talentos y le presentó otros cinco, diciendo: “Señor, cinco talentos me dejaste; mira he ganado otros cinco”. Su señor le dijo: “Muy bien. Eres un empleado fiel y cumplidor; como has sido fiel en lo poco, te daré un cargo importante; pasa al banquete de tu Señor”.

Se acercó luego el que había recibido dos talentos y dijo: “Señor, dos talentos me dejaste; mira, he ganado otros dos”. Su señor le dijo: “Muy bien. Eres un empleado fiel y cumplidor; como has sido fiel en lo poco, te daré un cargo importante; pasa al banquete de tu Señor”.

Finalmente, se acercó el que había recibido un talento y dijo: “Señor, sabía que eres exigente, que cosechas donde no siembras y recoges donde no esparces, tuve miedo y fui a esconder mi talento bajo tierra. Aquí tienes lo tuyo”. El señor le respondió: “Eres un siervo negligente y holgazán. ¿Con que sabías que cosecho donde no siembro y recojo donde no esparzo? Pues debías haber puesto mi dinero en el banco, para que, al volver yo pudiera recoger lo mío con los intereses.

Quítenle el talento y dénselo al que tiene diez. Porque al que tiene se le dará y le sobrará, pero al que no tiene se le quitará hasta lo que tiene. Y a ese empleado inútil échenlo fuera, a las tinieblas; allí será el llanto y el rechinar de dientes”».

Palabra del Señor. Gloria a ti Señor Jesús.

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La parábola de los talentos se encuentra en el capítulo 25 de San Mateo, entre la parábola de las diez jóvenes y la parábola del juicio a las naciones o juicio final. Las tres parábolas pertenecen al discurso escatológico de Jesús.

La parábola de los talentos es una exhortación de Jesús a ser fieles y esperar sin miedo el encuentro con el justo juez. Es también una respuesta a la idea de un Dios muy estricto y severo que era promovida por los fariseos, que causaba miedo y bloqueaba la iniciativa de los fieles obstaculizando su crecimiento espiritual, ya que cerraba las puertas para vivir la experiencia personal con Dios que Nuestro Señor Jesucristo proclamaba.

Los dos primeros siervos son un ejemplo de fidelidad y laboriosidad, que contrasta con la pasividad y miedo del tercer siervo. El señor desenmascara la verdadera actitud de negligencia y holgazanería de este último, señalándole que debió actuar en consecuencia con el pensamiento y temores que tenía de él.

Hay que destacar que un talento equivalía al sueldo de seis mil jornadas de trabajo, una cantidad muy considerable. Espiritualmente representa las responsabilidades y tareas que Dios nos ha confiado, además de las oportunidades que la vida nos presenta para cumplirlas.

  1. Meditación

Queridos hermanos: ¿cuál es el mensaje que Jesús nos transmite el día de hoy a través de su Palabra?

En la actualidad, a veces vemos a Dios como un Padre muy severo y castigador y, ante las adversidades y extravíos de la vida, nos apartamos de Dios para encerrarnos en nosotros mismos y dejamos de practicar las enseñanzas de Nuestro Señor Jesucristo. Toda esta estructura de pensamiento y acción alejada de la verdad empobrece la vida espiritual y afecta negativamente a la familia y a la comunidad.

Por ello, debemos tener plena consciencia de todos los talentos que el Señor nos ha entregado; pues, no poseemos nada que no sea un don de Dios. Nuestro Señor Jesucristo señala el maravilloso premio que recibiremos si administramos bien los talentos que el cielo nos ha otorgado

Hermanos: a la luz de la Palabra, respondamos: ¿Somos conscientes de nuestros talentos, tenemos miedo de utilizarlos? ¿Valoramos los talentos de los demás? ¿Somos una prueba viviente del amor e indulgencia del Señor?

Que las respuestas a estas preguntas nos ayuden a administrar mejor y sin miedo nuestros talentos, traduciendo el mensaje evangélico en actos concretos, generosos y atrevidos de amor.

¡Jesús nos ama!

  1. Oración

Padre eterno: tú que premias con el banquete celestial a quienes administran bien sus talentos, concédenos la gracia del Espíritu Santo para tomar plena consciencia de los dones que poseemos y, con nuestra plena disposición, los pongamos al servicio del proyecto de salvación que tienes para la humanidad.

Amado Jesús: mira con bondad y misericordia a las almas del purgatorio, alcánzales la recompensa de la vida eterna en el cielo.

Madre Santísima, Madre de la Iglesia, intercede ante la Santísima Trinidad por nuestras peticiones. Amén.

  1. Contemplación y acción

Hermanos: contemplemos a Nuestro Señor Jesucristo con un escrito de San Juan Crisóstomo:

«¿Queréis que os indique el camino de la conversión? Son numerosos, variados y diferentes, pero todos conducen al cielo.

El primer camino de la conversión es aborrecer nuestros pecados. Empieza tú a confesar tus pecados para ser justo. Esto porque dice el profeta: “Me dije: confesaré al Señor mis culpas. Y tú perdonaste mi falta y mi pecado”. Condena tú mismo las faltas que has cometido y esto bastará para que el Maestro te escuche. El que condena sus pecados irá con más cuidado para no recaer en ellos …

Hay un segundo camino que no es inferior al primero, y es: no guardar rencor a nuestros enemigos, dominar nuestra ira para perdonar las ofensas que nos infligen nuestros compañeros de servicio, porque así obtendremos el perdón de las ofensas contra el Maestro. Es la segunda manera de obtener la purificación de nuestras faltas. “Si perdonáis a vuestros deudores -dice el Señor- mi Padre que está en el cielo perdonará también vuestras faltas”.

¿Quieres conocer el tercer camino de la conversión? Es la oración ferviente y atenta desde el fondo del corazón … El cuarto camino es la limosna, tiene un poder considerable e indecible … Luego, la modestia y la humildad no son medios menores para destruir el pecado desde la raíz. Tenemos como testimonio de ello al publicano, que no podía proclamar sus buenas acciones, sino que, en su lugar, ofreció su humildad y depositó ante el Señor el pesado fardo de sus faltas.

Acabamos de indicar cinco caminos hacia la conversión … ¡No te quedes inactivo, sino avanza cada día por estos caminos! Son fáciles, y a pesar de tus miserias puedes ir por ellos».

Queridos hermanos: invocando diariamente la inspiración y el auxilio del Espíritu Santo y la intercesión de Nuestra Santísima Madre María, hagamos el propósito de utilizar nuestros talentos en favor de los hermanos con más necesidades materiales y espirituales. ¡No tengamos miedo!

Glorifiquemos a la Santísima Trinidad con nuestras vidas.

Oración final

Gracias Señor Jesús por tu Palabra de vida eterna.

Que el Espíritu Santo nos ilumine para que tu palabra penetre a lo más profundo de nuestras almas y se convierta en acción.

Dios glorioso, escucha nuestra oración, bendito seas por los siglos de los siglos.

Madre Santísima intercede ante la Santísima Trinidad por nuestra petición. Amén.