LECTIO DIVINA DEL MARTES DE LA SEMANA I DEL TIEMPO ORDINARIO – CICLO B
«El Espíritu del Señor está sobre mí, porque él me ha ungido. Me ha enviado a anunciar el Evangelio a los pobres, para anunciar a los cautivos la libertad, y a los ciegos la vista; para dar libertad a los oprimidos, y para proclamar el año de gracia del Señor». Lc 4, 18-19, Is 61, 1-2.
Oración inicial
Santo Espíritu de Dios, Amor del Padre y del Hijo, ilumínanos con tus dones para que podamos comprender los tesoros de la sabiduría que Jesús nos quiere revelar en este día. Otórganos la gracia para meditar los misterios de la Palabra y revélanos sus más íntimos secretos.
Madre Santísima intercede ante la Santísima Trinidad por nuestra petición. Ave María Purísima, sin pecado concebida.
- Lectura
Lectura del santo evangelio según san Marcos 1, 21-28
En aquel tiempo, Jesús y sus discípulos entraron a Cafarnaún, y al llegar el sábado entró en la sinagoga y se puso a enseñar. La gente se asombraba de su enseñanza, porque les enseñaba con autoridad y no como los escribas.
Estaba precisamente en la sinagoga un hombre que tenía un espíritu inmundo, y se puso a gritar: «¿Qué tenemos nosotros contigo, Jesús Nazareno? ¿Has venido a acabar con nosotros? Sé quién eres tú: el Santo de Dios». Jesús lo increpó: «Cállate y sal de él». El espíritu inmundo lo retorció violentamente, y dando un grito muy fuerte, salió de él.
Todos se preguntaron estupefactos: «¿Qué es esto? ¡Una doctrina nueva, enseñada con autoridad! Manda incluso a los espíritus inmundos y lo obedecen». Su fama se extendió enseguida por todas partes, en toda la región de Galilea.
Palabra del Señor. Gloria a ti Señor Jesús.
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El pasaje evangélico de hoy, denominado “Jesús exorciza y enseña en Cafarnaún” también se ubica en el capítulo 4 de Lucas, versículos 31 al 37.
Cafarnaún era un pueblo situado al noroeste del mar de Galilea, de donde provenían cinco discípulos de Jesús: Pedro, Simón, Jacobo, Juan y Mateo. Ninguna ciudad de Palestina gozó más de la presencia de Jesús durante su ministerio terrenal como Cafarnaún; sin embargo, fue también la que recibió la condenación más terrible que Él pronunció a excepción de Jerusalén, porque a pesar de que Jesús hizo muchos milagros y enseñó mucho allí, el pueblo se opuso a Él y a su Palabra.
En la lectura se distinguen dos partes: la sabiduría y el estilo de enseñanza de Jesús, y la liberación de un poseso. Jesús exponía el verdadero sentido espiritual de las Escrituras, sin alegar más autoridad que la suya propia. Su sabiduría era divina y actual. Por esta razón, causaba admiración en los que le escuchaban.
El encuentro con el hombre endemoniado manifiesta el poder de Jesús sobre todas las fuerzas del mal y anticipa su triunfo sobre Satanás y todos sus seguidores. Este fue el primer milagro de Jesús que consignan los evangelios sinópticos.
- Meditación
Queridos hermanos: ¿cuál es el mensaje que Jesús nos transmite el día de hoy a través de su Palabra?
Nuestro Señor Jesucristo devuelve a las personas la libertad y la dignidad de hijos de Dios y lo hace con el poder de su Palabra. Nuestro Redentor tiene el poder para expulsar, de cualquier persona, a los espíritus del mal que lo alejan de los caminos de Dios.
En la actualidad, algunos poderes del mal poseen gran influencia sobre la humanidad: el aborto, la búsqueda de la destrucción de la familia, la ideología de género, el consumismo, la búsqueda de honores humanos, la corrupción en la gestión pública y privada, el rechazo abierto a Dios, entre otros.
Frente a esta realidad, Nuestro Señor Jesucristo es el único que vence al mal, y es a quien debemos recurrir, no solo para nuestra propia liberación, sino también para ayudar a nuestros hermanos que están alejados de Dios a acercarse al amor misericordioso de la Santísima Trinidad.
El exorcismo que realizó es también una invitación para que la Iglesia siga luchando contra toda oposición que provenga de las tinieblas y que busca esclavizar a la humanidad. Ningún espíritu inmundo se puede resistir a la liberación de la esclavitud del pecado que realiza Nuestro Señor Jesucristo.
En la lectura se cumple lo que el profeta Isaías señaló: “El Espíritu del Señor está sobre mí, porque él me ha ungido. Me ha enviado a anunciar el Evangelio a los pobres, para anunciar a los cautivos la libertad, y a los ciegos la vista; para dar libertad a los oprimidos, y para proclamar el año de gracia del Señor”.
Hermanos: meditando la lectura de hoy, respondamos: ¿Dejamos confiadamente que Nuestro Señor Jesucristo nos libere de nuestras ataduras?
Que las respuestas a esta pregunta nos ayuden a obedecer y seguir las enseñanzas de Nuestro Señor Jesucristo.
¡Jesús nos ama!
- Oración
Amado Jesús, reaviva la fe de la Iglesia para que, con tu ayuda, rompa las cadenas que aprisionan a la humanidad.
Amado Jesús, estamos plenamente dispuestos a seguirte y a dejarnos transformar por tu amor, libéranos de las ataduras intergeneracionales que nos atan al pecado y que nos alejan de ti.
Amado Jesús, por tu infinita misericordia, libera a las benditas almas del purgatorio y concédeles la dicha de sentarse contigo en el banquete celestial; y a las personas agonizantes, concédeles el perdón y la paz interior para que lleguen directamente al cielo.
Madre Santísima, Madre de la Divina Gracia, intercede ante la Santísima Trinidad por nuestras peticiones. Amén.
- Contemplación y acción
Hermanos: contemplemos a Nuestro Señor Jesucristo con un texto de Adelaide Anzani Colombo:
«Algunos signos parecen pertenecer a la fisonomía humana de las personas que nos encontramos, revelan su carácter, reproducen su retrato interior. Ahora bien, los signos que acompañan los primeros pasos de la vida pública de Jesús -palabras y acciones- son tan distintos que no se sabe qué decir.
El estupor y el temor admirado de la gente constituyen, no obstante, el espejo revelador de una intuición profunda y verdadera: la autoridad y el poder que se manifiestan en las palabras y en las obras de Jesús son únicos y nunca se habían visto antes, incluso resultaban inimaginables. No proceden de otorgamientos humanos, por sumos y cualificados que sean, y tampoco entran en jerarquías para ocupar el primer puesto.
Son precisamente otra cosa e imponen la gran pregunta: “¿Qué es esto?”. El anuncio de la salvación llega por fin al mundo de la pobreza, de la miseria, de la enfermedad, de la violencia, y empieza a difundirse el Reino. E inmediatamente se produce el grito descompuesto de rabia e impotencia de quien se siente irremediablemente derrotado, del enemigo, del antagonista radical. De modo paradójico, es precisamente él el que reconoce al “Santo de Dios”, el que le llama por su nombre y le desafía, en el umbral del choque frontal y ya perdido: “¡Sal de ese hombre!”. De cada hombre. Porque para eso ha venido el Mesías. El hombre, como una tierra invadida, ocupada y “desgarrada” por el enemigo, como un campo sembrado de noche con los gérmenes de todas las muertes, como una maraña de raíces malas, como una oscura prisión sin luz en el interior del inexplicable misterio del mal, puede volver a ser tierra libre y sagrada, reconsagrada por haber sido redimida.
Su liberador es poderoso, más fuerte que cualquier enemigo y definitivamente vencedor. Es el Dios salvador, que se inclina sobre el mal del hombre y, en un misterio de amor infinito e incomprensible desde el punto de vista humano, le acoge y le cura, asumiendo todo esto como una tarea personal, dolorosa hasta la muerte. Pero es también el aliado invencible que se pone al lado del hombre en su lucha contra todo mal y le hace participar en su propio destino de resucitado vencedor. No hay liberación del mal más que en Jesús».
Queridos hermanos: pidamos continuamente, a Nuestro Señor Jesucristo, la gracia de confiar plenamente en Él y que la meditación continua de la Palabra sea también una fuente de liberación de nuestras ataduras.
Glorifiquemos a la Santísima Trinidad con nuestras vidas.
Oración final
Gracias Señor Jesús por tu Palabra de vida eterna.
Que el Espíritu Santo nos ilumine para que tu palabra penetre a lo más profundo de nuestras almas y se convierta en acción.
Dios glorioso, escucha nuestra oración, bendito seas por los siglos de los siglos.
Madre Santísima intercede ante la Santísima Trinidad por nuestra petición. Amén.