JUEVES DE LA SEMANA IV DEL TIEMPO ORDINARIO – CICLO B

LECTIO DIVINA DEL JUEVES DE LA SEMANA IV DEL TIEMPO ORDINARIO – CICLO B

«Cuando entren en una casa, quédense en ella hasta que se vayan de aquel lugar. Y si en algún sitio no los reciben ni los escuchan, márchense de allí, sacudan el polvo de los pies, para que les sirva a ellos de advertencia» Mc 6, 10-11.

Oración inicial

Santo Espíritu de Dios, Amor del Padre y del Hijo, ilumínanos con tus dones para que podamos comprender los tesoros de la sabiduría que Jesús nos quiere revelar en este día. Otórganos la gracia para meditar los misterios de la Palabra y revélanos sus más íntimos secretos.

Madre Santísima intercede ante la Santísima Trinidad por nuestra petición. Ave María Purísima, sin pecado concebida.

  1. Lectura

Lectura del santo evangelio según san Marcos 6, 7-13

En aquel tiempo, Jesús llamó a los Doce y los fue enviando de dos en dos, dándoles autoridad sobre los espíritus inmundos. Les encargó que llevaran para el camino un bastón y nada más, pero ni pan ni alforja ni dinero suelto en la faja; que llevasen sandalias, pero no una túnica de repuesto. Y añadió: «Cuando entren en una casa, quédense en ella hasta que se vayan de aquel lugar. Y si en algún sitio no los reciben ni los escuchan, márchense de allí, sacudan el polvo de los pies, para que les sirva a ellos de advertencia».

Ellos salieron a predicar la conversión, expulsaban a muchos demonios, ungían con aceite a muchos enfermos y los curaban.

Palabra del Señor. Gloria a ti Señor Jesús.

———–

El texto de hoy, denominado “Misión de los doce”, se ubica en los evangelios sinópticos de Lucas y Marcos. Se llaman sinópticos, del griego “sinopsis”, que significa “visión conjunta”, porque presentan la misma perspectiva sobre la vida y predicación de Jesús, y narran los mismos hechos.

En este pasaje evangélico, Jesús, con autoridad divina, envía a sus apóstoles. Este envío era como el período de noviciado de los apóstoles. Era el momento de la nueva dimensión del discipulado: la misión. Una misión con sentido comunitario porque son enviados en parejas.

Ellos habían vivido con Jesús y habían escuchado sus enseñanzas y estaban en condiciones de repetirlas y trasmitirlas; fundamentalmente, el contenido del Sermón de la Montaña, ubicado en Mateo, capítulo 5, versículos 1 al 16, y también en Lucas, capítulo 6, versículos 17 al 19.

Jesús los envía con la única riqueza de su poder y su Espíritu, especialmente para vencer a los demonios y también para curar enfermedades. Las consignas que Jesús imparte tienen como fin hacer comprender a los Doce que el actor principal de la misión es Dios Padre y que deben confiar absolutamente en su providencia, yendo ligeros de equipaje.

El éxito de esta misión prepascual descansa en la fe que ellos tengan de Dios y Jesús, que, a la vez, actuará en el corazón de la gente que los escuche; también se sustenta en la libertad de la pobreza. Jesús también los prepara para el fracaso: cuando sean rechazados, les indica que deben sacudirse el polvo de las sandalias. Este gesto significa dejar de lado todo lo que proviene de quienes rechazan a Dios con el fin de advertir y disuadir a estas personas de su negativa de recibir la Palabra.

  1. Meditación

Queridos hermanos: ¿cuál es el mensaje que Jesús nos transmite el día de hoy a través de su Palabra?

La misión que realizaron los apóstoles fue eficaz, ellos dieron a conocer el evangelio de Nuestro Señor Jesucristo. Las consignas que recibieron tienen validez para los cristianos de todos los tiempos, por ello, nuestra Iglesia prosigue con esta misión.

La misión de los consagrados y de los laicos, de ser testimonio vivo de la Palabra de Dios, tiene que ver con el equipaje, la hospitalidad y la conducta del misionero. Así mismo, la misión debe tener el mismo estilo de Nuestro Señor Jesucristo: el desapego a las cosas terrenales, a la aceptación de lo que las personas nos ofrecen y un comportamiento humilde y severo cuando corresponda.

Nuestra misión consiste en tender puentes de libertad entre las personas y la Santísima Trinidad. Al igual que los apóstoles, nosotros también tenemos que proclamar la Palabra a través de nuestras acciones cotidianas por donde vayamos. De esta manera, en el Santísimo Nombre de Jesús, estaremos triunfando sobre el mal.

Queridos hermanos, meditando la palabra de hoy, respondamos: ¿En nuestro seguimiento a Jesús, tenemos desapego a las cosas materiales? ¿Rezamos por las personas que tienen necesidades espirituales y materiales?

Hermanos, que las respuestas a estas preguntas nos ayuden a purificar nuestro seguimiento a Nuestro Señor Jesucristo y a transmitir esperanza y contagiar felicidad.

¡Jesús nos ama!

  1. Oración

Santísima Trinidad, Dios de amor, ten piedad de la humanidad, de todos aquellos que sufren los embates de esta pandemia. Socorre a tu pueblo, amado Dios.

Dios Padre, concede los dones apostólicos a todos los consagrados de la Iglesia para que, fieles al envío de Nuestro Señor Jesucristo, anuncien el Evangelio, curen a los enfermos y liberen a las personas de sus males físicos y espirituales.

Amado Jesús, ven a nuestra vida, queremos seguirte, envíanos tu Santo Espíritu para dejar las comodidades y te pongamos como fundamento de nuestras vidas. Atráenos fuertemente hacia ti, para que podamos caminar a la luz de tu Palabra y transmitir tu mensaje de amor y misericordia a todos nuestros hermanos en el mundo.

Padre eterno, te suplicamos admitas en tu reino a todos los difuntos de todo tiempo y lugar para que puedan contemplar tu rostro. Protege Señor a las almas de los agonizantes para que lleguen a tu reino.

¡Dulce Madre María!, Madre celestial, Madre de la Divina Gracia, intercede ante la Santísima Trinidad por nuestras peticiones.

  1. Contemplación y acción

Contemplemos a Nuestro Señor Jesucristo con un escrito de André Louf:

«Si hay que llevar el mensaje de Jesús, sólo es posible hacerlo con un estilo: estilo que sólo es posible aprenderlo de Jesús en persona. La iniciación es dura. Es preciso que el discípulo se presente despojado y desprovisto de todo ante la Palabra que lleva y ante aquellos a quienes la dirige.

No sólo será el servidor de la Palabra y de sus hermanos, sino que, por así decirlo, también su pobre, su mendigo. El discípulo se entrega en cuerpo y alma al misterioso poder recibido de Jesús -la Palabra y el poder sobre los espíritus malos- y, en su indigencia, se dedica por completo. La Palabra es su tesoro y está contento. Es la única actividad, la única iniciativa que Dios emprende a través de su pobreza, contra toda expectativa, más allá de cualquier posibilidad; iniciativa y poder a los que se abandona sin retener nada para sí.

Sólo lo indispensable, lo que permite ir de un pueblo a otro mendigando la Palabra que viene de Dios, el milagro que pertenece al Espíritu, el éxito de un ministerio que le supera, el pan y el refugio que otros le concederán o le negarán. Todo le escapa, todo lo toma Dios a su cargo y le transporta a ese mundo maravilloso donde el Espíritu lo dirige todo de manera infalible; donde la Palabra abre los corazones más cerrados y más duros; donde el poder del Espíritu, a través de las manos de los discípulos, se transforma en milagros; donde la pobreza no es obstáculo y ya no pide ser saciada, porque es el único camino, la única vía y bienaventuranza que nos hace disponibles para las maravillas de Dios. El camino fatigoso de la Iglesia -y el de cada uno de nosotros- está sometido a las mismas exigencias. La gracia se sirve de las dotes humanas, pero no se apoya en ellas, ni se pone nunca en marcha a partir de ellas».

Queridos hermanos: pidamos diariamente la intervención del Espíritu Santo para que nos conceda los dones apostólicos que nos permitan, en el Santísimo Nombre de Jesús, acercar a nuestros hermanos al amor y a la misericordia de Dios Padre, transmitiendo esperanza y contagiando felicidad.

Glorifiquemos a la Santísima Trinidad con nuestras vidas.

Oración final

Gracias Señor Jesús por tu Palabra de vida eterna.

Que el Espíritu Santo nos ilumine para que tu palabra penetre a lo más profundo de nuestras almas y se convierta en acción.

Dios glorioso, escucha nuestra oración, bendito seas por los siglos de los siglos.

Madre Santísima intercede ante la Santísima Trinidad por nuestra petición. Amén.