MARTES DE LA SEMANA II DE PASCUA – CICLO B

LECTIO DIVINA DEL MARTES DE LA SEMANA II DE PASCUA – CICLO B

«Lo mismo que Moisés elevó la serpiente en el desierto, así tiene que ser elevado el Hijo del hombre, para que todo el que cree en él tenga vida eterna». Jn 3, 14-15.

Oración inicial

Santo Espíritu de Dios, Amor del Padre y del Hijo, ilumínanos con tus dones para que podamos comprender los tesoros de la sabiduría que Jesús nos quiere revelar en este día. Otórganos la gracia para meditar los misterios de la Palabra y revélanos sus más íntimos secretos.

Madre Santísima intercede ante la Santísima Trinidad por nuestra petición. Ave María Purísima, sin pecado concebida.

  1. Lectura

Lectura del santo evangelio según san Juan 3, 5a.7b-15

En aquel tiempo, Jesús dijo a Nicodemo: «Ustedes tienen que nacer de nuevo”. El viento sopla donde quiere y oyes su ruido, pero no sabes de dónde viene ni a dónde va. Así es todo el que ha nacido del Espíritu».

Nicodemo le preguntó: «¿Cómo puede suceder eso?». Le contestó Jesús: «Tú eres el maestro de Israel, ¿y no sabes esto? Te aseguro, de lo que sabemos hablamos; de lo que hemos visto damos testimonio, pero ustedes no aceptan nuestro testimonio. Si no creen cuando les hablo de las cosas de la tierra, ¿cómo creerán cuando les hable del cielo? Porque nadie ha subido al cielo, sino el que bajó del cielo, el Hijo del hombre. Lo mismo que Moisés elevó la serpiente en el desierto, así tiene que ser elevado el Hijo del hombre, para que todo el que cree en él tenga vida eterna».

Palabra del Señor. Gloria a ti Señor Jesús.

 

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El texto de hoy continúa la conversación de Jesús con Nicodemo. El pasaje evangélico de ayer trató sobre la fe incompleta de Nicodemo, que no comprende la acción transformadora del Espíritu Santo. La lectura de hoy se enfoca en el don de la vida eterna para todo aquel que cree en Jesús como enviado de Dios Padre.

La Iglesia y en ella, nuestras comunidades y nosotros, tenemos la gran misión, el honor y la responsabilidad de anunciar la Buena Nueva a la humanidad, y hacer presente, creíble y eficaz la Resurrección de Nuestro Señor Jesucristo. Esto requiere de cada uno de nosotros un cambio de vida, llegando al extremo de ser vistos como personas distintas, como quienes han nacido otra vez.

  1. Meditación

Queridos hermanos: ¿cuál es el mensaje que Jesús nos transmite el día de hoy a través de su Palabra?

Jesús insiste en que aspiremos a las realidades celestiales dejando que el Espíritu Santo actúe en nosotros para que la fe brote en nuestros corazones y se manifieste en nuestra vida cotidiana.

Si actualizamos el mensaje de Nuestro Señor Jesucristo al vaivén de nuestros días, nos damos cuenta de que muchas veces somos como Nicodemo, al anteponer la lógica humana a la lógica divina. Esto ocurre cuando las personas, instituciones, partidos políticos y gobernantes promueven el aborto, la eutanasia, la ideología de género y otros constructos humanos que están alejados de los preceptos cristianos.

Ante esta situación es necesario que la humanidad vuelva sus ojos a la Palabra del Señor, que es fuente de eternidad, en la que Jesús revela una vida nueva, a través de su pasión, muerte y resurrección. Y la fe es el fundamento que necesitamos para participar de esta realidad presente y eterna.

Por ello, invocando al Espíritu Santo, analicemos: ¿Cómo está nuestra fe en la vida nueva presente y futura que Jesús nos promete? ¿La situación que atraviesa la humanidad nos sensibiliza para que el Espíritu Santo actúe en nosotros? ¿Defendemos la fe cristiana ante las corrientes mundanas?

Hermanos, que las respuestas a estas preguntas nos ayuden a todos y a la humanidad entera, a renovar nuestras vidas aceptando la presencia transformadora del Espíritu Santo para vivir de acuerdo con las enseñanzas de Nuestro Señor Jesucristo.

¡Jesús nos ama!

  1. Oración

Padre eterno, te pedimos que nos hagas capaces de anunciar la victoria y el poder de Cristo resucitado; pues en ella nos has dado la prenda de los dones futuros para que un día los poseamos en plenitud.

Amado Jesús, tú que entregaste la vida dando la mayor prueba de amor por nosotros, renuévanos con el Espíritu Santo para ser dignos discípulos tuyos. Otórganos la gracia de aumentar nuestra fe, de conocerte más y ser testimonio de tu amor en nuestras vidas.

Amado Jesús, fortalece el espíritu y el corazón de los misioneros y fortalece las vocaciones de quienes desean entregar su vida a proclamar el evangelio a toda la humanidad.

Amado Jesús, te pedimos por el personal sanitario, por los policías, militares, autoridades y por todas aquellas personas que directa o indirectamente están en la primera línea de enfrentamiento a la pandemia; otórgales la fortaleza espiritual y corporal, llénalos con el gozo de tu Espíritu.

Amado Jesús, que podamos celebrar tu santa resurrección con tus ángeles y tus santos, y que nuestros hermanos difuntos, que encomendamos a tu misericordia, se alegren también en tu reino.

Madre Celestial, Madre de la Divina Gracia, intercede ante la Santísima Trinidad por nuestras peticiones.

  1. Contemplación y acción

Contemplemos a Nuestro Señor Jesucristo con un texto de Cromacio de Aquileya:

«Nicodemo, que vino de noche al encuentro del Señor, no se marchó sin la gracia de la luz, puesto que había venido al encuentro de Dios, que es la verdadera luz. A fin de difundir en su corazón la luz del nuevo nacimiento, el Señor le dijo: “Es necesario nacer de nuevo”.

Al decir esto, muestra claramente que hay dos nacimientos: uno terreno y el otro celestial; uno según la carne, y el otro según el Espíritu. Y muestra que el nacimiento del Espíritu es muy superior al nacimiento de la carne. Uno viene del hombre, el otro de Dios; uno hace nacer el hombre en el mundo, el otro lo engendra en Dios. Uno entrega al engendrado a la tierra, el otro lo destina al cielo. Con uno se entra en posesión de la vida temporal, con el otro se posee la vida eterna. Uno, por último, hace hijos de los hombres, el otro, hijos de Dios.

En efecto, el nacimiento espiritual se lleva a cabo de un modo totalmente invisible, mientras que el otro es visible. Lo que se realiza en el lavado del bautismo no se ve: sólo la asamblea de los fieles comprende espiritualmente que uno baja pecador a la fuente y sale de ella limpio de todo pecado.

Por consiguiente, es feliz y verdaderamente celestial el nacimiento que, de hijos de hombres, hace hijos de Dios. Este nacimiento espiritual transforma de viejos en niños. Los que han sido regenerados por el bautismo renacen en la inocencia, tras haber sido despojados del viejo error y de la malicia del pecado. Y es el seno espiritual de la Iglesia el que concibe y da a luz a los hijos de Dios».

Queridos hermanos: sigamos dispuestos a lanzarnos a la aventura del Espíritu. En estos momentos difíciles, no dejemos de orar para que la humanidad renazca en el Espíritu. No dejemos de orar, empleemos, incluso, nuestras propias palabras. Dirijámonos a Dios como verdaderos hijos. Aunque Él conoce nuestras necesidades, contémosle con confianza filial nuestras dudas, anhelos, necesidades, alegrías, tristezas y preocupaciones. Pidámosle perdón por nuestros pecados, acudamos con arrepentimiento a su misericordia.

Glorifiquemos a Dios con nuestras vidas.

Oración final

Gracias Señor Jesús por tu Palabra de vida eterna.

Que el Espíritu Santo nos ilumine para que tu palabra penetre a lo más profundo de nuestras almas y se convierta en acción.

Dios glorioso, escucha nuestra oración, bendito seas por los siglos de los siglos.

Madre Santísima intercede ante la Santísima Trinidad por nuestra petición. Amén.