SÁBADO DE LA SEMANA IV DE PASCUA – CICLO B

LECTIO DIVINA DEL SÁBADO DE LA SEMANA IV DE PASCUA – CICLO B

SAN JOSÉ OBRERO

«¿No es este el hijo del carpintero?». Mt 13, 55.

Oración inicial

Santo Espíritu de Dios, Amor del Padre y del Hijo, ilumínanos con tus dones para que podamos comprender los tesoros de la sabiduría que Jesús nos quiere revelar en este día. Otórganos la gracia para meditar los misterios de la Palabra y revélanos sus más íntimos secretos.

Madre Santísima intercede ante la Santísima Trinidad por nuestra petición. Ave María Purísima, sin pecado concebida.

  1. Lectura

Lectura del santo evangelio según san Mateo 13, 54-58

En aquel tiempo, Jesús fue a su ciudad y se puso a enseñar en la sinagoga. La gente decía admirada «¿De dónde saca este esa sabiduría y esos milagros? ¿No es este el hijo del carpintero? ¿No es su madre María y sus hermanos Santiago, José, Simón y Judas? ¿No viven aquí todas sus hermanas? Entonces, ¿de dónde le viene todo esto?». Y se escandalizaban a causa de él. Jesús les dijo: «Solo en su tierra y en su casa desprecian a un profeta». Y no hizo allí muchos milagros, porque les faltaba fe.

Palabra del Señor. Gloria a ti Señor Jesús.

 

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Hoy, en el día internacional del trabajo, la Iglesia universal recuerda a San José Obrero, celebración instituida el 1° de mayo de 1955 por el Papa Pío XII.

Para la gente que lo conocía, José era un auténtico obrero. Seguramente era fuerte y seguro de sí mismo, como los muebles que fabricaba; era un hombre cuya fuerza silenciosa ayudó a que la historia de la salvación se lleve a cabo y llegue a buen término.

Cuando la gente cuestiona la autoridad de Jesús por hablar con tanta sabiduría, señala su linaje inmediato: «¿No es este el hijo del carpintero?». ¿Quién?, San José, un trabajador nato, que entendió de carencias, que supo de estrecheces en su familia y las llevó con dignidad, que sufrió emigración forzada, que conoció el cansancio del cuerpo por su esfuerzo, que sacó adelante su responsabilidad familiar. Es decir, San José vivió como vive cualquier trabajador y probablemente tuvo dificultades laborales mayores que muchos de ellos.

En el pasaje evangélico, la gente no niega los hechos prodigiosos realizados por Jesús, pero no cree que Él es el Mesías y considera que su origen humilde es incompatible con su condición de enviado glorioso de Dios Padre. Frente a esta ingratitud, Jesús expresa que sólo en su casa y en su pueblo rechazan a un profeta.

  1. Meditación

Queridos hermanos: ¿cuál es el mensaje que Jesús nos transmite el día de hoy a través de su Palabra?

Bienaventurado San José, humildísimo José, artesano y trabajador, las clases trabajadoras de nuestros días deberían mirarte como especial patrón y modelo suyo. San José, tú predicas el evangelio del trabajo conociendo íntimamente la realidad laboral que tiene por protagonistas a todos los hombres y mujeres del mundo.

Hermanos: en las difíciles circunstancias actuales, recordamos a todos los trabajadores del mundo, pidiendo a la Santísima Trinidad, por intercesión de Nuestra Santísima Madre y San José, que no falte el sustento diario a sus familias y sean instrumento de paz, de evangelización, de serena inteligencia, de valor y de confianza en sí mismos, de esperanzas de bien y de ferviente voluntad, dignos de la gracia divina.

Muchas veces, pensamos que nuestros logros se oponen al poder de Dios y rivalizamos con el Creador, actuando con incredulidad. Sin embargo, San José es un maravilloso ejemplo de convencimiento pleno de que los logros del hombre son signo de la grandeza de Dios y un resultado de su inefable designio.

Así mismo, cuanto mayor es el poder de una persona, su responsabilidad individual y colectiva es mayor ante Dios en su misión de contribuir a edificar un mundo más justo. En este sentido, San José es el mejor y el más grande referente para ejercer el cuidado de la Sagrada Familia. Por ello, San José es protector, intercesor, patrono de la Iglesia, patrono del trabajo, defensor de las familias, es a quien invocamos de manera especial.

La ceguera de una parte del pueblo judío, en la época de Jesús, también se repite en la actualidad. Muchas veces nos cuesta reconocer la presencia de Dios entre nosotros. Pareciera que esperamos signos prodigiosos para creer en Él.

Hermanos: a la luz de la Palabra, respondamos: ¿Qué podemos aprender de nuestros trabajos y colegas? ¿Cómo está nuestro nivel de confianza en la Santísima Trinidad cuando disfrutamos de nuestras alegrías y enfrentamos las tribulaciones? ¿Por qué se hace difícil reconocer que Jesús está a nuestro lado en forma permanente?

Que las respuestas a estas preguntas nos ayuden, por intercesión de San José, a encontrar las lecciones más profundas sobre el trabajo edificante. Así mismo, que aprendamos a reconocer la presencia de Nuestro Señor Jesucristo en nuestras vidas.

¡Jesús nos ama!

  1. Oración

Padre eterno, Dios creador del universo, que has establecido la ley del trabajo para toda la humanidad, concédenos con bondad, por el ejemplo y patrocinio de San José, que llevemos a cabo lo que nos mandas y consigamos los premios que prometes.

Bienaventurado San José, carpintero de Nazaret, intercede por todos los trabajadores del mundo que están pasando momentos difíciles por la pandemia, otórgales la ayuda que necesitan y los dones para que sean el reflejo de tu entrega al trabajo por el bien de la Sagrada Familia.

Amado Jesús, tú que te presentaste ante tu pueblo como verdadero Dios y verdadero hombre, concédenos la gracia de mirar al prójimo con los ojos del corazón y que no nos guiemos por las apariencias.

Espíritu Santo, amor del Padre y del Hijo, envía tu luz desde el cielo e ilumina nuestras mentes para reconocer a Dios en todas las circunstancias de nuestras vidas.

Padre eterno y misericordioso, te suplicamos que recibas en tu Reino a las almas del Purgatorio; de manera especial, te pedimos por los agonizantes y por las almas que más necesitan de tu misericordia.

Madre Celestial, Madre de la Divina Gracia, intercede ante la Santísima Trinidad por nuestras peticiones.

  1. Contemplación y acción

Hermanos: contemplemos a Dios y a la Sagrada Familia con la liturgia griega Menaion:

«José, esposo de María, vio con sus ojos el cumplimiento de las profecías. Escogido para el matrimonio más ilustre, recibió la revelación por la boca de los ángeles que cantaban: Gloria al Señor porque ha dado la paz a la tierra…

Has contemplado al niño en el regazo de la Virgen; lo has adorado con los magos; has glorificado a Dios con los pastores, según la palabra del ángel. ¡Pide a Cristo Dios para que salve nuestras vidas!

Dios inmenso ante el cual tiemblan las potestades celestiales, tú, oh, José, lo has cogido en brazos cuando nació de la Virgen; has sido consagrado por él. Por eso te veneramos hoy. Tu alma fue obediente a los preceptos divinos; lleno de una pureza sin igual, mereciste recibir por esposa a aquella que es pura e inmaculada entre las mujeres; tú fuiste el guardián de esta Virgen cuando ella fue elegida tabernáculo del creador.

Aquel que con una palabra creó el cielo, la tierra y el mar, ha sido llamado hijo del carpintero, ¡hijo tuyo, admirable José! Tú fuiste llamado padre de aquel que no tiene principio y que te nombró administrador de un misterio que sobrepasa toda inteligencia.

Guardián santo de la Virgen bendita, tú has cantado con ella este cántico: “Que toda criatura bendiga al Señor y lo ensalce por los siglos»».

Queridos hermanos: honremos a Dios santificando el trabajo diario con el que nos ganamos el pan de cada día. Disfrutemos el gozo espiritual que el Señor nos regala al compartir lo nuestro con los demás. Invoquemos siempre la inspiración y el auxilio del Espíritu Santo, y hagamos el propósito de contemplar la acción de Dios en nuestras vidas, reconociendo su presencia a la luz de la Palabra. No dejemos de pedir a San José su intercesión por nuestras intenciones.

Glorifiquemos a Dios con nuestras vidas.

Oración final

Gracias Señor Jesús por tu Palabra de vida eterna.

Que el Espíritu Santo nos ilumine para que tu palabra penetre a lo más profundo de nuestras almas y se convierta en acción.

Dios glorioso, escucha nuestra oración, bendito seas por los siglos de los siglos.

Madre Santísima intercede ante la Santísima Trinidad por nuestra petición. Amén.