JUEVES DE LA SEMANA VI DE PASCUA – CICLO B

LECTIO DIVINA DEL JUEVES DE LA SEMANA VI DE PASCUA – CICLO B

BIENAVENTURADA VIRGEN MARÍA DE FÁTIMA

«Les aseguro que ustedes llorarán y se lamentarán; mientras el mundo estará alegre, ustedes estarán tristes, pero su tristeza se convertirá en alegría». Jn 16,20.

Oración inicial

Santo Espíritu de Dios, Amor del Padre y del Hijo, ilumínanos con tus dones para que podamos comprender los tesoros de la sabiduría que Jesús nos quiere revelar en este día. Otórganos la gracia para meditar los misterios de la Palabra y revélanos sus más íntimos secretos.

Madre Santísima intercede ante la Santísima Trinidad por nuestra petición. Ave María Purísima, sin pecado concebida.

  1. Lectura

Lectura del santo evangelio según san Juan 16,16-20

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Dentro de poco ya no me verán, pero un poco más tarde me volverán a ver». Comentaron entonces algunos discípulos: «¿Qué significa eso de “Dentro de poco ya no me verán, pero un poco más tarde me volverán a ver”, y eso de “Me voy al Padre”?». Y se preguntaban: «¿Qué significa ese “poco”? No entendemos lo que dice».

Comprendió Jesús que querían preguntarle y les dijo: «¿Están discutiendo de eso que les he dicho: “Dentro de poco ya no me verán, pero un poco más tarde me volverán a ver?” Pues sí, les aseguro que ustedes llorarán y se lamentarán; mientras el mundo estará alegre, ustedes estarán tristes, pero su tristeza se convertirá en alegría».

Palabra del Señor. Gloria a ti Señor Jesús.

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Hoy celebramos a Nuestra Santísima Madre, la Bienaventurada Virgen María de Fátima. En 1917, en un lugar llamado Cova de Iría, cercano a Fátima, en Portugal, la Virgen María se apareció a tres pequeños pastores: Lucía, Jacinta y Francisco.

Luego de ello, las apariciones se harían más frecuentes y aquellos niños serían los embajadores de la Madre del Cielo para llevar a todos el mensaje de paz en el que la Virgen nos hace un urgente llamado a la conversión. Hoy, Fátima es un lugar de continuo peregrinaje y la devoción a Nuestra Santísima Madre María se ha incrementado, haciéndose inolvidable su pedido de paz.

A lo largo de las lecturas de los últimos días, Jesús mostró cómo será su futura presencia en la humanidad y en la Iglesia, la cual se manifestará a través del Espíritu Santo.

En el pasaje evangélico de hoy, Jesús emplea la expresión «Dentro de poco ya no me verán, pero un poco más tarde me volverán a ver», con la cual alude a su pasión y resurrección; pero esta expresión no puede ser comprendida todavía por sus discípulos.

Con la intención de que sus discípulos comprendan el significado de su expresión inicial, les dice que estarán tristes, mientras que el mundo se alegrará, pero que esa tristeza se convertirá en alegría con su resurrección. Esta promesa se hizo realidad con su resurrección, y su consuelo se extiende también a nosotros y a toda la humanidad, hasta el fin de los tiempos. Es la promesa de que, al final, el bien siempre triunfará sobre el mal.

Así, Jesús irá aclarando el panorama a sus discípulos, pero, como Él mismo lo afirmó, será el Espíritu Santo quien les quitará el velo de la incomprensión y les otorgará el entendimiento y la fuerza para llevar la Palabra de Dios al mundo entero.

  1. Meditación

Queridos hermanos: ¿cuál es el mensaje que Jesús nos transmite el día de hoy a través de su Palabra?

Hoy, 13 de mayo, día en que celebramos a Nuestra Santísima Madre Virgen de Fátima, recordemos que ella es el canal a través del cual se derraman sobre la humanidad necesitada, las gracias de la Santísima Trinidad. Ella es la medianera de nuestra salvación.

Hoy, como en las bodas de Caná de Galilea, nuestra madre María continúa con su misión con el fin de que nadie sea humillado, sino que irradie vida, alegría y el amor de Dios.

El cristiano de hoy y de siempre se encuentra entre dos alegrías, la del mundo y la de Nuestro Señor Jesucristo. La alegría mundana está vinculada a los valores efímeros que el rey de la mentira promueve, como el deseo desenfrenado de títulos honoríficos, de bienes materiales; la práctica de conductas libertinas, la promoción de los pecados capitales, disfrazados de verdad y libertad, entre otras cosas.

En cambio, la alegría que viene de Nuestro Señor Jesucristo se deriva de la fe, de la certeza de su presencia permanente en nosotros, de la valentía que otorga el Espíritu Santo para estar dispuestos a dar la vida por Él y por nuestros hermanos, sabiendo que un acto así de extremo representa la mejor de las inversiones de un buen cristiano.

Por ello, Nuestro Señor Jesucristo señala claramente que nuestro camino no está exento de pruebas y tristezas; sin embargo, Él promete que luego de la tribulación, el gozo iluminará nuestros corazones. Decidamos bien queridos hermanos, escojamos la alegría de Nuestro Señor Jesucristo a través de la vivencia diaria de los mandamientos del amor; los momentos actuales lo reclaman.

Hermanos: meditando la lectura de hoy, respondamos: ¿Cómo enfrentamos las tristezas y tribulaciones que experimentamos en nuestras vidas, especialmente cuando perdemos a un ser querido? ¿Es la promesa de Jesús fuente de esperanza en nuestros momentos de tribulación? ¿Permitimos que Nuestra Santísima Madre sea quien nos ayude a estar unidos a Jesús?

Que las respuestas a estas preguntas nos permitan escoger siempre la alegría que viene del cielo y podamos comprender, con la ayuda del Espíritu Santo, que las tribulaciones son también una fuente de divinas gracias.

¡Jesús nos ama!

  1. Oración

Oh, Dios, Padre eterno, que hiciste a la Madre de tu Hijo también Madre nuestra, concédenos que, perseverando en la penitencia y en la plegaria por la salvación del mundo, podamos promover cada día con mayor eficacia el reino de Cristo.

Amado Jesús, gracias porque en tu pasión, muerte y resurrección encontramos el amor y la misericordia, porque tú eres el camino, la verdad y la vida.

Amado Jesús, que el Espíritu Santo, que Dios Padre envió en tu Santísimo Nombre, nos permita gozar de la alegría de tu amor.

Amado Jesús, que los moribundos y los que ya han muerto, obtengan tu misericordia eterna, te lo suplicamos Señor.

Madre Celestial, Madre del amor hermoso, Esposa del Espíritu Santo, intercede ante la Santísima Trinidad por nuestras peticiones.

  1. Contemplación y acción

Hermanos: contemplemos a Nuestra Santísima Madre con un escrito de Ricardo de San Lorenzo:

«Aunque ahora es la reina en el cielo, es ella la que obtiene siempre a todos los fieles la misericordia. Ya leemos en el evangelio que intercedió a su Hijo en favor de los hombres: “Hijo, no tienen vino” (Jn 2,2). Como si hubiera querido decir: Hijo, los hombres, hambrientos y sedientos, necesitan tu misericordia y tu amor, para que de ahora en adelante el vino de la gracia lleve alegría a los que hasta ahora había entristecido el sabor insípido de la observancia legal.

Cristo, por las oraciones y los méritos de su madre, sigue cambiando el agua de los pecados en el vino de la gracia, y el agua de las miserias en el vino de los consuelos. Esta madre intercede, en efecto, por nosotros con gemidos inenarrables: ella es la que nos obtiene, por su bondad, llorar nuestras culpas e impetrar con la oración el perdón».

Hermanos, invoquemos diariamente a Nuestra Santísima Madre para que ella, como medianera de toda gracia, pida que el Espíritu Santo nos fortalezca, inspire y nos mantenga unidos a Jesús, y también para que nos muestre los bienes que nacen de nuestra unión con Él.

Hagamos que la Palabra de Dios, convertida en acciones concretas, nos permitan unirnos más a Jesús. No dejemos que esta unión se debilite y nunca dejemos de apoyar espiritual y materialmente a nuestros hermanos más necesitados.

Alabemos y glorifiquemos a la Santísima Trinidad con nuestras vidas.

Oración final

Gracias Señor Jesús por tu Palabra de vida eterna.

Que el Espíritu Santo nos ilumine para que tu palabra penetre a lo más profundo de nuestras almas y se convierta en acción.

Dios glorioso, escucha nuestra oración, bendito seas por los siglos de los siglos.

Madre Santísima intercede ante la Santísima Trinidad por nuestra petición. Amén.