VIERNES DE LA SEMANA XV DE TIEMPO ORDINARIO – CICLO B

LECTIO DIVINA DEL VIERNES DE LA SEMANA XV DE TIEMPO ORDINARIO – CICLO B

BIENAVENTURADA VIRGEN MARÍA DEL MONTE CARMELO

«Si comprendieran lo que significa “quiero misericordia y no sacrificio”, no condenarían a los que no tienen culpa». Mt 12,7.

Oración inicial

Santo Espíritu de Dios, Amor del Padre y del Hijo, ilumínanos con tus dones para que podamos comprender los tesoros de la sabiduría que Jesús nos quiere revelar en este día. Otórganos la gracia para meditar los misterios de la Palabra y revélanos sus más íntimos secretos.

Madre Santísima intercede ante la Santísima Trinidad por nuestra petición. Ave María Purísima, sin pecado concebida.

  1. Lectura

Lectura del santo evangelio según san Mateo 12,1-8

En aquel tiempo, Jesús atravesaba un sembrado, en sábado, y los discípulos que tenían hambre, empezaron a arrancar espigas y a comérselas. Los fariseos, al ver esto, le dijeron: «Mira, tus discípulos están haciendo aquello que no es lícito en sábado». Pero él les respondió: «¿No han leído lo que hizo David, cuando él y sus hombres sintieron hambre? ¿Cómo entró en la Casa de Dios y comieron los panes de la ofrenda, cosa que no les estaba permitida ni a él, ni a sus compañeros, sino sólo a los sacerdotes? ¿Y no han leído en la Ley que los sacerdotes, en el Templo, quebrantan el precepto del sábado sin incurrir en falta? Pues Yo les digo que aquí hay alguien que es más que el Templo. Si comprendieran lo que significa “quiero misericordia y no sacrificio”, no condenarían a los que no tienen culpa. Porque el Hijo del hombre es Señor del sábado».

Palabra del Señor. Gloria a ti Señor Jesús.

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Hoy celebramos a Nuestra Santísima Madre en la advocación de la Virgen del Carmen, cuya fiesta tiene su origen en el monte Carmelo, ubicado en una cadena montañosa de Galilea. Es un monte santo, un lugar de la oración, donde vivió Elías. Allí, algunos de los cruzados venidos de Occidente dedicaron, a comienzos del siglo XIII, una iglesia a la Virgen María, poniendo bajo su protección la Regla de vida que les había dado Alberto, patriarca de Jerusalén, y tomando el título de Hermanos de la Bienaventurada Virgen María del Monte Carmelo.

El Carmelo ha contemplado en María a la Virgen purísima y Madre espiritual, y ha recibido como don, para extenderlo a todos los devotos, el escapulario, signo de protección y de alianza, prenda de salvación eterna. Se celebra el 16 de julio porque el 17 de julio del año 1274, el segundo Concilio de Lyon decidió la permanencia de la orden. Benedicto XIII en 1726 extendió la fiesta a toda la Iglesia.

El pasaje evangélico de hoy se ubica también en Marcos 2,23-28 y en Lucas 6,1-5. En el texto se aprecia la creciente hostilidad de los fariseos contra Jesús, que se manifiesta con el tema del sábado, con el que Jesús también entra en conflicto con las autoridades religiosas de la época. El sábado los judíos celebraban la presencia de Dios en la humanidad y era un día de descanso absoluto, ya que después de la creación, Dios descansó el séptimo día.

En aquella época, la religiosidad era dominada por un legalismo que se anteponía a las urgencias y emergencias humanas. Así ocurría con el sábado, que pasó de ser un día de descanso a una opresión con un mandato religioso de carácter inflexible. Por ejemplo, los discípulos tuvieron hambre y arrancaron espigas para comerlas. Ante las críticas de los fariseos, Jesús responde con dos ejemplos y una cita profética: los ejemplos de David y del proceder de los sacerdotes en sábado, y la cita de la profecía de Oseas 6,6-7.

Jesús señala que ningún precepto es más importante que el mandamiento del amor, que considera al bienestar, a la dignidad y a la vida humana por encima de las normas; es decir, basándose en el amor, Jesús proclamó la primacía del ser humano sobre la norma.

  1. Meditación

Queridos hermanos: ¿cuál es el mensaje que Jesús nos transmite a través de su Palabra?

Acerquémonos confiadamente a Nuestra Santísima Madre porque ella nos llevará hacia Jesús. Llevemos con nosotros el escapulario de la Virgen del Carmen como signo de devoción al amor maternal de Nuestra Santísima Madre que no deja de interceder por la humanidad y los difuntos. Ella nos invita a acercarnos a la misericordia de Nuestro Señor Jesucristo.

Como en el tiempo de Jesús, muchas veces se cree que conocer y guardar un precepto es cumplir el mandamiento de amar a Dios; sin embargo, Jesús nos enseña, nuevamente, la doble dimensión del mandamiento del amor: amar a Dios y amar al prójimo. Ambas dimensiones son complementarias, no son excluyentes.

Por ello, las urgencias y emergencias humanas que sufren las personas más necesitadas sean materiales o espirituales, deben ser atendidas con prioridad, precisamente para cumplir con el mandamiento del amor. Nuestro Señor Jesucristo así lo hizo, cumpliendo el espíritu de la Ley y buscando siempre el bienestar material y espiritual de las personas.

Hermanos: respondamos de corazón: ¿Cuál es nuestra actitud frente a las urgencias y emergencias que viven las personas necesitadas del auxilio material y espiritual que están en nuestro entorno? ¿Priorizamos normas o a las personas?

Que las respuestas a estas preguntas nos ayuden a vivir cabalmente el amor y la misericordia de Dios.

¡Jesús nos ama!

  1. Oración

Padre eterno, te suplicamos, Señor, que nos asista con su intercesión poderosa la Santísima Virgen María, Madre y Reina del Carmelo, para que, guiados por su ejemplo y protección, lleguemos hasta la cima del monte de la perfección que es Cristo.

Espíritu Santo, te pedimos tus dones para cumplir a cabalidad el mandamiento del amor que nos dejó Nuestro Señor Jesucristo y otórganos la sensibilidad de corazón para atender a las personas que más necesitan del auxilio material y espiritual, y que, muchas veces, están muy cerca de nosotros.

Amado Jesús, que siempre seamos portadores de tu amor y misericordia.

Amado Jesús, que nuestros hermanos difuntos, que encomendamos a tu misericordia, se alegren en tu reino.

Madre del Monte Carmelo, Madre Santísima, Madre de la Divina Gracia, intercede ante la Santísima Trinidad por nuestras peticiones. Amén.

  1. Contemplación y acción

Contemplemos, con un texto de Isabel de la Trinidad, la humildad y entrega total de Nuestra Santísima Madre, la siempre Virgen María, la Virgen del Monte Carmelo:

«Tras Jesucristo, y sin duda a la distancia que media entre lo infinito y lo finito, hubo también una criatura que fue una magna alabanza de gloria a la Santísima Trinidad, que respondió plenamente a la elección divina de la que habla el apóstol. Ésta fue siempre “pura, inmaculada, irreprensible” a los ojos del Padre tres veces santo. Su alma es tan sencilla y los movimientos de su espíritu tan profundos que no podían ser advertidos. Parece reproducir en la tierra la vida propia del ser divino, del Ser simple. Al mismo tiempo, es tan transparente y luminosa que podría ser comparada con la luz. Con todo, no es más que el “Espejo” del Sol de justicia, Speculum iustitiae.

“La Virgen conservaba estas cosas en su corazón”. Toda su vida puede resumirse en estas pocas palabras. Vivía en su corazón. A tal profundidad, que la mirada humana no puede seguirla. Cuando leo en el evangelio que María “recorrió a toda prisa las montañas de Judea” para ir a cumplir su ministerio de caridad junto a su prima Isabel, la veo pasar enormemente bella, con gran calma y majestuosa, recogida por completo en sí misma con el Verbo de Dios.

Su oración, como la de él, también fue siempre ésta: “Ecce – Aquí estoy”. ¿Quién? “La esclava del Señor, la última de las criaturas”, ella misma, su Madre. Se mostró tan verdadera en su humildad porque se olvidó siempre de sí misma y fue siempre libre de sí misma, y por eso podía cantar: “El Poderoso ha hecho obras grandes por mí. En adelante, las naciones me proclamarán bienaventurada”».

Hermanos: invoquemos al Espíritu Santo y pidamos la dulce intercesión de Nuestra Santísima Madre, para que Dios nos otorgue gracia de comprender y llevar a la práctica el mandamiento del amor.

Glorifiquemos a la Santísima Trinidad con nuestras vidas.

Oración final

Gracias Señor Jesús por tu Palabra de vida eterna.

Que el Espíritu Santo nos ilumine para que tu palabra penetre a lo más profundo de nuestras almas y se convierta en acción.

Dios glorioso, escucha nuestra oración, bendito seas por los siglos de los siglos.

Madre Santísima intercede ante la Santísima Trinidad por nuestra petición. Amén.