DOMINGO DE LA SEMANA XXI DE TIEMPO ORDINARIO – CICLO B

LECTIO DIVINA DEL DOMINGO DE LA SEMANA XXI DE TIEMPO ORDINARIO – CICLO B

Jesús dijo entonces a los Doce: «¿También ustedes quieren irse?». Simón Pedro le contestó: «Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna, nosotros creemos y sabemos que tú eres el Santo de Dios». Jn 6,67-69.

Oración inicial

Santo Espíritu de Dios, Amor del Padre y del Hijo, ilumínanos con tus dones para que podamos comprender los tesoros de la sabiduría que Jesús nos quiere revelar en este día. Otórganos la gracia para meditar los misterios de la Palabra y revélanos sus más íntimos secretos.

Madre Santísima intercede ante la Santísima Trinidad por nuestra petición. Ave María Purísima, sin pecado concebida.

  1. Lectura

Lectura del santo evangelio según san Juan 6,60-69

En aquel tiempo, muchos discípulos de Jesús, al oírlo, dijeron: «Este modo de hablar es duro. ¿Quién puede hacerle caso?». Adivinando Jesús que sus discípulos lo criticaban, les dijo: «¿Esto los escandaliza? ¿Qué sería si vieran al Hijo del hombre subir adonde estaba antes? El espíritu es quien da vida; la carne de nada sirve. Las palabras que les he dicho son espíritu y vida. Y a pesar de esto, algunos de ustedes no creen». Pues Jesús sabía desde el principio quiénes no creían y quién lo iba a entregar. Y dijo: «Por eso les he dicho que nadie puede venir a mí si el Padre no se lo concede». Desde entonces, muchos discípulos suyos se retiraron y ya no andaban con Él. Jesús dijo entonces a los Doce: «¿También ustedes quieren irse?». Simón Pedro le contestó: «Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna, nosotros creemos y sabemos que tú eres el Santo de Dios».

Palabra del Señor. Gloria a ti Señor Jesús.

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La lectura de hoy se ubica inmediatamente después del discurso eucarístico de Jesús, ubicado en Juan 6,22-59. En la parte inicial del texto de hoy se encuentra la discusión entre algunos de los discípulos, luego de las expresiones sacramentales de Jesús.

El pasaje evangélico narra las consecuencias del discurso eucarístico de Jesús e integra también la confesión de Pedro, que, en realidad, es una proclamación solemne de la fe de la comunidad naciente, luego de que muchos discípulos abandonaran a Jesús por no comprender el simbolismo de su mensaje y el inmenso amor de sus palabras. Con sus predicaciones, signos y curaciones, Jesús llegaba a lo más íntimo del corazón de las personas; sin embargo, muchos lo criticaban y ya no lo seguían.

Jesús señala que para comprender el significado de la Eucaristía es indispensable la fe, aquella que es un don del cielo y que se traduce en la vivencia plena de los valores que Jesús propuso, que defendió y que nos dejó hasta el fin del mundo. Para ello, es necesario que la fuerza del Espíritu Santo actúe libremente en nuestras vidas.

Así mismo, «Tú tienes palabras de vida eterna», es una expresión de fe que debe ser también nuestra proclama: un punto de partida y también un punto de llegada en el proceso de reconocer a Jesús como el centro de nuestras vidas.

  1. Meditación

Queridos hermanos: ¿cuál es el mensaje que Jesús nos transmite a través de su Palabra?

Hoy queda claro que aquellos discípulos que abandonaron a Jesús no comprendieron el simbolismo de su mensaje porque no abrieron sus corazones al Espíritu y, obviamente, entraron en crisis y se alejaron. Sin la ayuda del Espíritu Santo y sin el don de la fe, jamás se comprenderá las revelaciones de Jesús y lo maravilloso de sus insondables misterios.

El mensaje de Nuestro Señor Jesucristo tiene una carga enorme de amor, de vida y de felicidad humana y divina: «He venido para que tengan vida, y vida en abundancia», nos dice en Jn 10,10. En este sentido, Jesús nos invita y espera de nosotros una respuesta radical; por ello, ante el alejamiento de muchos hermanos, nos pregunta también a nosotros: «¿También ustedes quieren irse?». Ante dicha pregunta, de manera libre y voluntaria, ¿podemos responder como Pedro y seguir a Jesús, aún en las tribulaciones?

Que las respuestas a esta pregunta nos ayuden a acudir confiadamente a Jesús y ser testimonio vivo de su amor, reconociendo en Él a la imagen perfecta de Dios Padre, que es la luz inmarcesible que nunca pasará desapercibida para nadie.

¡Jesús nos ama!

  1. Oración

Padre eterno, que unes los corazones de tus fieles en un mismo deseo, concede a tu pueblo amar lo que prescribes y esperar lo que prometes, para que, en medio de las vicisitudes del mundo, nuestros ánimos se afirmen allí donde están los gozos verdaderos.

Amado Jesús, pan vivo bajado del cielo, te pedimos que, otorgándonos los dones de tu Santo Espíritu, vivifiques y aumentes nuestra fe.

Amado Jesús, que el Espíritu Santo nos ayude a comprender el simbolismo de tu Palabra y nos permita descubrir el amor que ella esconde con el fin de que sea escuela de vida para nosotros.

Padre eterno y misericordioso, tú que quisiste que tu Hijo resucitara, el primero entre los muertos, concede a los que son de Cristo resucitar con Él, el día de su venida.

Madre Celestial, Madre del amor hermoso, intercede ante la Santísima Trinidad por nuestras peticiones. Amén.

  1. Contemplación y acción

Queridos hermanos, repitamos con Pedro en nuestro corazón: «Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna, y nosotros creemos y sabemos que tú eres el Santo de Dios».

Contemplemos a Nuestro Señor Jesucristo con una enseñanza de San Pío de Pietrelcina:

«Ten paciencia y persevera en la práctica de la meditación. Al principio conténtate con avanzar a pasos pequeños. Más adelante tendrás piernas que no desearán sino correr; mejor aún, alas para volar. Conténtate con obedecer. Nunca es fácil, pero es a Dios a quien hemos escogido. Acepta ser una pequeña abeja en el nido de la colmena; muy pronto llegarás a ser una de esas grandes obreras hábiles para la fabricación de la miel. Permanece siempre delante de Dios y de los hombres, humilde en el amor. Entonces el Señor te hablará en verdad y te enriquecerá con sus dones.

Las abejas, al atravesar los prados, recorren grandes distancias antes de llegar a las flores que han escogido; seguidamente, fatigadas, pero satisfechas y cargadas de polen, vuelven a entrar en la colmena para realizar allí la transformación silenciosa pero fecunda del néctar de las flores en néctar de vida. Haz tú lo mismo: después de escuchar la Palabra, medítala atentamente, examina los diversos elementos que contiene, busca su significado profundo. Entonces se te hará clara y luminosa, tendrá el poder de transformar tus inclinaciones naturales en una pura elevación del espíritu, y tu corazón estará cada vez más estrechamente unido al corazón de Cristo».

Hermanos, invoquemos diariamente al Espíritu Santo para que nos asista en todo momento, especialmente cuando nos encontremos frente a decisiones extremas, con el fin de elegir siempre a Jesús y nunca ofenderle.

Glorifiquemos a la Santísima Trinidad con nuestras vidas.

Oración final

Gracias Señor Jesús por tu Palabra de vida eterna.

Que el Espíritu Santo nos ilumine para que tu palabra penetre a lo más profundo de nuestras almas y se convierta en acción.

Dios glorioso, escucha nuestra oración, bendito seas por los siglos de los siglos.

Madre Santísima intercede ante la Santísima Trinidad por nuestra petición. Amén.