VIERNES DE LA SEMANA XXVIII DE TIEMPO ORDINARIO – CICLO B

LECTIO DIVINA DEL VIERNES DE LA SEMANA XXVIII DE TIEMPO ORDINARIO – CICLO B

SANTA TERESA DE ÁVILA, VIRGEN Y DOCTORA DE LA IGLESIA

«Hasta los cabellos de su cabeza están contados. Por lo tanto, no tengan miedo: ustedes valen mucho más que muchos gorriones» Lc 12,7.

Oración inicial

Santo Espíritu de Dios, Amor del Padre y del Hijo, ilumínanos con tus dones para que podamos comprender los tesoros de la sabiduría que Jesús nos quiere revelar en este día. Otórganos la gracia para meditar los misterios de la Palabra y revélanos sus más íntimos secretos.

Madre Santísima intercede ante la Santísima Trinidad por nuestra petición. Ave María Purísima, sin pecado concebida.

  1. Lectura

Lectura del santo evangelio según San Lucas 12,1-7

En aquel tiempo, miles y miles de personas se agolpaban hasta pisarse unos a otros, Jesús empezó a hablar, dirigiéndose primero a sus discípulos: «Cuidado con la levadura de los fariseos, o sea, con su hipocresía. Nada hay cubierto que no llegue a descubrirse, nada hay escondido que no llegue a saberse. Por eso, lo que digan de noche se repetirá a pleno día, y lo que digan al oído, o en el sótano, se pregonará desde la azotea. A ustedes, amigos míos, les digo: no tengan miedo a los que matan el cuerpo, pero no pueden hacer nada más. Les voy a decir quién deben temer: teman a Aquel que tiene poder para matar y después arrojar al infierno. A este tienen que temer, se los digo yo. ¿No se venden cinco gorriones por dos céntimos? Pues, ni de uno solo de ellos se olvida Dios. Más aún, hasta los cabellos de su cabeza están contados. Por lo tanto, no tengan miedo: ustedes valen mucho más que muchos gorriones».

Palabra del Señor. Gloria a ti Señor Jesús.

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Hoy celebramos a Santa Teresa de Jesús, virgen y doctora de la Iglesia, madre y maestra de las comunidades contemplativas. Nació en 1515 en Ávila. Desde niña sintió una mística exaltación y, a los 12 años, luego de la muerte de su madre, estaba convencida de su vocación religiosa. A los 19 años hizo su profesión en el convento de la Encarnación de Ávila.

En 1560 reformó la orden carmelita y, con San Juan de la Cruz, fundó los Carmelitas descalzos. Escribió su vida, además de “Camino de perfección” y “El castillo interior”. Murió en 1582; fue canonizada en 1622 por Gregorio XV. En 1970, el papa Pulo VI le reconoció el título de doctora de la Iglesia.

En sus obras, Teresa resalta la presencia y la acción amorosa y misericordiosa de Dios en su vida. Destaca que las virtudes evangélicas de la pobreza, la humildad, la caridad y la oración son la base de sus enseñanzas.

El pasaje evangélico de hoy está integrado por dos segmentos: el primero denominado “Jesús contra la hipocresía”, cuya esencia se encuentra también en Mateo 16,6 y en Marcos 8,15. El segundo segmento, denominado “Jesús exhorta al valor”, se ubica también en Mateo 10,28-31.

Se encuentra luego de la controversia de Jesús con los fariseos y doctores de la Ley que meditamos los días anteriores. Hoy, Jesús denuncia la hipocresía previniendo a la gente de los fariseos y maestros de la Ley, y estimulando a los discípulos a ser audaces para anunciar el Evangelio a pesar de los opositores. Jesús los exhorta al valor y a la confianza en la providencia divina, llamándolos amigos, señalando que no hay razón para temer a los perseguidores porque Dios, que cuida con extremo cariño a los pájaros, en ningún momento los abandonará.

  1. Meditación

Queridos hermanos: ¿cuál es el mensaje que Jesús nos transmite a través de su Palabra?

En primer lugar, Nuestro Señor Jesucristo deja en claro que la hipocresía es una actitud detestable porque esconde la verdad. Insiste en la transparencia, en que no debemos ocultar nada en la vida.

En segundo lugar, Nuestro Señor Jesucristo nos invita a compartir con el prójimo los dones y enseñanzas que hemos recibido de Dios. Nos exhorta a no tener miedo y a confiar plenamente en Dios, que siempre nos acompaña. Si Dios no se olvida ni de los pájaros y hasta los cabellos de nuestra cabeza están contados, entonces, cómo no confiar en Él.

Busquemos, pues, de manera incesantemente el encuentro personal con Nuestro Señor Jesucristo que nos pone frente al horizonte infinito de la Verdad, aquella que no coincide con nuestras verdades personales y las verdades del mundo. Seguir a la Verdad y atestiguarla continuamente es un ejercicio que nos libera del miedo a los hombres, y que nos permite vivir como hijos libres en el amor providente de Dios Padre.

Conscientes de que las recomendaciones de Jesús son muy diferentes a los criterios del mundo, respondamos desde lo profundo de nuestros corazones: ¿Cuál es nuestra actitud frente a la hipocresía? ¿Confiamos en Dios, en su providencia? ¿Tenemos un corazón dispuesto para llevar la buena nueva por donde voy, a través mis acciones y comportamiento?

Que las respuestas a estas preguntas nos ayuden a ser misioneros activos de Nuestro Señor Jesucristo poniendo toda nuestra confianza en la Santísima Trinidad y en Nuestra Santísima Madre, y viviendo de manera coherente con las enseñanzas de Jesús.

¡Jesús nos ama!

  1. Oración

Padre eterno, que quisiste que Santa Teresa de Ávila, bajo el impulso del Espíritu Santo, manifestara a tu Iglesia el camino de la perfección, haz que encontremos en sus enseñanzas nuestro alimento espiritual y que encendamos en nosotros el deseo de una verdadera santidad.

Santísima Trinidad: Dios Padre, Dios Hijo y Dios Espíritu Santo, inspira y fortalece a la Iglesia en la misión de llevar el Evangelio y la misericordia a toda la humanidad. Te rogamos que envíes más obreros para la misión y que la novedad del Evangelio sea aceptada por toda la humanidad.

Amado Jesús, queremos seguirte, te rogamos nos concedas también los dones apostólicos y misionales para anunciar la alegría de la salvación que eres tú mismo, amado Señor.

Amado Jesús, misericordioso Salvador, haz parte de tu felicidad a todos los difuntos, al lado de María nuestra madre y con todos los santos. Te suplicamos también que los agonizantes puedan contemplar tu salvación.

Madre Santísima, Madre de la Divina Gracia, intercede ante la Santísima Trinidad por nuestras peticiones. Amén.

  1. Contemplación y acción

Hermanos, pidiendo al cielo la purificación de nuestros corazones a través de la Palabra de Dios y de los sacramentos, contemplemos a Nuestro Señor Jesucristo con un escrito de Santa Teresa de Ávila:

«Con tan buen amigo presente —nuestro Señor Jesucristo—, con tan buen capitán, que se puso en lo primero en el padecer, todo se puede sufrir. Él ayuda y da esfuerzo, nunca falta, es amigo verdadero. Y veo yo claro, y he visto después, que para contentar a Dios y que nos haga grandes mercedes quiere que sea por manos de esta Humanidad sacratísima, en quien dijo su Majestad se deleita.

Muy muchas veces lo he visto por experiencia; me lo ha dicho el Señor. He visto claro que por esta puerta hemos de entrar, si queremos nos muestre la soberana Majestad grandes secretos. Así que no queramos otro camino, aunque estemos en la cumbre de la contemplación; por aquí vamos seguros. Este Señor nuestro es por quien nos vienen todos los bienes. Él lo enseñará; mirando su vida, es el mejor dechado.

¿Qué más queremos que un tan buen amigo al lado, que no nos dejará en los trabajos y tribulaciones, como hacen los del mundo? Bienaventurado quien de verdad le amare. Miremos al glorioso san Pablo, que se le caía de la boca siempre Jesús, como quien le tenía bien en el corazón. Yo he mirado con cuidado, después que esto he entendido, de algunos santos, grandes contemplativos, y no iban por otro camino: san Francisco, san Antonio de Padua, san Bernardo, santa Catalina de Siena.

Con libertad se ha de andar en este camino, puestos en las manos de Dios; si su Majestad nos quisiere subir a ser de los de su cámara y en secreto, ir de buena gana.

Siempre que se piense en Cristo, nos acordemos del amor con que nos hizo tantas mercedes y cuán grande nos lo mostró Dios en darnos tal prenda del amor que nos tiene: que amor saca amor. Procuremos ir mirando esto siempre y despertándonos para amar, porque, si una vez nos hace el Señor merced que se nos imprima en el corazón este amor, obraremos muy en breve y muy sin trabajo».

Queridos hermanos: como hijos de Dios Padre, asumamos el compromiso obrar siempre en la Verdad del Evangelio y de pedir al cielo la gracia de confiar en la providencia divina.

Glorifiquemos a la Santísima Trinidad con nuestras vidas.

Oración final

Gracias Señor Jesús porque tu Palabra nos conduce por caminos de paz, amor y santidad.

Espíritu Santo ilumínanos para que la Palabra penetre a lo más profundo de nuestras almas y se convierta en acción.

Dios glorioso, escucha nuestra oración, bendito seas por los siglos de los siglos.

Madre Santísima intercede ante la Santísima Trinidad por nuestra petición. Amén.