MIÉRCOLES DE LA SEMANA XXVIII DE TIEMPO ORDINARIO – CICLO B

LECTIO DIVINA DEL MIÉRCOLES DE LA SEMANA XXVIII DE TIEMPO ORDINARIO – CICLO B

«El amor nunca se alegra de la injusticia, y siempre se alegra de la verdad. Todo lo aguanta, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor nunca terminará…» 1 Co 13,6-8.

Oración inicial

Santo Espíritu de Dios, Amor del Padre y del Hijo, ilumínanos con tus dones para que podamos comprender los tesoros de la sabiduría que Jesús nos quiere revelar en este día. Otórganos la gracia para meditar los misterios de la Palabra y revélanos sus más íntimos secretos.

Madre Santísima intercede ante la Santísima Trinidad por nuestra petición. Ave María Purísima, sin pecado concebida.

  1. Lectura

Lectura del santo evangelio según San Lucas 11,42-46

En aquel tiempo, el Señor dijo: «¡Ay de ustedes, fariseos, que pagan el diezmo de la menta, de la ruda y de toda clase de legumbres, mientras pasan por alto el derecho y el amor de Dios! Esto habría que practicar sin descuidar aquello. ¡Ay de ustedes, fariseos, porque les gusta ocupar los primeros asientos en las sinagogas y ser saludados en las plazas! ¡Ay de ustedes, que son como tumbas no señaladas que la gente pisa sin saberlo!». Un maestro de la Ley intervino y le dijo: «Maestro, diciendo eso nos ofendes también a nosotros». Jesús replicó: «¡Ay de ustedes también, maestros de la Ley, que imponen a la gente cargas insoportables, mientras que ustedes no las tocan ni con un dedo!».

Palabra del Señor. Gloria a ti Señor Jesús.

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El pasaje evangélico de hoy es la segunda parte del texto denominado “Invectiva contra los fariseos y doctores de la Ley” que empezamos a meditar ayer (primera parte) y que culminaremos mañana (tercera parte). En todo el conjunto, Lucas recoge seis “ayes” que recuerdan las denuncias que hace Jesús después de las bienaventuranzas, en Lc 6,24-26.

En la mayoría de las controversias de Jesús con las autoridades judías, son éstos quienes las inician acusando a Jesús. Hoy, es Jesús quien toma la iniciativa criticando a los fariseos la exigencia de la puntualidad en el tributo sobre las hierbas aromáticas, algo tan insignificante frente a lo que representa la limosna, la justicia y la generosidad.

Así mismo, Jesús les critica con dureza el deseo desmedido de figuración que tenían, por ser esclavos de la vanidad. También reprende a los maestros de la Ley por imponer a la gente cargas tan pesadas, que ellos mismos no pueden ni siquiera tocar. Con estas críticas y denuncias de Jesús, los fariseos y los escribas incrementan sus deseos de acabar con él.

Jesús no niega la observancia de la Ley, sino que la sitúa en un lugar secundario; la primacía la tienen la justicia y el amor al prójimo, que se encuentran en el centro del mensaje de hoy.

  1. Meditación

Queridos hermanos: ¿cuál es el mensaje que Jesús nos transmite a través de su Palabra?

«Ustedes ya están limpios por la palabra que les he anunciado. Permanezcan en mí como yo permanezco en ustedes. Así como el sarmiento no puede dar fruto por sí solo, si no permanece en la vid, tampoco ustedes, si no permanecen en mí» Jn 15,3-4.

Nuestro Señor Jesucristo expresa con claridad y severidad las inconsistencias de quienes no son coherentes entre lo que predican y su comportamiento. Así mismo, señala de manera contundente las prioridades de un discípulo suyo: la práctica de la justicia y el amor de Dios.

Nuestro Señor Jesucristo insiste que, para ser discípulo suyo, el amor a Dios y al prójimo, así como la práctica de la justicia, deben acompañar el cumplimiento de los mandamientos. Por ejemplo, el empresario cristiano remunera con justicia a sus trabajadores; y el trabajador cristiano labora con responsabilidad y honestidad. Recordemos a San Pablo, en 1 Cor 13,6: «El amor nunca se alegra de la injusticia, y siempre se alegra de la verdad».

Hermanos, meditando el pasaje evangélico de hoy, respondamos: ¿Actuamos inspirados por el amor de Dios en el trato a nuestro prójimo? ¿Actuamos con justicia? Que las respuestas a estas preguntas nos ayuden a comprender que lo más importante en el seguimiento a Dios, es el amor.

¡Jesús nos ama!

  1. Oración

Espíritu Santo, nuestro corazón está dispuesto a seguir a Nuestro Señor Jesucristo, concédenos la belleza de la transparencia y la gracia de vivir, cada momento de nuestra existencia, amándolo de corazón.

Amado Jesús, misericordioso Salvador, muestra tu amor a los agonizantes para que puedan contemplar tu salvación y ten piedad de todos los difuntos de todo tiempo y lugar acogiéndolos en tu morada celestial.

Madre Santísima, elegida desde siempre para ser santa e irreprochable ante el Señor por el amor, intercede ante la Santísima Trinidad por nuestras peticiones. Amén.

  1. Contemplación y acción

Hermanos: contemplemos a Nuestro Señor Jesucristo con texto de Siluan, monje ruso:

«El alma del hombre humilde es como el mar; si se echa una piedra en el mar, por unos instantes se perturba la superficie de las aguas, después se hunde en las profundidades. Así es como se engullen las penas en el corazón del hombre humilde porque la fuerza del Señor está con él.

¿Dónde habitas, alma humilde? ¿Quién vive en ti? ¿A qué te puedo comparar? Resplandeces clara como el sol, pero al enardecerte no te consumes (Ex 3,2), con tu ardor enardeces a todos los hombres. Tuya es la tierra de los humildes, según la palabra del Señor (Mt 5,4). Eres semejante a un jardín lleno de flores en el fondo del cual hay una casa magnífica en la que el Señor permanece a su placer.

El cielo y la tierra te aman. Te aman los santos apóstoles, los profetas, los santos y los bienaventurados. Te aman los ángeles, los serafines y los querubines. Te ama, por tu humildad, la purísima Madre del Señor. El Señor te ama y en ti se regocija».

Amado Jesús, confiados en tu amor y misericordia, deseamos asumir el compromiso de practicar tu justicia, inspirándonos en tu amor.

Glorifiquemos a la Santísima Trinidad con nuestras vidas.

Oración final

Gracias Señor Jesús porque tu Palabra nos conduce por caminos de paz, amor y santidad.

Espíritu Santo ilumínanos para que la Palabra penetre a lo más profundo de nuestras almas y se convierta en acción.

Dios glorioso, escucha nuestra oración, bendito seas por los siglos de los siglos.

Madre Santísima intercede ante la Santísima Trinidad por nuestra petición. Amén.