LECTIO DIVINA DEL LUNES DE LA SEMANA XXXIV DE TIEMPO ORDINARIO – CICLO B
SANTA CECILIA, VIRGEN Y MÁRTIR
«En verdad les digo, esa pobre viuda ha echado más que nadie, porque todos los demás han echado de lo que les sobra, pero ella, que pasa necesidad, ha echado todo lo que tenía para vivir». Lc, 21,3-4.
Oración inicial
Santo Espíritu de Dios, Amor del Padre y del Hijo, ilumínanos con tus dones para que podamos comprender los tesoros de la sabiduría que Jesús nos quiere revelar en este día. Otórganos la gracia para meditar los misterios de la Palabra y revélanos sus más íntimos secretos.
Madre Santísima intercede ante la Santísima Trinidad por nuestra petición. Ave María Purísima, sin pecado concebida.
- Lectura
Lectura del santo evangelio según san Lucas 21,1-4
En aquel tiempo, Jesús, alzando los ojos, vio a unos ricos que echaban donativos en el ánfora de las ofrendas; vio también a una viuda pobre que echaba dos moneditas, y dijo: «En verdad les digo, esa pobre viuda ha echado más que nadie, porque todos los demás han echado de lo que les sobra, pero ella, que pasa necesidad, ha echado todo lo que tenía para vivir».
Palabra del Señor. Gloria a ti Señor Jesús.
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«El corazón enamorado ha de tratar de hacer sus obras con todo fervor y mucho interés, a fin de aumentar así su caridad, pero si sus obras son pequeñas tampoco perderá la recompensa, pues también le agradan a Dios y por ellas también Dios le amará cada vez un poco más, el que las hace» (San Francisco de Sales).
Santa Cecilia nació en Roma en el año 200 d.C. en una familia que la educó en el cristianismo. Practicaba la mortificación y el ayuno; en su deseo de entregarse a Dios para siempre, le consagró su virginidad. Después de que sus padres decidieron casarla con un aristócrata pagano, ella logró convertir a su esposo. Por ello, fue condenada a la hoguera, pero, al pasar un día y una noche sin que el fuego la tocara, fue decapitada. En 1594, el papa Gregorio XIII la nombró patrona de la música, ya que ella cantaba en medio del tormento.
El texto de hoy, denominado “La ofrenda u óbolo de la viuda”, también se encuentra en Marcos 12,41-44. En aquel tiempo, las ánforas del templo recibían mucho dinero para el sustento del clero y conservación del templo, así como para ayudar también a los pobres. La práctica de la limosna era muy importante para los judíos.
El pasaje evangélico presenta el contraste de las ofrendas que echaban los ricos y lo que echó la viuda que puso dos monedas, lo único que tenía para vivir. En el evangelio de San Marcos se señala que las monedas eran de muy poco valor.
En este episodio, Jesús, al llamar la atención con el gesto de la viuda, enseña a los discípulos y a nosotros en quiénes y dónde se manifiesta la voluntad de Dios: en los pobres y en el compartir. Además, Jesús ilustra un aspecto fundamental en la vida del cristiano: la calidad de las ofrendas. Ya no es lo valioso, lo ostentoso, lo aparentemente grande ni lo poderoso la medida para juzgar las acciones del cristiano, sino el amor, el desprendimiento, la generosidad y, sobre todo, la fe y la convicción de que entregándolo todo por el reino, es decir, con una vida solidaria, fraterna, e igualitaria, seremos considerados Hijo de Dios y, además, nadie quedará desposeído ni desprotegido.
El gesto de la viuda es también un espejo de lo que debe ser nuestra actitud ante el Señor: presentarnos a Él siendo conscientes de nuestra nada, de nuestra pobreza, reconociéndolo como el dador de todo y confiándonos a su Divina Providencia.
- Meditación
Queridos hermanos: ¿cuál es el mensaje que Jesús nos transmite a través de su Palabra?
Toda limosna y ofrenda que damos es una forma de reconocer que todos los bienes y dones que administramos pertenecen a Dios; que no nos pertenecen. Sin embargo, el mundo promueve la acumulación de riquezas; por ello, observamos las grandes brechas sociales y económicas que existen en la humanidad. Por un lado, hay personas que despilfarran el dinero en la adquisición de bienes innecesarios y, por otro lado, una importante proporción de la población mundial no puede satisfacer las necesidades mínimas de alimentación, salud y educación.
En el texto de hoy, la viuda pobre cambia el concepto de limosna por el de desprendimiento, de solidaridad y de entrega total: lo da todo, lo arriesga todo. En cambio, los ricos del texto no arriesgaron nada en favor del hermano ni en la entrega a Dios.
Hermanos: meditando la lectura, intentemos responder: ¿Cómo es nuestra limosna? ¿Qué arriesgamos en favor de nuestros hermanos y en nuestra entrega a Dios? ¿Administramos nuestros dones y bienes de acuerdo con las enseñanzas de Nuestro Señor Jesucristo? ¿Qué hacemos frente a la dura realidad que vive una importante proporción de la población, que no satisface sus necesidades mínimas de alimentación, salud y educación?
Que las respuestas a estas preguntas nos ayuden participar en la construcción de una sociedad más solidaria y fraterna, siguiendo las enseñanzas de Nuestro Señor Jesucristo.
¡Jesús nos ama!
- Oración
Padre eterno, que nos alegras cada año con la celebración de Santa Cecilia, concédenos imitar los ejemplos que piadosamente hemos recibido de tu sierva y que proclaman las maravillas de Cristo, tu Hijo, en sus servidores.
Amado Jesús, te pedimos aumentes nuestra fe en ti, para emplear los bienes y dones que nos has encargado en favor de la extensión de tu reino, siendo desprendidos, solidarios y fraternos con nuestros hermanos más necesitados.
Espíritu Santo, inspira en la humanidad un amor más profundo por todos nuestros semejantes, para que los gobernantes de todos los países tengan siempre la opción preferencial por los más necesitados.
Amado Jesús, ten piedad de los difuntos y ábreles la puerta de la mansión eterna.
María Santísima, Madre del amor hermoso, intercede ante la Santísima Trinidad por nuestras peticiones. Amén.
- Contemplación y acción
Hermanos: contemplemos a Dios con un texto San Juan Pablo II:
«La práctica de la limosna está recomendada en todo el texto sagrado, tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento; desde el Pentateuco a los Libros Sapienciales, desde el Libro de los Hechos a las Cartas Apostólicas. Pues bien, a través de un estudio de la evolución semántica de la palabra, sobre la que se han formado incrustaciones menos genuinas, debemos volver a encontrar el significado verdadero de la limosna, y sobre todo la voluntad y la alegría de dar limosna.
Limosna, palabra griega, significa etimológicamente compasión y misericordia. Circunstancias diversas e influjos de una mentalidad restrictiva han alterado y profanado en cierto modo su primigenio significado, reduciéndolo tal vez a un acto sin espíritu y sin amor.
Pero la limosna, en sí misma, se entiende esencialmente como actitud del hombre que advierte la necesidad de los otros, que quiere hacer partícipes a los otros del propio bien. ¿Quién diría que no habrá siempre otro que tenga necesidad de ayuda, ante todo espiritual, de apoyo, de consuelo, de fraternidad, de amor? El mundo está siempre muy pobre de amor.
Definida así, la limosna es acto de altísimo valor positivo, de cuya bondad no está permitido dudar, y que debe encontrar en nosotros una disponibilidad fundamental de corazón y de espíritu, sin la cual no existe verdadera conversión a Dios.
Aun cuando no dispongamos de riquezas y de capacidades concretas para subvenir a las necesidades del prójimo, no podemos sentirnos dispensados de abrir nuestro espíritu a sus necesidades y de aliviarlas en la medida de lo posible. Acordaos del óbolo de la viuda, que echó en el tesoro del templo sólo dos pequeñas monedas, pero juntamente todo su gran amor: “Esta echó de su indigencia todo lo que tenía para el sustento” (Lc 21,4)».
Amado Señor, nos comprometemos a cumplir tus enseñanzas siendo solidarios y promoviendo la fraternidad, asumiendo riesgos en la entrega total a ti y en la ayuda a nuestros hermanos más necesitados.
Glorifiquemos a la Santísima Trinidad con nuestras vidas.
Oración final
Gracias Señor Jesús porque tu Palabra nos conduce por caminos de paz, amor y santidad.
Espíritu Santo ilumínanos para que la Palabra penetre a lo más profundo de nuestras almas y se convierta en acción.
Dios glorioso, escucha nuestra oración, bendito seas por los siglos de los siglos.
Madre Santísima intercede ante la Santísima Trinidad por nuestra petición. Amén.