LECTIO DIVINA DEL DOMINGO DE LA SEMANA II DE CUARESMA – CICLO C
«Este es mi Hijo, mi escogido, escúchenlo» Lc 9,35.
Oración inicial
Santo Espíritu de Dios, Amor del Padre y del Hijo, ilumínanos con tus dones para que podamos comprender los tesoros de la sabiduría que Jesús nos quiere revelar en este día. Otórganos la gracia para meditar los misterios de la Palabra y revélanos sus más íntimos secretos.
Madre Santísima intercede ante la Santísima Trinidad por nuestra petición. Ave María Purísima, sin pecado concebida.
- Lectura
Lectura del santo evangelio según san Lucas 9,28b-36
En aquel tiempo, Jesús tomó a Pedro, a Juan y a Santiago y subió a lo alto de la montaña, para orar. Y, mientras oraba, el aspecto de su rostro cambió, sus vestidos brillaban de blancos. De repente, dos hombres conversaban con él: eran Moisés y Elías, que, apareciendo con gloria, hablaban de su muerte, que iba a consumar en Jerusalén. Pedro y sus compañeros se caían de sueño; pero permanecieron despiertos y vieron la gloria de Jesús y a los dos hombres que estaban con él. Mientras éstos se alejaban, dijo Pedro a Jesús: «Maestro, ¡qué bien se está aquí! Haremos tres carpas: una para ti, otra para Moisés y otra para Elías». No sabía lo que decía. Todavía estaba hablando, cuando llegó una nube que los cubrió. Se asustaron al entrar en la nube. Una voz desde la nube decía: «Este es mi Hijo, mi escogido, escúchenlo». Cuando se oyó la voz, se encontró Jesús solo. Ellos guardaron silencio y, por el momento, no contaron a nadie nada de lo que habían visto.
Palabra del Señor. Gloria a ti Señor Jesús.
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«En la cumbre del monte, su cuerpo de barro se vistió de soles. En la cumbre del monte, su manto de nieve se cuajó de flores. En la cumbre del monte, excelso misterio: Cristo, Dios y hombre. En la cumbre del monte, a la fe se abrieron nuestros corazones. Amén» (Himno de las Vísperas de la Transfiguración).
En este segundo domingo de Cuaresma meditamos la Transfiguración, que también se encuentra en Mateo 17,1-9 y en Marcos 9,2-10. La Transfiguración ocurre ocho días después de que Nuestro Señor Jesucristo realizó el primer anuncio de su pasión, muerte y resurrección. Es importante destacar también que, al día siguiente de la Transfiguración, Jesús hace el segundo anuncio de su pasión, muerte y resurrección, luego de curar a un niño epiléptico.
En este hermoso acontecimiento, según san Lucas, ocurren tres diálogos: el primero fue el de Jesús con Moisés y Elías, con quienes dialoga sobre su pasión, muerte y resurrección; Moisés representa la Ley y Elías a los profetas. El segundo diálogo es el de Pedro con Jesús; Pedro se entusiasmó, tal vez pensó que el Reino de Dios ya era una realidad, pero no sabía lo que decía cuando le habló a Jesús: «Maestro, ¡qué bien se está aquí! Vamos a hacer tres tiendas: una para ti, otra para Moisés y otra para Elías». El tercer diálogo es el de Dios Padre con la humanidad, que habla a los hombres y mujeres de todos los tiempos: «Este es mi Hijo, mi escogido, escúchenlo». En el evangelio de Mateo se identifica un cuarto diálogo cuando Jesús les dice a sus discípulos que no teman y les manda que no cuenten esta visión hasta después de su resurrección.
La Transfiguración no es solo el momento luminoso y fulgurante de la divinidad del Señor, es también un hito importante en su camino hacia la entrega total. Es una prefiguración de su resurrección, un anticipo de su victoria sobre la muerte y sobre el maligno. Es también una muestra de la condición de la vida futura; es un desborde divino en medio de nuestra humanidad.
- Meditación
Queridos hermanos: ¿cuál es el mensaje que Jesús nos transmite a través de su Palabra?
La enseñanza de este evangelio es excepcional: todos nosotros tenemos la posibilidad de retirarnos en oración, subir al monte para escuchar mejor la voz del Señor y pedirle por nuestra conversión y así, comunicar nuestra experiencia de ese encuentro con el Señor, a los hermanos que sufren enfermedad, injusticia y pobreza material y espiritual.
Esa Palabra escuchada, debemos guardarla en el corazón y hacerla crecer proclamándola a los cuatro vientos. Esta es nuestra misión, hacer que la gloria de Dios sea conocida y sirva de consuelo a los hermanos que sufren o ignoran su misericordia.
Ante este maravilloso acontecimiento en el que Dios Padre nos pide que escuchemos a su Hijo, conviene preguntarnos: ¿somos capaces de dialogar con Jesús a través de su Palabra? ¿Escuchamos a Dios a través de nuestras oraciones y de las personas que sufren? ¿Nos dejamos transfigurar por el Señor? ¿Damos a conocer a los demás las manifestaciones de la gloria de Dios en nosotros? Que las respuestas a estas preguntas nos ayuden a seguir a Dios, especialmente, en la hora de la tribulación, en la que debemos recordar los destellos de la gloria divina en nuestros días.
¡Jesús, María y José nos aman!
- Oración
Dios Padre, que nos has mandado a escuchar a tu hijo amado, alimenta nuestro espíritu con la Palabra; para que, con mirada limpia, contemplemos gozosos la gloria de tu rostro. Transfigura Señor, transforma nuestra vida para ser verdaderos hijos tuyos.
Amado Jesús, sé misericordioso con todos los difuntos y admítelos a contemplar la luz de tu rostro.
Madre Santísima, Madre de Dios, intercede ante la Santísima Trinidad por nuestras peticiones. Amén.
- Contemplación y acción
Contemplemos al Señor con una homilía de San Juan Pablo II:
«La invitación que el Padre dirige a los discípulos, testigos privilegiados del extraordinario acontecimiento de la transfiguración, resuena de nuevo hoy para nosotros y para toda la Iglesia. Como Pedro, Santiago y Juan, también nosotros estamos invitados a subir al monte Tabor junto con Jesús y a quedar fascinados por el resplandor de su gloria. En este segundo domingo de Cuaresma contemplamos a Cristo envuelto en luz, en compañía de los autorizados portavoces del Antiguo Testamento, Moisés y Elías. A él le renovamos nuestra adhesión personal: es el “Hijo amado” del Padre.
Escuchadlo. Esta apremiante exhortación nos impulsa a intensificar el camino cuaresmal. Es una invitación a dejar que la luz de Cristo ilumine nuestra vida y nos comunique la fuerza para anunciar y testimoniar el Evangelio a nuestros hermanos. Como bien sabemos, es una llamada que implica a veces muchas dificultades y sufrimientos…
La experiencia de la transfiguración de Jesús prepara a los Apóstoles para afrontar los dramáticos acontecimientos del Calvario, presentándoles anticipadamente lo que será la plena y definitiva revelación de la gloria del Maestro en el misterio pascual. Al meditar en esta página evangélica, nos preparamos para revivir también nosotros los acontecimientos decisivos de la muerte y resurrección del Señor, siguiéndolo por el camino de la cruz, para llegar a la luz y a la gloria. En efecto, “sólo por la pasión podemos llegar con él al triunfo de la resurrección”».
Hermanos: en el silencio de nuestros corazones y maravillados por la identidad divina de Nuestro Señor Jesucristo, escuchemos también la voz agradable y paternal de Dios Padre que nos dice: «Este es mi Hijo, mi escogido, escúchenlo».
Digamos todos juntos: Padre Eterno, en esta Cuaresma, nos comprometemos a escuchar a tu Hijo a través de la lectura cotidiana y orante de la Palabra, y, con la ayuda del Espíritu Santo, convertirla en acción evangelizadora. Queremos también, amarte a través de nuestro prójimo más necesitado.
Glorifiquemos a la Santísima Trinidad con nuestras vidas.
Oración final
Gracias Señor Jesús porque tu Palabra nos conduce por caminos de paz, amor y santidad.
Espíritu Santo ilumínanos para que la Palabra penetre a lo más profundo de nuestras almas y se convierta en acción.
Dios glorioso, escucha nuestra oración, bendito seas por los siglos de los siglos.
Madre Santísima intercede ante la Santísima Trinidad por nuestra petición. Amén.