LECTIO DIVINA DEL SÁBADO DE LA SEMANA IV DE PASCUA – CICLO C
SAN MATÍAS, APÓSTOL
«Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos. Ustedes son mis amigos si hacen lo que yo les mando». Jn 15,13-14.
Oración inicial
Santo Espíritu de Dios, Amor del Padre y del Hijo, ilumínanos con tus dones para que podamos comprender los tesoros de la sabiduría que Jesús nos quiere revelar en este día. Otórganos la gracia para meditar los misterios de la Palabra y revélanos sus más íntimos secretos.
Madre Santísima intercede ante la Santísima Trinidad por nuestra petición. Ave María Purísima, sin pecado concebida.
- Lectura
Lectura del santo evangelio según san Juan 15,9-17
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Como el Padre me ha amado, así los he amado yo; permanezcan en mi amor. Si guardan mis mandamientos, permanecerán en mi amor; lo mismo que yo he guardado los mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor. Les he hablado de esto para que mi alegría esté en ustedes, y su alegría sea completa. Este es mi mandamiento: que se amen unos a otros como yo los he amado. Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos. Ustedes son mis amigos si hacen lo que yo les mando. Ya nos los llamo siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su señor; a ustedes los llamo amigos, porque todo lo que he oído a mi Padre les he dado a conocer. No son ustedes los que me han elegido, soy yo quien los he elegido y los he destinado para que vayan y den fruto, y su fruto dure. De modo que todo lo que pidan a mi Padre en mi nombre, Él se lo concederá. Esto les mando: que se amen unos a otros».
Palabra del Señor. Gloria a ti Señor Jesús.
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Hoy celebramos a San Matías, apóstol, quien habría sido uno de los setenta discípulos misioneros a los que Jesús envió según Lc 10,1. Matías constituye la duodécima columna en el colegio apostólico. Los Once lo eligieron para sustituir a Judas Iscariote ya que había seguido a Jesús durante su ministerio público, desde su bautismo por Juan Bautista hasta el día de la ascensión de Jesús al cielo. Su nombre se encuentra en la segunda lista de santos del canon romano.
El pasaje evangélico de hoy señala que permanecer en el amor es vincularse a la fuente de la perfecta alegría, amando a los hermanos como Jesús nos amó. De esta manera somos amigos y no siervos, con la certeza plena de que Jesús nos eligió, que no fuimos nosotros quienes lo elegimos. De esta manera, daremos fruto, el treinta, el sesenta o el ciento por uno, y todos abundantes.
- Meditación
Queridos hermanos: ¿cuál es el mensaje que Jesús nos transmite a través de su Palabra?
Jesús desea que todos participemos de la plenitud de su amor y del amor de Dios Padre; por ello, el maravilloso relato de la vid verdadera es un tierno llamado y, a la vez, una advertencia para no romper los canales que nos unen a la fuente de agua viva, que es Jesús.
Cuando Jesús plantea el mandamiento del amor, queda clarísimo que cuando nos amamos unos a otros, amamos a Dios. Es el mandamiento más grande y, a la vez, el desafío más difícil. El mejor ejemplo de amor es Jesús, quien dio la vida por nosotros y amó también a sus enemigos, convirtiéndolos, incluso, en sus amigos. Los amigos obedecen a Jesús, en cambio, los enemigos no.
Jesús nos invita a escalar de la simple condición de siervos a la de ser sus amigos, para lo cual debemos hacer su voluntad, permitiendo que el Espíritu Santo inspire nuestros pensamientos y acciones. Jesús se ha fijado en cada uno de nosotros, nos ha amado y nos ha elegido modelando nuestra vida para que demos fruto.
Pero, qué significa amarnos los unos a los otros. Entre otras cosas, ser solidarios compartiendo los dones materiales y espirituales que el Señor nos ha confiado. Amar la vida, respetando y cuidando de las personas en estos momentos difíciles; amar la vida desde la concepción hasta la muerte natural; amar la fuente de la vida, que es la familia, y amar la vida futura de los niños y jóvenes.
¡Jesús, María y José nos aman!
- Oración
Oh, Dios, que agregaste a San Matías al colegio de los apóstoles, concede, por su ayuda, a quienes nos alegramos en la suerte de tu predilección, ser contados entre los elegidos.
Padre eterno, gracias por mostrarnos tu amor a través de Jesús y del Espíritu Santo, y por ser el viñador misericordioso que nos ama y nos cuida.
Amado Jesús, inspira en los jóvenes la gracia de ser tus amigos y, con los dones del Espíritu Santo, fortalece su vocación de servicio a la Iglesia.
Amado Jesús, que los moribundos y los que ya han muerto, obtengan tu misericordia eterna, te lo suplicamos Señor.
Madre Celestial, Madre del amor hermoso, intercede ante la Santísima Trinidad por nuestras peticiones.
- Contemplación y acción
Hermanos: contemplemos a Nuestro Señor Jesucristo con un texto de Cirilo de Alejandría:
«“Este es mi mandamiento: que os améis unos a otros como yo os he amado”. Con estas palabras explica el Señor con más claridad lo dicho anteriormente, esto es, que los discípulos disfruten en sí mismos de su mismo gozo. A los que quieran seguirme —dice—, les mando esto, y les enseño a hacerlo y a sentirlo en lo íntimo de su alma: que tengan un amor recíproco tan profundo como el que yo les he demostrado y he practicado previamente. Cuán generosa sea la medida del amor de Cristo, él mismo la ha indicado al decir que nadie tiene un amor más grande que el que da la vida por los amigos.
Además, enseña a sus discípulos que para salvar a los hombres no hay que arredrarse ante la lucha, sino aceptar con intrépida fortaleza el sufrir hasta la misma muerte. Hasta ese extremo límite llegó el gran amor de nuestro Salvador. Hablar de este modo, es simplemente incitar a sus discípulos a una intrepidez sobrenatural y vigorosa y al más alto grado de amor fraterno; es crear en ellos un ánimo generoso y poseído por el amor, elevarlos a una caridad invicta e invencible, pronta a dar todo lo que a Dios agrade. Pablo demostró tener este temple, cuando dijo: “Para mí la vida es Cristo, y una ganancia el morir”. Y añadía: “¿Quién podrá apartarnos del amor de Cristo?: ¿la aflicción?, ¿la angustia?, ¿la persecución?, ¿el hambre?, ¿la desnudez?, ¿el peligro?, ¿la espada? ¿Oyes cómo no hay nada que pueda separarnos del amor de Cristo?” …
“Yo os he elegido, no vosotros a mí”. Con inaudita bondad y gran generosidad me he revelado a vosotros que no me conocíais, y os he conducido a una tan grande constancia y firmeza de ánimo, para que podáis caminar y progresar siempre hacia lo mejor y dar fruto para Dios; os he dado una confianza tan grande, de modo que todo lo que pidáis en mi nombre, estad seguros de que lo recibiréis. Por eso, si seguís las huellas que os he señalado con mis palabras y con mi manera de actuar, si estáis llenos de aquel espíritu que conviene a los verdaderos y legítimos discípulos, no debéis contemporizar esperando que alguien venga por sí mismo a la fe y al culto de Dios, sino que debéis ofreceros como guías a los que todavía no conocen a Dios y están en el error, o aún no han espontáneamente aceptado la predicación de la salvación.
Conviene que vosotros los exhortéis con calor a profundizar, mediante una plena comprensión, el verdadero conocimiento de Dios, aunque se irrite el ánimo de los oyentes, persistiendo en la incredulidad. De este modo, también ellos acabarán haciendo como vosotros, esto es, avanzarán por el buen camino y, progresando en el bien, volverán a producir en Dios frutos vitales y duraderos. De manera que sus plegarias, gratas y aceptas a Dios, conseguirán lo que piden, si lo piden en mi nombre».
Queridos hermanos: dispongamos nuestro corazón para fortalecer nuestra amistad con Jesús. Para ello, oremos y pidamos la fe y los dones espirituales para desterrar el egoísmo de nuestro corazón y de nuestras acciones hasta obtener una invencible preocupación por el bien de los demás. Extendamos a nuestros hermanos la amistad que Jesús nos otorga mediante la realización de obras de misericordia y consolidemos nuestra posición cristiana frente a las ideologías que el mundo propone.
Glorifiquemos a la Santísima Trinidad con nuestras vidas.
Oración final
Gracias Señor Jesús porque tu Palabra nos conduce por caminos de paz, amor y santidad.
Espíritu Santo ilumínanos para que la Palabra penetre a lo más profundo de nuestras almas y se convierta en acción.
Dios glorioso, escucha nuestra oración, bendito seas por los siglos de los siglos.
Madre Santísima intercede ante la Santísima Trinidad por nuestra petición. Amén.