VIERNES XX DE TIEMPO ORDINARIO – CICLO C

LECTIO DIVINA DEL VIERNES XX DE TIEMPO ORDINARIO – CICLO C

SAN JUAN EUDES, PRESBÍTERO

«Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con todo tu ser» Mt 22,37.

Oración inicial

Santo Espíritu de Dios, Amor del Padre y del Hijo, ilumínanos con tus dones para que podamos comprender los tesoros de la sabiduría que Jesús nos quiere revelar en este día. Otórganos la gracia para meditar los misterios de la Palabra y revélanos sus más íntimos secretos.

Madre Santísima intercede ante la Santísima Trinidad por nuestra petición. Ave María Purísima, sin pecado concebida.

  1. Lectura

Lectura del santo evangelio según san Mateo 22,34-40

En aquel tiempo, los fariseos, al oír que Jesús había hecho callar a los saduceos, se reunieron alrededor de Él, y uno de ellos que era experto en la Ley, le preguntó para ponerlo a prueba: «Maestro, ¿cuál es el principal mandamiento de la Ley». Él le dijo: «“Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con todo tu ser”. Este mandamiento es el principal y primero. El segundo es semejante a él: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo”. De estos dos mandamientos dependen toda la Ley y los profetas».

Palabra del Señor. Gloria a ti Señor Jesús.

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«El grado más bajo de la caridad es el respeto, y el primer grado del respeto al otro es el respeto a su vida. Respeto a la dignidad, respeto a los derechos, …respeto a las conciencias, respeto a la libertad… Hay que respetar todas las ramas del respeto, pero si se arranca la raíz, solo quedan palabras, y la raíz es la humilde vida del prójimo. ¡Oh, amigos míos, si, tal como exige la lógica, se pudiera poner el respeto a la vida humana como fundamento de toda política, de toda moral, de toda institución social! ¡Que revolución resultaría o, mejor, que renovación y que conversión!» (Lanza del Vasto).

San Juan Eudes nació en 1601 en Normandía. Fue ordenado sacerdote el 20 de diciembre de 1625. Con su mirada puesta en Jesús, su deseo era “restaurar el esplendor del orden sacerdotal”. Con otros sacerdotes fundó una congregación dedicada a las misiones, a la formación espiritual y doctrinal de los sacerdotes y de los seminaristas. Así comenzó la Congregación de Jesús y María. También fundó la orden de Nuestra Señora de la Caridad para acoger y ayudar a las mujeres y a las jóvenes en situación de riesgo. Promovió el amor a Jesús y a la Virgen María, hablando sin cesar de sus corazones. Murió el 19 de agosto de 1680. Fue canonizado por el papa Pío XI el 31 de mayo de 1925.

El texto que hoy meditamos también se encuentra en Lucas 10,25-28 y en Marcos 12,28-34. Trata sobre el precepto más importante o el gran mandamiento anunciado por Nuestro Señor Jesucristo ante la pregunta maliciosa de un fariseo, que además ser una trampa, era un tema candente entre los fariseos. Jesús respondió citando al Shemá o plegaria judía del Deuteronomio 6,4-5: «Escucha Israel, el Señor, nuestro Dios, es el único Señor: amaras al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente, con todas tus fuerzas». Después Jesús añade, citando al Levítico 19,18: «Amarás a tu prójimo como a ti mismo».

Con su respuesta, Jesús sintetiza toda la Torá en lo que consideraba fundamental, los amores inseparables: el amor a Dios y el amor al prójimo.

  1. Meditación

Queridos hermanos: ¿cuál es el mensaje que Jesús nos transmite a través de su Palabra?

«El amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por medio del Espíritu Santo que se nos ha dado» (Rom 5,5).

Hermanos: la vida cotidiana nos plantea muchos imperativos. Nuestro Señor Jesucristo nos invita a reconocer entre ellos a aquel para el que hemos sido creados: amar a Dios y al prójimo.

El despliegue maravilloso del amor de Dios nos conduce al agradecimiento y alabanza a Él por nuestras vidas, nuestras familias, nuestro planeta, por todos los dones que recibimos de su amor. A la vez, nos cuestiona sobre nuestra manera de amar a Dios y amar al prójimo a través de nuestras obras.

En este sentido, tengamos en cuenta lo que nos dice San Bernardo de Claraval, a quien celebramos hoy: «Alcanzar el cuarto grado del amor a Dios es volverse divino. Como una gota de agua vertida en el vino se pierde, y toma el color y el sabor del vino; o como una barra de hierro, al rojo vivo, se convierte en fuego mismo, olvidando su propia naturaleza; o como el aire, radiante de rayos del sol, parece no estar tan iluminado como para ser la luz misma; entonces en los santos todos los afectos humanos se desvanecen por alguna transmutación indescriptible en la voluntad de Dios».

Haciendo silencio en nuestro corazón, respondamos: ¿Somos conscientes de que nuestra vida eterna depende de nuestro amor a Dios y al prójimo? Que las respuestas a esta pregunta permitan acercarnos a la plenitud del amor de Nuestro Señor Jesucristo a través del prójimo.

¡Jesús, María y José nos aman!

  1. Oración

Oh, Dios, que elegiste a San Juan Eudes para anunciar al mundo las insondables riquezas del misterio de Cristo, concédenos, te rogamos, que por su palabra y su ejemplo crezcamos en el conocimiento de tu verdad y vivamos según el Evangelio.

Dios eterno y maravilloso, tú que nos amas a pesar de nuestras debilidades y ofensas, concédenos la fuerza y los dones del Espíritu Santo para conocerte más, amarte más y servirte, amando al prójimo todos los días de nuestra vida.

Espíritu Santo, amor del Padre y del Hijo, concédenos la gracia de reconocer en el prójimo más necesitado a Nuestro Señor Jesucristo y cumplir el mandamiento del amor con generosidad y misericordia.

Espíritu Santo derrama tu santa luz para que el mundo acoja las revelaciones de amor de Nuestro Señor Jesucristo con el convencimiento de que el amor de Dios todo lo puede.

Amado Jesús, gracias por recordarnos que tu amor es misericordioso, bondadoso y que consiste en atender al hermano necesitado, tal como tú lo hiciste durante tu vida y especialmente en la cruz.

Santísima Trinidad, haz que los sacerdotes y consagrados sean fieles a la misión de llevar la Palabra y tu misericordia a todo el mundo.

Amado Jesús, imploramos tu misericordia para que todas las almas del purgatorio hereden la vida eterna.

Madre Santísima, Madre del Amor hermoso, intercede por nuestras peticiones ante la Santísima Trinidad. Amén.

  1. Contemplación y acción

Hermanos: contemplemos a Dios con una recopilación de Giorgio Zevini y Pier Giordano Cabra:

«San Juan Eudes nos dejó su manera de orar en cuatro movimientos:

Adorar: contemplar, maravillarse, admirar.

Dar gracias: reconocer los dones del Señor, decir ¡gracias!

Vivir el perdón: tomar conciencia de la distancia que existe entre mi propia vida y las maravillas del Amor de Dios.

Darse a Jesús: darse para ser testigo, darse para la misión.

Estos cuatro movimientos son cuatro actitudes interiores que tenemos que desarrollar y que suponen tomar el tiempo para acogerse a sí mismo, acoger al otro, a Dios, y recibir a Dios.

Adoremos a Dios en el inmenso amor que tiene por todas sus criaturas y por cada uno de nosotros en particular. Bendigámosle, amémosle. Agradezcámosle los innumerables beneficios de su amor. Pidámosle perdón por nuestras ingratitudes hacia Él y por nuestras faltas de amor con el prójimo. Démonos al amor de Dios, para que Él elimine todas nuestras resistencias y así reine perfectamente en nosotros».

Queridos hermanos: hagamos el propósito de testimoniar a Nuestro Señor Jesucristo con nuestras acciones cotidianas, proclamando las maravillas del amor de Dios.

¡El amor todo lo puede! Amemos, que el amor glorifica a Dios.

Oración final

Gracias Señor Jesús porque tu Palabra nos conduce por caminos de paz, amor y santidad.

Espíritu Santo ilumínanos para que la Palabra penetre a lo más profundo de nuestras almas y se convierta en acción.

Dios glorioso, escucha nuestra oración, bendito seas por los siglos de los siglos.

Madre Santísima intercede ante la Santísima Trinidad por nuestra petición. Amén.