DOMINGO XXIII DE TIEMPO ORDINARIO – CICLO C

LECTIO DIVINA DEL DOMINGO XXIII DE TIEMPO ORDINARIO – CICLO C

«Quien no lleve su cruz detrás de mí no puede ser discípulo mío» Lc 14,27.

Oración inicial

Santo Espíritu de Dios, Amor del Padre y del Hijo, ilumínanos con tus dones para que podamos comprender los tesoros de la sabiduría que Jesús nos quiere revelar en este día. Otórganos la gracia para meditar los misterios de la Palabra y revélanos sus más íntimos secretos.

Madre Santísima intercede ante la Santísima Trinidad por nuestra petición. Ave María Purísima, sin pecado concebida.

  1. Lectura

Lectura del santo evangelio según san Lucas 14,25-33

En aquel tiempo, mucha gente acompañaba a Jesús; él se volvió y les dijo: «Si alguno viene a mí y no me ama más que a su padre y a su madre, y a su mujer y a sus hijos, y a sus hermanos y a sus hermanas, e incluso a sí mismo, no puede ser discípulo mío. Quien no lleve su cruz detrás de mí no puede ser discípulo mío. Así, ¿quién de ustedes, si quiere construir una torre, no se sienta primero a calcular los gastos, a ver si tiene para terminarla? No sea que, una vez puestos los cimientos, no pueda acabarla y se pongan a burlarse de él los que miran, diciendo: “Este hombre empezó a construir y no ha sido capaz de terminar”. ¿O qué rey, si va a dar batalla a otro rey, no se sienta primero a deliberar si con diez mil hombres podrá salir al paso del que le ataca con veinte mil? Y si no puede, cuando el otro está todavía lejos, envía delegados para pedir condiciones de paz. Lo mismo ustedes: el que no renuncia a todos sus bienes no puede ser discípulo mío».

Palabra del Señor. Gloria a ti Señor Jesús.

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«He aquí que nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido… No dejaron grandes fortunas, puesto que eran pobres; pero se puede decir que han dejado grandes riquezas quienes han vencido todos sus deseos… Los apóstoles abandonaron todo lo que poseían… ¿Qué has dejado, oh, Pedro? Una navichuela y una red… La pobreza total, es decir, el pobre de todo tiene pocas riquezas, pero muchos deseos. Dios no se fija en lo que tienen, sino en lo que desean. Se juzga la voluntad que escruta invisiblemente el Invisible. Por tanto, todo lo dejaron, y hasta el mundo entero dejaron, puesto que cortaron todas sus esperanzas en este mundo y siguieron a quien hizo el mundo y creyeron en sus promesas. Muchos hicieron esto mismo después de ellos… No solo los plebeyos, no solo los artesanos, los pobres, los necesitados, los de la clase media, sino también muchos ricos opulentos, senadores, e incluso mujeres de la más alta alcurnia social renunciaron a todas sus cosas» (San Agustín).

El pasaje evangélico de hoy, llamado “Presupuestos para ser discípulo”, se encuentra parcialmente en Mt 10,37-39. Ante una multitud que lo acompaña a Jerusalén, Jesús, de manera radical, expresa las condiciones para ser verdadero discípulo suyo.

Así, Jesús se sitúa en el lugar más trascendente de la vida de todas las personas, incluso por encima de los sentimientos familiares. Si no se calcula bien el precio que se tiene que pagar, se corre el riesgo de fracasar.

  1. Meditación

Queridos hermanos: ¿cuál es el mensaje que Jesús nos transmite a través de su Palabra?

El seguimiento radical y la renuncia a las ataduras mundanas deben ser entendidas como el rechazo a todo tipo de situaciones que entran en conflicto con Jesús. Nuestro amor por Jesús debe estar por encima de cualquier otro amor y de cualquier otro sentimiento terrenal.

Nuestra vida cristiana debe ser modelada por la sabiduría, que es un don que debemos pedir al cielo, y no debe ser modelada por las posesiones terrenales que nos pueden conducir a los pecados capitales y a la ruina espiritual. Las posesiones materiales son dones que Dios nos ha otorgado para que, a través de su adecuado uso, de acuerdo con el evangelio, nos convirtamos en ciudadanos del cielo.

Por ello, así como planeamos nuestra vida cotidiana, nuestras metas académicas, empresariales, laborales, políticas o de cualquier otra índole, así también debemos considerar un “plan” para nuestra vida espiritual, que es más importante que todos los demás aspectos de la vida. Entonces, tenemos que ser capaces de calcular el precio que tenemos que pagar por la perla preciosa, si no, corremos el riesgo de fracasar.

Hermanos: proyectemos la lectura a nuestra realidad cotidiana respondiendo: ¿Pido al Espíritu Santo los dones que me ayuden a tomar las decisiones adecuadas para seguir a Jesús, de acuerdo con el evangelio? ¿Sigo a Jesús a través de mi familia, de mi comunidad, en mi trabajo, en mi país, o como ciudadano de la creación de Dios? Que las respuestas a estas preguntas nos ayuden a seguir a Jesús con determinación en todo tiempo y en todo lugar.

¡Jesús, María y José nos aman!

  1. Oración

Oh, Dios, por ti nos ha venido la redención y se nos ofrece la adopción filial; mira con bondad a los hijos de tu amor, para que cuantos creemos en Cristo alcancemos la libertad verdadera y la herencia eterna.

Santísima Trinidad: concede a todos los consagrados y consagradas, y a todas las comunidades cristianas la fortaleza de espíritu para que no tengamos miedo a las exigencias del seguimiento a Jesús, y que, dóciles al Espíritu Santo, tomemos nuestra cruz y sigamos con alegría y valor los pasos de Jesús.

Amado Jesús, justo juez, por tu infinita misericordia, concede a las almas del purgatorio la dicha de sentarse contigo en el banquete celestial.

Madre Santísima, Madre de la Divina Gracia, intercede ante la Santísima Trinidad por nuestras peticiones. Amén.

  1. Contemplación y acción

Hermanos: contemplemos a Nuestro Señor Jesucristo con una homilía de San Juan Pablo II:

«El don de la “sabiduría del corazón” es necesario, de manera particular, para el cristiano, es decir, para quien se propone seguir generosamente a Cristo”, tal como se nos presenta en el pasaje evangélico de San Lucas, que acabamos de escuchar, en el que Jesús nos ofrece una estupenda lección de sabiduría divina, indispensable para ser verdaderos y auténticos discípulos suyos.

Va camino de Jerusalén, donde cumplirá la voluntad del Padre celestial con su Pasión. A los que van con él les dice claramente que ningún afecto humano y ni siquiera la propia vida se le puede poner delante. Él se presenta como el Absoluto que merece ser buscado, seguido y amado por sí mismo, y por encima de todo, personas o cosas. Seguirlo no solo implica “llevar la propia cruz”, es decir, no sólo la aceptación del sufrimiento, sino, más aún, del desprecio, la soledad, la marginación, que las masas reservaban en aquellos tiempos a los condenados a muerte en la cruz.

Todo esto hace que Jesús nos exija, hoy como ayer, que nos adhiramos a él y vivamos la fe con todas sus consecuencias a nivel personal, familiar y social. Es un espíritu de “renuncia” que debe animar las diversas dimensiones de la vida del cristiano, si quiere estar siempre unido a Cristo y evitar el peligro y la tentación -siempre presentes- de “negarlo”, es decir, de vivir y comportarse como si no lo conociera o, incluso, como si lo rechazara.

Y esta fe, a veces tan difícil de vivir coherentemente, debe obrar por la caridad, una caridad activa, universal, que debe llegar al perdón y a la acogida gozosa de quienes nos han ofendido o dañado… Fe y caridad: son las dos actitudes fundamentales de la vida del cristiano, expresiones privilegiadas de esa “sabiduría del corazón” que es don del Espíritu».

Queridos hermanos: Pidamos diariamente que el Espíritu Santo actúe en nosotros, con el fin de que seamos verdaderos discípulos de Nuestro Señor Jesucristo en toda ocasión y en todo lugar.

¡El amor todo lo puede! Amemos, que el amor glorifica a Dios.

Oración final

Gracias Señor Jesús porque tu Palabra nos conduce por caminos de paz, amor y santidad.

Espíritu Santo ilumínanos para que la Palabra penetre a lo más profundo de nuestras almas y se convierta en acción.

Dios glorioso, escucha nuestra oración, bendito seas por los siglos de los siglos.

Madre Santísima intercede ante la Santísima Trinidad por nuestra petición. Amén.