JUEVES XXV DE TIEMPO ORDINARIO – CICLO C

LECTIO DIVINA DEL JUEVES XXV DE TIEMPO ORDINARIO – CICLO C

«Dichosos los ojos que ven lo que ustedes ven» Lc 10,23.

Oración inicial

Santo Espíritu de Dios, Amor del Padre y del Hijo, ilumínanos con tus dones para que podamos comprender los tesoros de la sabiduría que Jesús nos quiere revelar en este día. Otórganos la gracia para meditar los misterios de la Palabra y revélanos sus más íntimos secretos.

Madre Santísima intercede ante la Santísima Trinidad por nuestra petición. Ave María Purísima, sin pecado concebida.

  1. Lectura

Lectura del santo evangelio según san Lucas 9,7-9

En aquel tiempo, el rey Herodes se enteró de lo que pasaba y no sabía a qué atenerse, porque unos decían que Juan había resucitado, otros que había aparecido Elías y otros que había vuelto a la vida uno de los antiguos profetas. Herodes se decía: «A Juan lo mandé decapitar yo. ¿Quién es este de quien oigo semejantes cosas?» Y tenía ganas de ver a Jesús.

Palabra del Señor. Gloria a ti Señor Jesús.

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«Se fijan en las cosas maravillosas, que no son un fin, sino un medio, y descuidan lo principal de la misión del Salvador, que predica para realizar la conversión de los oyentes y de todo el mundo. No invirtamos el orden. Sigamos el mensaje salvífico de Cristo, busquemos primero el reino de Dios. Lo demás ya vendrá cuando el Señor lo quiera, pues Él tiene más deseos de hacernos bien que nosotros de recibirlo» (Manuel Garrido Bonaño).

En la lectura de hoy, las predicaciones y milagros de Jesús, así como los resultados prodigiosos de la misión de los Doce, llegan a oídos del tetrarca Herodes Antipas, quien se inquieta por ello. La inquietud de Herodes no es por un tema de fe, ni de conciencia, sino que se debía a los comentarios que escuchaba de Jesús y sus discípulos.

Herodes Antipas gobernó Galilea entre los años 4 y 39, después del nacimiento de Cristo; era hijo de Herodes el grande, que gobernó Palestina entre los años 37 antes de Cristo, hasta el año 4 después del nacimiento de Cristo. Fue quien mandó matar a los niños de Belén. Posteriormente aparece Herodes Agripa, que gobernó Palestina entre los años 41 y 44 después de Cristo y que mató al apóstol Santiago.

Herodes Antipas no puede situar e identificar a Jesús, ya que, en un arranque de crueldad, había mandado matar a Juan Bautista, y sus indagaciones eran sinónimo de amenaza porque era un hombre sediento de poder. Circulaban muchos rumores sobre Jesús; muchos coincidían en señalarlo como un nuevo profeta, ellos no tenían una percepción clara sobre su identidad, estaban muy lejos de conocer la verdad.

  1. Meditación

Queridos hermanos: ¿cuál es el mensaje que Jesús nos transmite a través de su Palabra?

En la actualidad, son muchas las personas que desean saber de Nuestro Señor Jesucristo, que desean conocerlo y vivir una experiencia de cercanía plena con él. Estos deseos de nuestros hermanos, muchas veces intensos y otras veces frágiles, precisan de nuestro testimonio, de que Nuestro Señor Jesucristo es la respuesta a todas nuestras búsquedas y a toda situación que vivimos, incluyendo las más difíciles.

Nuestro Señor Jesucristo humano y divino, siempre estará cercano a nuestros anhelos. Por ello, «Alegrémonos, pues llegará el día en que cantaremos a nuestro dulcísimo amante, descanso dulcísimo de todos los corazones enamorados de sus bellezas, himnos más alegres. Alegrémonos, te digo, pues llegará el día, y yo lo espero, en el que nuestro corazón ya no sufrirá por el remordimiento cruel de no amar suficientemente al dulce Señor» (San Pío de Pietrelcina).

Queridos hermanos, meditando la palabra de hoy, intentemos responder: ¿Quién es Jesús para nosotros? ¿Cómo actuamos cuando estamos cerca de personas que, en sus búsquedas, desean conocer a Jesús? Que las respuestas a estas preguntas nos permitan contribuir a que, solidariamente y con misericordia, contribuyamos a que otras personas conozcan a Nuestro Salvador.

¡Jesús, María y José nos aman!

  1. Oración

Padre eterno, protege a los que se han consagrado en el mundo al servicio de la humanidad para que, con libertad de espíritu y sin desánimo, puedan alcanzar sus ideales cristianos.

Amado Jesús, deseamos conocerte más, amarte más, queremos seguirte con fidelidad y transmitir tu mensaje de amor y misericordia a todos nuestros hermanos en el mundo.

Padre eterno, te suplicamos admitas en tu reino a todos los difuntos de todo tiempo y lugar para que puedan contemplar tu rostro. Protege Señor a las almas de los agonizantes para que lleguen a tu reino.

¡Dulce Madre, María!, Madre de la Divina Gracia, intercede ante la Santísima Trinidad por nuestras peticiones. Amén.

  1. Contemplación y acción

Contemplemos a Nuestro Señor Jesucristo con un texto del Catecismo de la Iglesia Católica:

«El hombre que busca a Dios descubre ciertas «vías» para acceder al conocimiento de Dios. Se las llama también «pruebas de la existencia de Dios», no en el sentido de las pruebas propias de las ciencias naturales, sino en el sentido de «argumentos convergentes y convincentes» que permiten llegar a verdaderas certezas.

Estas «vías» para acercarse a Dios tienen como punto de partida la creación: el mundo material y la persona humana. El mundo: a partir del movimiento y del devenir, de la contingencia, del orden y de la belleza del mundo se puede conocer a Dios como origen y fin del universo. San Pablo afirma refiriéndose a los paganos: «Lo que de Dios se puede conocer, está en ellos manifiesto: Dios se lo manifestó. Porque lo invisible de Dios, desde la creación del mundo se deja ver a la inteligencia a través de sus obras: su poder eterno y su divinidad» (Rm 1,19-20; cf. Hch 14,15.17; 17,27-28; Sb 13,1-9) …

El hombre: Con su apertura a la verdad y a la belleza, con su sentido del bien moral, con su libertad y la voz de su conciencia, con su aspiración al infinito y a la dicha, el hombre se interroga sobre la existencia de Dios. En todo esto se perciben signos de su alma espiritual…; su alma, no puede tener origen más que en Dios. El mundo y el hombre atestiguan que no tienen en ellos mismos ni su primer principio ni su fin último, sino que participan de Aquel que es el Ser en sí, sin origen y sin fin. Así, por estas diversas «vías», el hombre puede acceder al conocimiento de la existencia de una realidad que es la causa primera y el fin último de todo, «y que todos llaman Dios» (San Tomás de Aquino).

Las facultades del hombre lo hacen capaz de conocer la existencia de un Dios personal. Pero para que el hombre pueda entrar en la intimidad de Él, ha querido revelarse al hombre y darle la gracia de poder acoger en la fe esa revelación. Sin embargo, las pruebas de la existencia de Dios pueden disponer a la fe y ayudar a ver que la fe no se opone a la razón humana».

Queridos hermanos: pidamos diariamente la intervención del Espíritu para conocer más los misterios de amor de Nuestro Señor Jesucristo, y ayudar a que nuestros hermanos que lo buscan por lugares equivocados encuentren su amor y misericordia. Pidamos siempre la intercesión de Nuestra Santísima Madre y de San José.

¡El amor todo lo puede! Amemos, que el amor glorifica a Dios.

Oración final

Gracias Señor Jesús porque tu Palabra nos conduce por caminos de paz, amor y santidad.

Espíritu Santo ilumínanos para que la Palabra penetre a lo más profundo de nuestras almas y se convierta en acción.

Dios glorioso, escucha nuestra oración, bendito seas por los siglos de los siglos.

Madre Santísima intercede ante la Santísima Trinidad por nuestra petición. Amén.