SÁBADO DE LA SEMANA I DE ADVIENTO – CICLO A

LECTIO DIVINA DEL SÁBADO DE LA SEMANA I DE ADVIENTO – CICLO A

SAN FRANCISCO JAVIER, PRESBÍTERO

«Lo que han recibido gratis, denlo gratis» Mt 10,8.

Oración inicial

Santo Espíritu de Dios, Amor del Padre y del Hijo, ilumínanos con tus dones para que podamos comprender los tesoros de la sabiduría que Jesús nos quiere revelar en este día.

Madre Santísima intercede ante la Santísima Trinidad por nuestra petición. Ave María Purísima, sin pecado concebida.

  1. Lectura

Lectura del santo evangelio según san Mateo 9,35-10,1.6-8

En aquel tiempo, Jesús recorría todas las ciudades y pueblos enseñando en sus sinagogas, anunciando el Evangelio del reino y curando todas las enfermedades y todas las dolencias. Al ver Jesús a la multitud, sintió compasión de ellos, porque estaban cansados y abandonados, como ovejas que no tienen pastor. Entonces dijo a sus discípulos: «La cosecha es abundante, pero los trabajadores son pocos; rueguen, pues, al dueño de la cosecha que mande trabajadores a recogerla». Y llamó a sus doce discípulos, les dio autoridad para expulsar espíritus inmundos y curar toda enfermedad y toda dolencia. A estos doce los envió Jesús con estas instrucciones: «Vayan a las ovejas descarriadas del pueblo de Israel. Vayan y proclamen que el Reino de los cielos está cerca. Curen enfermos, resuciten muertos, limpien leprosos, expulsen demonios. Lo que han recibido gratis, denlo gratis».

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«Tras haber concedido la autoridad de la predicación y la facultad de avalarla con los milagros, dice nuestro Redentor: “Lo que han recibido gratis, denlo gratis” (Mt 10,8)» (San Gregorio Magno).

Hoy celebramos a San Francisco Javier, el patrón de las misiones que, con su testimonio, se convirtió en un referente de evangelización universal. Nació en 1506 en Navarra, en una familia acomodada. A los 18 años fue enviado a estudiar a la Universidad de París donde se graduó y conoció a San Ignacio de Loyola, convirtiéndose en su seguidor.

En 1534 fundó con sus compañeros la Compañía de Jesús. En 1537 fue ordenado sacerdote en Venecia. Luego predicó en la India, Malaca, Islas Molucas y Japón, donde bautizó a miles. Murió en 1552. Fue beatificado por Paulo V en 1619 y canonizado por Gregorio XV en 1662.

El evangelio de hoy nos comunica a Jesús mismo, hoy escuchamos los latidos de su corazón. Su mirada se fija en las multitudes con una compasión infinita y nos invita a compartir su mismo amor por la humanidad, confiándonos el doble mandato de la oración y de la misión, porque para él, tener autoridad significa tener compasión, bondad y amor.

  1. Meditación

Queridos hermanos: ¿cuál es el mensaje que Jesús nos transmite a través de su Palabra?

El texto de hoy resalta la importancia que tiene la misión de los doce apóstoles, que simbolizan a los pastores y comunidades de la Iglesia. El llamado de Jesús a los misioneros y su envío tiene un carácter universal porque es imperioso anunciar la buena nueva y cuidar la vida en todas sus dimensiones. Proclamar el reino significa también tener la certeza de que el reino está entre nosotros y que formamos parte de él.

El poder, las gracias y el amor de Nuestro Señor Jesucristo se transmite íntegramente a sus discípulos, y estas gracias se extienden en la actualidad a todos los discípulos del Señor, según la voluntad del Espíritu Santo. Por ello, todos los dones que hemos recibido de Dios debemos ejercitarlos y brindarlos gratuitamente a nuestros hermanos, en el Santísimo Nombre de Jesús.

Han existido momentos en los que también nosotros éramos “ovejas sin pastor”, pero la mirada de Nuestro Señor Jesucristo nos alcanzó y nos señaló el camino de la vida eterna. Sin embargo, hay muchos hermanos que se han distraído y andan por la vida sin un objetivo existencial; a ellos quiere llegar Nuestro Señor Jesucristo, el Señor de la Vida, a través de nosotros.

Conscientes de que las recomendaciones de Jesús son muy diferentes a los criterios del mundo, intentemos responder: ¿Cumplo y defiendo los criterios de la misión enunciados por Nuestro Salvador? Que las respuestas a esta pregunta nos ayuden a ser misioneros activos de Nuestro Señor Jesucristo, porque todos estamos llamados a la misión de llevar la Palabra de Dios y su amor a toda la humanidad. La misión no es fácil, pero sí es posible con la ayuda de Dios.

¡Jesús, María y José nos aman!

  1. Oración

Padre eterno, que adquiriste para ti numerosos pueblos por la predicación de San Francisco Javier, haz que los fieles se apasionen con su mismo celo por la fe, y que la Iglesia se alegre por ver crecer en todas partes el número de sus hijos.

Santísima Trinidad: Dios Padre, Dios Hijo y Dios Espíritu Santo, inspira y fortalece a la Iglesia en la misión de llevar el Evangelio y la misericordia a toda la humanidad. Te rogamos que envíes más obreros para la misión y que la novedad del Evangelio sea aceptada por toda la humanidad.

Amado Jesús: a través de tu Santo Espíritu, concédenos también a nosotros la gracia de ser misioneros anunciadores de la alegría de la salvación que eres tú, amado Señor.

Amado Jesús, te suplicamos, ilumines a nuestros difuntos que yacen en tiniebla y en sombra de muerte, y ábreles las puertas de tu reino.

Madre Santísima, Inmaculada Concepción, Madre del amor bendito, intercede ante la Santísima Trinidad por nuestras peticiones. Amén.

  1. Contemplación y acción

Hermanos: contemplemos a Dios con un texto de Manuel Garrido Bonaño:

«Jesús se compadece de la muchedumbre. La misión de Jesús se prolonga por medio de sus discípulos. Es para Cristo y para ellos la hora de la compasión con los hermanos, los hombres y mujeres de todos los tiempos. ¡Cuántos marchan por la vida como ovejas sin pastor! Necesitan de nuestra ayuda. Todo cristiano ha de ser necesariamente misionero, aunque en esto existan grados y modos diversos. Todos estamos obligados a difundir el mensaje de salvación, con nuestras oraciones y sacrificios, con nuestra palabra y con nuestro ejemplo.

Con gran corazón, con inmenso amor hagámonos solidarios de todos los males y sufrimientos de los hombres que nos rodean y de los que viven a mucha distancia de nosotros. Todos son hermanos nuestros y a todos debe llegar nuestra ayuda. “A Ti levanto mi alma”. Tal es el clamor que debe brotar de nuestro corazón en este tiempo de Adviento al contemplar tanta miseria moral en nosotros y en todos los hombres. Ningún poder humano puede darnos la redención verdadera, la liberación que en realidad necesitamos todos los hombres. Únicamente Jesucristo, el Hijo de Dios vivo, nos la puede dar, sólo Él nos puede salvar».

Hermanos: pidamos hoy la intercesión de San Francisco Javier para que el Espíritu Santo nos inspire y fortalezca al anunciar que el Reino libera a la gente de sus penas y sufrimientos, que da la vida, que contagia la felicidad. Hagamos el compromiso de trabajar cristianamente por una sociedad de paz, de justicia y amor.

¡El amor todo lo puede! Amemos, que el amor glorifica a Dios.

Oración final

Gracias Señor Jesús porque tu Palabra nos conduce por caminos de paz, amor y santidad.

Espíritu Santo ilumínanos para que la Palabra se convierta en acción. Dios glorioso, escucha nuestra oración, bendito seas por los siglos de los siglos.

Madre Santísima intercede ante la Santísima Trinidad por nuestra petición. Amén.