JUEVES DE LA SEMANA I DE ADVIENTO – CICLO A

LECTIO DIVINA DEL JUEVES DE LA SEMANA I DE ADVIENTO – CICLO A

«No todo el que me dice “Señor, Señor” entrará en el reino de los cielos, sino el que cumple la voluntad de mi Padre que está en el cielo» Mt 7,21.

Oración inicial

Santo Espíritu de Dios, Amor del Padre y del Hijo, ilumínanos con tus dones para que podamos comprender los tesoros de la sabiduría que Jesús nos quiere revelar en este día.

Madre Santísima intercede ante la Santísima Trinidad por nuestra petición. Ave María Purísima, sin pecado concebida.

  1. Lectura

Lectura del santo evangelio según san Mateo 7,21.24-27

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «No todo el que me dice “Señor, Señor” entrará en el reino de los cielos, sino el que cumple la voluntad de mi Padre que está en el cielo. El que escucha estas palabras mías y las pone en práctica se parece a aquel hombre prudente que edificó su casa sobre roca. Cayó la lluvia, se salieron los ríos, soplaron los vientos y arremetieron contra aquella casa; pero no se derrumbó porque estaba cimentada sobre roca. Al contrario, el que escucha estas palabras mías y no las pone en práctica se parece a aquel hombre necio que edificó su casa sobre arena. Cayó la lluvia, se salieron los ríos, soplaron los vientos y arremetieron contra la casa: esta se derrumbó y fue grande su ruina».

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«Tenemos un modelo admirable, estos días de Adviento, en María, la Madre de Jesús. Ella fue una mujer de fe, totalmente disponible ante Dios, que edificó su vida sobre la roca de la Palabra. Que ante el anuncio de la misión que Dios le encomendaba, respondió con una frase que fue la consigna de toda su vida, y que debería ser también la nuestra: “hágase en mí según tu Palabra”. Es nuestra maestra en la obediencia a la Palabra» (José Aldazabal).

El pasaje de evangélico de hoy se encuentra al final del Sermón de la Montaña y está compuesto por dos segmentos: el primero comprende el versículo 21, en el que Jesús explica que hacer la voluntad de Dios Padre es hacer su voluntad. Este texto se encuentra también en Lucas 6,46. El segundo segmento está entre los versículos 24 al 27 y se ubica también en Lucas 6,47-49; en este segmento Jesús señala que quienes creen firmemente en Él y cumplen sus enseñanzas, aunque enfrenten tempestades y continuas tentaciones, se mantendrán fieles al Señor.

Recordemos que en Mateo 16,18-19, Jesús le dijo a Pedro «Pues yo te digo que tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el imperio de la muerte no la vencerá» para referirse a la piedra firme y sólida de su Evangelio.

  1. Meditación

Queridos hermanos: ¿cuál es el mensaje que Jesús nos transmite a través de su Palabra?

Hoy, Nuestro Señor Jesucristo señala claramente que no basta una adhesión externa, sino la comunión total con todas sus enseñanzas que nos piden hacer la voluntad de Dios Padre. No basta que invoquemos el Santo Nombre de Dios, sino que hagamos lo que Él quiere.

Con la parábola de las dos casas, una construida sobre roca y otra sobre arena, Jesús describe a dos tipos de constructores, uno sensato y el otro necio. Externamente las dos casas pueden verse iguales; sin embargo, en una de las casas se vive con plena garantía ya que está preparada para resistir las más fuertes tempestades. De esta manera, nuestra vida espiritual debemos construirla con la solidez de la virtud; es decir, prepararnos para hacer frente a todo lo que pueda apartarnos de nuestro seguimiento a Jesús.

Pero el mundo presenta modelos de casas o vidas construidas sobre arena: vanidad, lujo, lujuria, poder e ideologías que buscan destruir a la familia y la vida. Son modelos impulsados por la oscuridad, que los promueve entre los jóvenes, principalmente. Ante esta situación y en concordancia con el Evangelio, contribuyamos a la construcción de una sociedad justa y fraterna, sustentada en el amor y en la Palabra de Nuestro Señor Jesucristo.

Hermanos: a la luz de la Palabra y haciendo un profundo examen de conciencia, intentemos responder: ¿Cuál es la base de nuestra casa interior, de qué materiales está hecha? ¿Cuáles son las de tempestades que la hacen tambalear? Que las respuestas a estas preguntas nos ayuden a buscar siempre la solidez de nuestra vida espiritual, cumpliendo las enseñanzas de Nuestro Señor Jesucristo y pidiendo al Espíritu Santo la gracia de la sabiduría.

¡Jesús, María y José nos aman!

  1. Oración

Padre eterno, despierta tu poder, Señor, y ven a socorrernos con tu fuerza, para que la gracia de tu bondad apresure la salvación que retrasan nuestros pecados.

Amado Jesús, tú eres nuestra roca, concédenos la gracia que multiplique los frutos de nuestro esfuerzo de construcción de nuestra casa interior, contigo y en ti.

Espíritu Santo, estamos dispuestos a seguir a Nuestro Señor Jesucristo y cumplir la voluntad de Dios Padre, fortalece nuestros dones para llevarla a la práctica en todos los aspectos de nuestras vidas.

Amado Jesús, ten piedad de los difuntos y ábreles las puertas de tu mansión eterna.

María, Madre Santísima, Madre del Adviento, intercede ante la Santísima Trinidad por nuestras peticiones. Amén.

  1. Contemplación y acción

Contemplemos a Nuestro Señor Jesucristo con una disertación de San Gregorio Nacianceno:

«Una tarde me paseaba por la orilla del mar. Como dice la Escritura: “Soplaba un viento fuerte y el mar se iba encrespando”. Las olas se levantaban a lo lejos y se apoderaban de la orilla, chocando con las rocas, rompían y transformaban en espuma y gotitas. Pequeños guijarros, algas y conchas muy ligeras eran arrastradas por las aguas y echadas a la orilla; pero las rocas permanecían firmes e inquebrantables, como si todo estuviera en calma, incluso en medio de las olas que venían a dar contra ellas.

Saqué una lección de este espectáculo. Este mar ¿no es acaso nuestra vida y la condición humana? En ella hay mucha amargura e inestabilidad. Y los vientos, ¿acaso no son las tentaciones que nos asaltan y los golpes imprevistos de la vida? Entre las personas que pasan pruebas, unas me parecen como objetos ligeros y sin vida, que se dejan arrastrar sin oponer la mínima resistencia; no hay en ellas ningún rastro de firmeza, no tienen el contrapeso de una razón sana que lucha contra los asaltos que les llegan. Las otras las asemejo a rocas, dignas de esa Roca sobre la cual nos mantenemos firmes y a la que adoramos; estas, formadas con razonamientos de verdadera sabiduría, se levantan por encima de la debilidad ordinaria y lo soportan todo con una constancia inquebrantable».

Hermanos: edifiquemos nuestra vida sobre la roca firme de la Palabra, pidiendo a Dios la fe, la esperanza y la caridad que dan consistencia, estabilidad y solidez a la vida espiritual. Hagamos, pues, el compromiso de leer y meditar la Palabra de Dios, de acudir frecuentemente al sacramento de la penitencia, a la Santa Eucaristía, a la Adoración del Santísimo Sacramento y no dejemos nunca de pedir la compañía e intercesión de Nuestra Santísima Madre mediante el rezo del Santo Rosario.

¡El amor todo lo puede! Amemos, que el amor glorifica a Dios.

Oración final

Gracias Señor Jesús porque tu Palabra nos conduce por caminos de paz, amor y santidad.

Espíritu Santo ilumínanos para que la Palabra se convierta en acción. Dios glorioso, escucha nuestra oración, bendito seas por los siglos de los siglos.

Madre Santísima intercede ante la Santísima Trinidad por nuestra petición. Amén.