LECTIO DIVINA DEL VIERNES EN TIEMPO DE NAVIDAD – CICLO A
«Tú eres mi Hijo amado, mi predilecto» Mc 1,11.
Oración inicial
Santo Espíritu de Dios, Amor del Padre y del Hijo, ilumínanos con tus dones para que podamos comprender los tesoros de la sabiduría que Jesús nos quiere revelar en este día.
Madre Santísima intercede ante la Santísima Trinidad por nuestra petición. Ave María Purísima, sin pecado concebida.
- Lectura
Lectura del santo evangelio según san Marcos 1,6b-11
En aquel tiempo, proclamaba Juan: «Después de mí viene el que es más fuerte que yo, y no merezco agacharme para desatarle la correa de sus sandalias. Yo los he bautizado con agua, pero Él bautizará con Espíritu Santo». Por entonces llegó Jesús desde Nazaret de Galilea a que Juan lo bautizara en el Jordán. Apenas salió del agua, vio rasgarse el cielo y al Espíritu bajar hacia Él como una paloma. Se oyó una voz del cielo: «Tú eres mi Hijo amado, mi predilecto».
Palabra del Señor. Gloria a ti Señor Jesús.
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«Razonando sabiamente, y basándonos en los testimonios de la Sagrada Escritura, que Cristo no recibe el Espíritu para sí, sino que más bien nos da a nosotros lo que está en él: en efecto, todos los bienes nos vienen por medio de Él» (Cirilo de Alejandría).
Hoy meditamos la parte final del texto denominado “Juan Bautista” (versículos 7-8) que también se encuentra en Lc 3,15-16 y en Mt 3,11; también reflexionamos el pasaje del Bautismo de Jesús (versículos 9-11) que se ubica también en Lc 2,21-22 y Jn 1,29-34.
Tengamos en cuenta que, en nuestra jurisdicción, el domingo se celebrará la solemnidad de la Epifanía del Señor y el lunes, el Bautismo de Jesús, culminando el tiempo de navidad y dando inicio al tiempo ordinario.
En el pasaje evangélico, como muchos lo confundían con el Mesías, Juan Bautista aclara que su condición ante Jesús es incluso inferior a la de un siervo con su señor. Además, Juan bautiza externamente con agua, en cambio, Jesús bautiza con Espíritu Santo.
En el bautismo Jesús asume nuestra condición, expresando su determinación de dar la vida a favor de los demás. El descenso del Espíritu confirma la reapertura de la comunicación entre el cielo y la tierra. Dios se hace accesible a la humanidad por medio de Jesús, su Hijo. Es el descubrimiento de la plena identidad de Jesús y de la nuestra.
- Meditación
Queridos hermanos: ¿cuál es el mensaje que Jesús nos transmite a través de su Palabra?
Juan Bautista es el anunciador; más aún, alguien más humilde que el siervo, alguien que pondrá a Jesús siempre en el primer puesto. Juan nos enseña a respetar los roles. Jesús está delante, y es el Maestro, el Mesías; y todos estamos detrás y debemos seguirle.
Nuestro Señor Jesucristo posee una relación única y excepcional con Dios Padre y Dios Espíritu Santo; en este sentido, con el bautismo, Jesús muestra su profunda identidad. Por ello, cuando en el bautismo el cielo se rasga significa que el cielo ya no está sellado, como estuvieron por largo tiempo; desde ese momento se inicia una nueva comunicación entre el cielo y la tierra. La comunicación entre la Santísima Trinidad y la humanidad.
Hermanos, meditando la lectura, intentemos responder: ¿Comprendemos que con el sacramento del bautismo poseemos la dignidad de hijos de Dios Padre? Que las respuestas a esta pregunta contribuyan a que nuestra vida sea canto permanente de gratitud al cielo por la dignidad que se nos ha conferido.
¡Jesús, María y José nos aman!
- Oración
Ilumina con bondad a tus fieles, Señor, y enciende siempre sus corazones con la luz de tu gloria, para que en todo momento reconozcan a su Salvador y se adhieran sinceramente a Él.
Amado Jesús, imploramos tu misericordia para que todas las almas del purgatorio hereden la vida eterna.
Madre Santísima, Madre de la Divina Gracia, Reina de los apóstoles, intercede por nuestras peticiones ante la Santísima Trinidad. Amén.
- Contemplación y acción
Hermanos: contemplemos a la Santísima Trinidad con un escrito de John M. Kuvarapu:
«Se pidió a los apóstoles que fueran por todo el mundo y proclamaran la Buena Noticia a la creación. Antes de proclamar la Buena Noticia del Reino de Dios, Jesús mismo la descubrió en su propia vida, dentro de él mismo. Sucedió durante su bautismo, cuando se abrieron los cielos y bajó sobre él el Espíritu de Dios y le reveló que él era el Hijo de Dios; que Dios era su Padre; que Dios era el fundamento de su ser. Los cielos están siempre abiertos.
Es el corazón humano el que ha construido muros y techos, separándose así de la luz del cielo. Cuando se derriben los muros y los techos, el corazón humano encontrará a la luz del sol y conocerá su propia identidad verdadera en relación con Dios. Jesús nació en el seno del judaísmo. El judaísmo fue su madre espiritual. El Dios del judaísmo era el Dios de Abrahán, de Isaac y de Jacob. Jesús creció en la memoria de aquella tradición. Fue protegido y alimentado por aquella memoria. Sin embargo, cuando hubo crecido plenamente y comprendió que aquel seno ya no podía contenerle, llegó su momento, se liberó del seno de su madre espiritual, vio por vez primera la luz de Dios de una manera directa y descubrió su propia identidad verdadera en relación con Dios.
La humanidad ha vuelto, en Jesús, a su estado originario: a vuelto a ser a imagen y semejanza de Dios. Jesús no sólo llevó a la humanidad a su estado originario, sino que lo superó ulteriormente, al darse cuenta de que él y la humanidad son el Hijo e Hija de Dios. Comprendió no sólo que era el Hijo de Dios, sino que era una sola cosa con él, de suerte que se vuelve imposible la caída: “El Padre y yo somos uno”. Encontró su fundamento en una roca firme… Cuando Jesús oyó decir a la voz del Padre: “Tú eres mi Hijo amado”, oyó esta frase como dirigida no sólo a sí mismo, sino a todas las criaturas, porque Jesús estaba en presencia de Dios junto con toda la creación… Esta Buena Noticia que Jesús oyó en el fondo de su corazón, esta Buena Noticia que Dios anunció en el corazón de Jesús, es la Buena Noticia anunciada y dirigida a toda criatura».
Queridos hermanos: hagamos el compromiso de reflexionar sobre la dignidad de hijos de Dios Padre a través de Nuestro Señor Jesucristo y por acción del Espíritu Santo. Hagámoslo en el Sagrario, contemplando a la Santísima Trinidad.
¡El amor todo lo puede! Amemos, que el amor glorifica a Dios.
Oración final
Gracias Señor Jesús porque tu Palabra nos conduce por caminos de paz, amor y santidad.
Espíritu Santo ilumínanos para que la Palabra se convierta en acción. Dios glorioso, escucha nuestra oración, bendito seas por los siglos de los siglos.
Madre Santísima intercede ante la Santísima Trinidad por nuestra petición. Amén.