JUEVES DE LA SEMANA V DEL TIEMPO ORDINARIO – CICLO A

LECTIO DIVINA DEL JUEVES DE LA SEMANA V DEL TIEMPO ORDINARIO – CICLO A

«¡Mujer, que grande es tu fe!» Mt 15,28.

Oración inicial

Santo Espíritu de Dios, Amor del Padre y del Hijo, ilumínanos con tus dones para que podamos comprender los tesoros de la sabiduría que Jesús nos quiere revelar en este día.

Madre Santísima intercede ante la Santísima Trinidad por nuestra petición. Ave María Purísima, sin pecado concebida.

  1. Lectura

Lectura del santo evangelio según san Marcos 7,24-30

En aquel tiempo, Jesús fue a la región de Tiro. Se alojó en una casa procurando pasar desapercibido, pero no lo consiguió. Una mujer que tenía una hija poseída por un espíritu impuro se enteró enseguida, fue a buscarlo y se postró a sus pies. Esta mujer era pagana, siro-fenicia de nacimiento. Le rogaba que expulse el demonio de su hija. Y él le dijo: «Espera primero que se sacien los hijos. No está bien tomar el pan de los hijos y echárselos a los perritos». Pero ella le respondió: «Tienes razón, Señor; pero también los perritos, debajo de la mesa, comen las migajas que tiran los niños». Él le contestó; «Por lo que has dicho, anda, que el demonio ha salido de tu hija». Al llegar a su casa, encontró a su hija acostada en la cama; el demonio había salido.

Palabra del Señor. Gloria a ti Señor Jesús.

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«La humildad, maestra de todas las virtudes, es, a la par, el fundamento inconmovible del edificio sobrenatural, el don por antonomasia y la gracia más excelsa del Salvador» (Casiano).

El pasaje evangélico de hoy, denominado “la fe de una mujer cananea”, se encuentra también en Mateo 15,21-28. En el texto, tema central es la fe con humildad, a través de la cual se intercede proféticamente por la liberación de toda impureza espiritual de otras personas.

En la primera etapa de la misión de Jesús, su acción evangelizadora estaba dirigida a los judíos (Mt 15,21-28). Sin embargo, una mujer pagana por su religión y siro-fenicia por su origen geográfico, con una fe sencilla e indesmayable, y porfiando en un duelo verbal, logra que Jesús cambie sus planes permitiendo que la novedad del Evangelio también llegue a los paganos.

La mujer llama a Jesús «Señor»; es la única vez que aparece este título en Marcos. En cuanto a la expresión «perros», esta era común entre los judíos para referirse a los paganos. Al volver a su casa, la madre descubre que la Palabra de Jesús y su fe han devuelto la vida a su hija. La cananea es un modelo de fe unida a la oración. Así, Jesús demuestra que la fe no tiene fronteras de ningún tipo; y deja claro que en la Iglesia no hay extranjeros.

  1. Meditación

Queridos hermanos: ¿cuál es el mensaje que Jesús nos transmite a través de su Palabra?

«Cuando te pongas ante Dios en la oración, tu pensamiento se ha de volver sencillo, como el de un niño que no sabe hablar. No digas ante Dios palabras que nacen de la cultura intelectual, sino aproxímate a él con un pensamiento ingenuo, camina ante él como un niño que se siente protegido por la mirada paterna. Está escrito: “El Señor guarda a los sencillos” (Sal 114,6)» (Isaac de Nínive).

La grandeza de la fe y de la humildad de la mujer cananea, pese a la marginación espiritual y social que sufría, permite que la gracia transformadora de Nuestro Señor Jesucristo actúe liberando a su hija. Más allá de los signos y prodigios, basta que confiemos completamente en Jesús para que Él nos transforme y sane. Cuando la fe gana espacio en nuestros corazones, la gracia divina y el poder transformador de Jesús también lo hace.

La primera respuesta de Jesús puede ser un motivo de desánimo para cualquiera, un desaire que puso a prueba la fe de la mujer cananea. De la misma manera, a diario, se nos presentan pruebas que ponen a prueba nuestra fe y la relación que tenemos con Nuestro Señor Jesucristo. Jesús observó la reacción de la mujer y luego actuó con misericordia para otorgar la pureza espiritual a la hija. De esta manera, con fe y humildad, se produce la ansiada liberación.

Meditando la lectura, intentemos responder: ¿Cuándo pasamos por situaciones difíciles, acudimos a la misericordia de Dios con fe y humildad? ¿Acogemos a los hermanos necesitados que se acercan a nosotros e intercedemos por ellos, con fe? Que las respuestas a estas preguntas sean beneficiosas para fortalecer nuestra fe e interceder por nuestro prójimo más necesitado ante Nuestro Señor Jesucristo.

¡Jesús, María y José nos aman!

  1. Oración

Amado Jesús, otórganos la fe y la humildad de la mujer cananea que transformó esquemas humanos que marginan a las personas, en prodigios de amor y de fe.

Amado Jesús, fuente inagotable de amor, misericordia y pureza, ten compasión de nosotros y otórganos los dones espirituales para interceder proféticamente y socorrer con fe a nuestro prójimo, en especial, a los más necesitados.

Padre eterno, te suplicamos admitas en tu reino a todos los difuntos de todo tiempo y lugar para que puedan contemplar tu rostro. Protege Señor a las almas de los agonizantes para que lleguen a tu reino.

Madre Santísima, Inmaculada Concepción, intercede ante la Santísima Trinidad por nuestras peticiones. Amén.

  1. Contemplación y acción

«Si tuvieran fe como un granito de mostaza, dirían a aquel monte que se mueva para allá, y se movería. Y nada sería imposible para ustedes», dice el Señor.

Hermanos: contemplemos a Dios con un sermón de San Agustín:

«El pasaje del evangelio que se ha leído nos incita a orar, a creer y a confiar no ya en nosotros, sino en el Señor. Si falta la fe, es imposible la oración. En efecto, ¿quién ora alguna vez lo que no cree? Por eso también el bienaventurado apóstol, exhortando a la oración, dice: “Todo el que invoque el nombre del Señor se salvará” (Rom 10,13). Y para demostrar que la fe es la fuente de la oración y que el arroyo no puede correr cuando la fuente está seca, añade: “Ahora bien, ¿cómo podrán invocar al Señor si no han creído en él?» (Rom 10,14). En consecuencia, para orar debemos creer y, para que no disminuya la fe con la que oramos, debemos orar. La fe hace brotar la oración, y la oración que mana obtiene la estabilidad de la fe. La fe -repito- es la fuente de la oración, la cual, cuando se derrama, obtiene firmeza para la misma fe.

Precisamente para que no disminuyera la fe en las tentaciones, dijo el Señor: “Velad y orad, para no entrar en la tentación” (Lc 22,46). ¿Qué significa “entrar en la tentación”, sino “salir de la fe”? La tentación progresa, en efecto, en la medida en que retrocede la fe, y viceversa. Pues bien, a fin de que vuestra caridad comprenda con mayor claridad que la exhortación del Señor “velad y orad, para no entrar en la tentación” se hizo a propósito de la fe, para que no disminuyera y desapareciera, dijo en este pasaje del evangelio: “Simón, Simón, mira que Satanás os ha reclamado para zarandearos como al trigo. Pero yo he rogado por ti, para que tu fe no decaiga” (Lc 22,31). Ora aquel que nos defiende, ¿y no ora el que se encuentra en el peligro? Son los humildes los que tienen fe, no los soberbios. Hablad por los que no tienen voz, orad por los que lloran».

Hermanos: hagamos el compromiso de mantener firme nuestra fe, pidiendo siempre que el Espíritu Santo la aumente a través de la oración. Así mismo, estemos dispuestos a ayudar a todas aquellas personas que necesitan apoyo, sin distinción de nacionalidad o de otra índole.

¡El amor todo lo puede! Amemos, que el amor glorifica a Dios.

Oración final

Gracias Señor Jesús porque tu Palabra nos conduce por caminos de paz, amor y santidad.

Espíritu Santo ilumínanos para que la Palabra se convierta en acción. Dios glorioso, escucha nuestra oración, bendito seas por los siglos de los siglos.

Madre Santísima intercede ante la Santísima Trinidad por nuestra petición. Amén.