MIÉRCOLES XXVII DE TIEMPO ORDINARIO – CICLO A

LECTIO DIVINA DEL MIÉRCOLES XXVII DE TIEMPO ORDINARIO – CICLO A

SAN JUAN XXIII, PAPA

«Señor, enséñanos a orar» Lc 11,1.

Oración inicial

Santo Espíritu de Dios, Amor del Padre y del Hijo, ilumínanos con tus dones para que podamos comprender los tesoros de la sabiduría que Jesús nos quiere revelar en este día.

Madre Santísima intercede ante la Santísima Trinidad por nuestra petición. Ave María Purísima, sin pecado concebida.

  1. Lectura

Lectura del santo evangelio según san Lucas 11,1-4

Una vez, Jesús estaba orando en cierto lugar. Cuando uno de sus discípulos le dijo: «Señor, enséñanos a orar, como Juan enseñó a sus discípulos». Él les dijo: «Cuando oren digan: “Padre, santificado sea tu nombre, venga tu reino, danos cada día nuestro pan cotidiano, perdónanos nuestros pecados, porque también nosotros perdonamos a todo el que nos ofende, y no nos dejes caer en tentación”».

Palabra del Señor. Gloria a ti Señor Jesús.

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«A los hombres de nuestro tiempo la Iglesia no les da riquezas perecederas ni les promete una felicidad simplemente terrena. Les reparte, sin embargo, los bienes de la gracia sobrenatural, que, al elevarlos a la dignidad de hijos de Dios, sirven de defensa y ayuda para hacer su vida más humana. Les abre las fuentes de su rica doctrina con la cual los hombres, iluminados con la luz de Cristo, son capaces de comprender a fondo lo que verdaderamente son, su excelsa dignidad y el fin que deben buscar. Finalmente, la Iglesia, por medio de sus hijos, ensancha en todas las partes las dimensiones de la caridad cristiana, que es lo más adecuado para arrancar las semillas de las disensiones y lo más eficaz para impulsar la concordia, la paz justa y la unidad fraterna de todos» (San Juan XXIII).

Angelo Giuseppe Roncalli nació el 25 de noviembre de 1881 en Sotto il Monte, en Bérgamo, Italia. Fue el cuarto de trece hermanos. Fue bautizado ese mismo día. Recibió la confirmación y la primera comunión en 1889. Fue ordenado sacerdote el 10 de agosto de 1904.

Durante la Primera Guerra Mundial fue sargento de sanidad y capellán castrense. Ordenado Obispo en 1925 en Roma, estuvo Bulgaria hasta finales de 1934. Cuando empezó la Segunda Guerra Mundial, estaba en Grecia, que quedó destruida por los combates. Puso a salvo a muchos judíos sirviéndose del “visado de tránsito” de la Delegación Apostólica. En diciembre de 1944 Pío XII lo nombró Nuncio Apostólico en París, donde ayudó a los prisioneros de guerra.

En 1953 fue nombrado cardenal. Tras la muerte de Pío XII, fue elegido Papa el 28 de octubre de 1958. En sus cinco años como Papa, el mundo entero pudo ver en él una imagen auténtica del Buen Pastor. Humilde y atento, decidido y valiente, sencillo y activo, practicó los gestos cristianos de las obras de misericordia corporales y espirituales, visitando a los encarcelados y a los enfermos, acogiendo a personas de cualquier nación y credo, comportándose con todos con un admirable sentido de paternidad.

Convocó el Concilio Vaticano II. Murió el 3 de junio de 1963, al día siguiente de Pentecostés, en profundo espíritu de abandono a Jesús, deseando su abrazo, rodeado por la oración unánime de todo el mundo, que parecía haberse reunido en torno a él, para respirar con él el amor del Padre. Juan XXIII fue declarado beato por el Papa Juan Pablo II el 3 de septiembre de 2000 y el Papa Francisco lo canonizó el 27 de abril de 2014. (Perfil biográfico de Juan XXII, Web del Vaticano)

Hoy meditamos la oración del Padrenuestro, que también se ubica en Mateo 6,9-15, en el que se identifican siete peticiones. En Lucas, la oración forma parte los hechos que ocurrieron cuando Jesús iba camino a Jerusalén; su texto, es más breve que en el evangelio de San Mateo.

En Lucas, las cuatro peticiones de Jesús sintetizan el proyecto de vida del cristiano: la primera es la invocación y la santificación del Santo Nombre de Dios Padre. La segunda pide la providencia divina para la subsistencia diaria. La tercera expresa el ferviente deseo que su Reino se instaure en nuestros corazones, pidiendo su misericordia y siendo misericordiosos con el prójimo, con quien pueden surgir enfrentamientos y contrariedades, pero a quien debemos estar plenamente dispuestos a perdonar en el nombre de Dios. Y la cuarta se refiere a estar alertas y pedir la ayuda divina de Dios Padre para alcanzar la victoria sobre las tentaciones; en el evangelio de Mateo, también le suplicamos que nos libere del mal y le pedimos la libertad de todas las ataduras del maligno.

  1. Meditación

Queridos hermanos: ¿cuál es el mensaje que Jesús nos transmite a través de su Palabra?

A través de la oración maravillosa del Padrenuestro, tan sencilla y profunda a la vez, todos nosotros y todas las personas del mundo tenemos la oportunidad de experimentar el encuentro personal con Dios Padre. El Padrenuestro nos brinda el privilegio santificar el Nombre de Dios Padre, de llamarlo confiadamente Padre, “Abba”, fortaleciendo nuestra fe en la filiación con Él, y acercándonos a su amor y misericordia.

Hermanos, meditando el pasaje evangélico de hoy, respondamos: ¿Cómo rezamos? ¿Cómo nos dirigimos a la Santísima Trinidad? ¿Aceptamos la propuesta de Nuestro Señor Jesucristo de dirigirnos a Dios Padre para adorarle, agradecerle y pedirle por nosotros y por nuestros hermanos? ¿Perdonamos a las personas que nos ofenden? Que las respuestas a estas preguntas nos ayuden a que nuestra vida sea coherente con las enseñanzas de Nuestro Señor Jesucristo; compromiso que asumimos cada vez que rezamos el Padrenuestro.

¡Jesús, María y José nos aman!

  1. Oración

Dios todopoderoso y eterno, que, en san Juan, papa, has hecho resplandecer ante el mundo la imagen viva de Cristo, Buen Pastor, concédenos, por su intercesión, manifestar con gozo la plenitud de la caridad cristiana.

Santo Dios, Santo Padre del cielo, envía tu Espíritu Santo para fortalecer nuestra fe y poder ser discípulos de Jesús en todas las circunstancias de nuestras vidas.

Padre eterno, dígnate agregar a los difuntos al número de tus escogidos, cuyos nombres están escritos en el libro de la vida.

Madre Santísima, Madre de la Divina Gracia, Madre de Misericordia, intercede ante Dios Padre por nuestras peticiones. Amén.

  1. Contemplación y acción

Contemplemos también a nuestro Señor Jesucristo con un texto de Guillermo de Saint-Thierry:

«Oh alma fiel, cuando tu fe se vea rodeada de incertidumbre y tu débil razón no comprenda los misterios demasiado elevados, di sin miedo, no por deseo de oponerte, sino por anhelo de profundizar: “¿Cómo será eso?”.

Que tu pregunta se convierta en oración, que sea amor, piedad, deseo humilde. Que tu pregunta no pretenda escrutar con suficiencia la majestad divina, sino que busque la salvación en aquellos mismos medios de salvación que Dios nos ha dado. Entonces te responderá el Consejero admirable: cuando venga el Defensor, que enviará el Padre en mi nombre, él os enseñará todo y os guiará hasta la verdad plena. Pues nadie conoce lo íntimo del hombre, sino el Espíritu del hombre, que está en él; y, del mismo modo, lo íntimo de Dios lo conoce sólo el Espíritu de Dios.

Apresúrate, pues, a participar del Espíritu Santo: cuando se le invoca, ya está presente; es más, si no hubiera estado presente no se le habría podido invocar. Cuando se le llama, viene, y llega con la abundancia de las bendiciones divinas. Él es esa impetuosa corriente que alegra la ciudad de Dios.

Si al venir te encuentra humilde, sin inquietud, lleno de temor ante la palabra divina, se posará sobre ti y te revelará lo que Dios esconde a los sabios y entendidos de este mundo. Y, poco a poco, se irán esclareciendo ante tus ojos todos aquellos misterios que la Sabiduría reveló a sus discípulos cuando convivía con ellos en el mundo, pero que ellos no pudieron comprender antes de la venida del Espíritu de verdad, que debía llevarlos hasta la verdad plena.

En vano se espera recibir o aprender de labios humanos esa verdad que sólo puede enseriar el que es la misma verdad. Pues es la misma verdad quien afirma: Dios es Espíritu, y así como los que quieren adorarle deben hacerlo en espíritu y verdad, del mismo modo los que desean conocerlo deben buscar en el Espíritu Santo la inteligencia de la fe y la significación de la verdad pura y sin mezclas.

En medio de las tinieblas y de las ignorancias de esta vida, el Espíritu Santo es, para los pobres de espíritu, luz que ilumina, caridad que atrae, dulzura que seduce, amor que ama, camino que conduce a Dios, devoción que se entrega, piedad intensa.

El Espíritu Santo, al hacernos crecer en la fe, revela a los creyentes la justicia de Dios, da gracia tras gracia y, por la fe que nace del mensaje, hace que los hombres alcancen la plena iluminación».

Hermanos: Alabemos a Dios Padre, creador nuestro, por su amor e infinita misericordia; y seamos siempre agradecidos a la Santísima Trinidad por todos los dones recibidos. Reconozcamos que somos frágiles y caemos muchas veces en las tentaciones y el pecado. Pidamos diariamente el perdón a Dios y la gracia de perdonar a quienes nos ofenden.

¡El amor todo lo puede! Amemos, que el amor glorifica a Dios.

Oración final

Gracias Señor Jesús porque tu Palabra nos conduce por caminos de paz, amor y santidad.

Espíritu Santo ilumínanos para que la Palabra se convierta en acción. Dios glorioso, escucha nuestra oración, bendito seas por los siglos de los siglos.

Madre Santísima intercede ante la Santísima Trinidad por nuestra petición. Amén.