SÁBADO DE LA SÉPTIMA SEMANA DE PASCUA DE RESURRECCIÓN – CICLO C

LECTIO DIVINA DEL SÁBADO DE LA SÉPTIMA SEMANA DE PASCUA DE RESURRECCIÓN – CICLO C

Oración inicial

Santo Espíritu de Dios, Amor del Padre y del Hijo, ilumínanos con tu sabiduría para que podamos comprender el mensaje que Jesús nos quiere comunicar en este día.

Espíritu Santo, otórganos la gracia para que la Palabra sea nuestra escuela de vida.

Madre Santísima intercede ante tu hijo Jesucristo por nuestra petición. Ave María Purísima, sin pecado concebida.

 

  1. Lectura

Lectura del santo evangelio según san Juan 21, 20-25

En aquel tiempo, Pedro, volviéndose, vio que lo seguía el discípulo a quien Jesús tanto quería, el mismo que durante la cena se había reclinado sobre el pecho de Jesús y le había dicho: «Señor, ¿quién es el que te va a entregar?». Al verlo, Pedro dice a Jesús: «Señor, y éste ¿qué?». Jesús le respondió: «Si quiero que se quede hasta que yo venga, ¿y a ti qué? Tú, sígueme». Entonces, se empezó a correr entre los hermanos el rumor de que ese discípulo no moriría. Pero no le dijo Jesús que no moriría, sino: «Si quiero que se quede hasta que yo venga, ¿a ti qué?». Este es el discípulo que da testimonio de todo esto y lo ha escrito; y nosotros sabemos que su testimonio es verdadero. Muchas otras cosas hizo Jesús. Si se escribieran una por una, pienso que en todo el mundo no cabrían los libros que pudieran escribirse.

Palabra del Señor.

 

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Los pasajes evangélicos de hoy y de ayer narran el último encuentro de Jesús con sus discípulos. En la lectura de hoy aparecen Pedro y Juan, y además es la parte final del evangelio de San Juan.

En el texto de hoy, Jesús invita a sus discípulos a seguirle y, por ello, tendrán que sufrir y morir por Él; sin embargo, esto no ocurrió con Juan, ya que Jesús lo había destinado a otra misión: la de anunciar su palabra por el resto de su vida. Recordemos que cuando todos los apóstoles abandonaron a Jesús, el único que lo acompañó hasta en final, en la cruz, fue Juan.

Pedro se preocupa por el destino de Juan; pero Jesús, como pastor y Maestro, lo reconviene y le señala claramente que cada uno debe seguir su propio camino, teniéndolo a Él como guía.

La parte final del evangelio señala que todas las revelaciones y obras de Jesús, Nuestro Redentor, son tan grandes que superan todas nuestras capacidades humanas.

 

 

  1. Meditación

Queridos hermanos: ¿cuál es el mensaje que Jesús nos transmite el día de hoy a través de su Palabra?

Hermanos: Jesús señala a Pedro y a todos nosotros que seguirle significa también estar dispuesto a morir por Él. Así mismo, Jesús también revela que la proclamación de su Palabra forma parte de la vida del discípulo.

Hermanos, meditando el pasaje evangélico de hoy, respondamos: ¿Me comparo con otras personas en mis quehaceres cotidianos y también en mi camino de seguimiento a Jesús? ¿Cumplo con mis responsabilidades siendo plenamente consciente de que cada persona tiene su propia misión en los caminos de Señor?

Que las respuestas a estas preguntas nos ayuden a discernir sobre nuestras propias responsabilidades y a seguir el camino que Dios ha marcado a cada uno de nosotros.

 

  1. Oración

Amado Jesús, concédenos las gracias para poder seguirte sea cual sea el camino que has destinado para cada uno de nosotros.

Amado Jesús, nos consagramos a ti para que con la fuerza de tu Santo Espíritu podamos dar testimonio de tu amor en cualquier circunstancia de nuestras vidas.

Madre Santísima, así como tu hiciste realidad tu maravillosa expresión de entrega a Dios: “Hágase en mi según tu palabra”; intercede ante tu amado Hijo para que nosotros hagamos también lo que Él nos inspira a través del Espíritu Santo. Amén.

 

  1. Contemplación y acción

Contemplemos a la Santísima Trinidad con la lectura de una parte del salmo 10:

«El Señor está en su templo santo, el Señor tiene su trono en el cielo; sus ojos están observando, sus pupilas examinan a los hombres.

El Señor encamina a inocentes y culpables, y al que ama la violencia él lo odia. Porque el Señor es justo y ama la justicia: los buenos verán su rostro».

 

Hermanos: a un día de la solemnidad de Pentecostés, invoquemos al Espíritu Santo para que nos ayude a discernir y a asumir nuestras propias responsabilidades en nuestro seguimiento a Jesús.

Hermanos: amemos, que el amor glorifica a Dios.

 

Oración final

Gracias Señor Jesús por tu Palabra de vida eterna.

Que el Espíritu Santo nos ilumine para que tu palabra penetre a lo más profundo de nuestras almas y se convierta en acción.

Dios glorioso, escucha nuestra oración, bendito seas por los siglos de los siglos.

Madre Santísima intercede ante la Santísima Trinidad por nuestra petición. Amén.