LECTIO DIVINA DEL MARTES DE LA SEMANA XVII DEL TIEMPO ORDINARIO – CICLO B

SAN PEDRO CRISÓLOGO, OBISPO Y DOCTOR DE LA IGLESIA

«Entonces los justos brillarán como el sol en el reino de su Padre. El que tenga oídos que oiga» Mt 13,43.

Oración inicial

Santo Espíritu de Dios, Amor del Padre y del Hijo, ilumínanos con tus dones para que podamos comprender los tesoros de la sabiduría que Jesús nos quiere revelar en este día.

Madre Santísima intercede ante la Santísima Trinidad por nuestra petición. Ave María Purísima, sin pecado concebida.

  1. Lectura

Lectura del santo evangelio según san Mateo 13,36-43

En aquel tiempo, Jesús dejó a la gente y se fue a casa. Los discípulos se le acercaron a decirle: «Explícanos la parábola de la cizaña en el campo». Él les contestó: «El que siembra la buena semilla es el Hijo del hombre; el campo es el mundo; la buena semilla son los ciudadanos del reino; la cizaña son los partidarios del maligno; el enemigo que la siembra es el diablo; la cosecha es el final de los tiempos y los que recogen la cosecha, los ángeles. Así como se arranca la cizaña y se echa al fuego, así será al final de los tiempos: el Hijo del hombre enviará a sus ángeles y arrancarán de su reino a todos los escándalos y a todos los que darán iniquidad y los arrojarán al horno encendido; allí será el llanto y el rechinar de dientes. Entonces los justos brillarán como el sol en el reino de su Padre. El que tenga oídos que oiga».

Palabra del Señor. Gloria a ti Señor Jesús.

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«Escuchad, carísimos granos de Cristo; escuchad carísimas espigas de Cristo; escuchad carísima mies de Cristo; reflexionad sobre vosotros mismos, mirad a vuestra conciencia, interrogad a vuestra fe, preguntad a vuestra caridad, despertad vuestra conciencia y si os reconocéis mies de Cristo, traed a vuestra mente: “quien perseverare hasta el fin, ése será salvo” (Mt 10,22). Pero quien, al escudriñar su conciencia, se encontrare entre la cizaña, no tema cambiarse. Todavía no hay orden de cortar; aún no llegó la siega; no seas hoy lo que eras ayer; o no seas mañana lo que eres hoy» (Manuel Garrido Bonaño).

San Pedro Crisólogo nació en el año 380, en Imola. Fue introducido en la vida clerical por el obispo Cornelio de Imola. Fue elegido obispo de Ravena, cargo que ejerció santamente. Era un predicador famoso, por ello fue llamado Crisólogo, es decir, “palabra de oro”, por su elocuencia. Murió el 31 de julio del año 450. Fue declarado doctor de la Iglesia por Benedicto XIII en 1729.

San Pedro Crisólogo nos exhorta a vivir con rectitud y a buscar la santidad en nuestra vida diaria. Que la gracia de Dios nos fortalezca y nos guíe, para que podamos brillar como el sol en el reino de nuestro Padre celestial.

En la lectura de hoy, ubicada en el discurso parabólico, Jesús esclarece con detalle la parábola pequeña y provocadora del trigo y la cizaña (versículos 24 al 30), dando sentido a cada uno de sus elementos, y poniendo énfasis en el juicio final que Dios realizará en forma definitiva e irrevocable al final de los tiempos.

Esta parábola expresa que estamos viviendo el tiempo de la paciencia y la misericordia de Dios que aguarda a que madure la cosecha para separar al trigo de la cizaña. Por ello es importante nuestra tolerancia, ya que nosotros no podemos adelantar el juicio de Dios. Nos toca convivir con la cizaña; seamos trigo y, confiados en Dios, no dejaremos que la parafernalia mundana nos distraiga de la sabiduría profunda de la Palabra.

  1. Meditación

Queridos hermanos: ¿cuál es el mensaje que Jesús nos transmite el día de hoy a través de su Palabra?

Nuestro Señor Jesucristo tomó nuestra condición humana para redimirnos del pecado y hacernos merecedores de la gracia de Dios y darnos vida eterna. Pero muchos no creyeron en Él y lo atacaron, lo flagelaron y le dieron muerte en la cruz, el crimen más humillante y doloroso. Cuando Nuestro Señor Jesucristo resucitó, demostrando su divinidad, muchos se convirtieron, pero otros se mantuvieron alejados de su amor.

Aun así, Él se muestra paciente y misericordioso, a la espera de que la cizaña se convierta en trigo. Por ello, nuestro comportamiento tiene que ser también paciente y tolerante, siempre dispuesto a ayudar a las personas a acercarse a la fuente de la gracia, que es Nuestro Señor Jesucristo. Recordemos que no somos trigo completamente limpio porque nadie es inocente ante los ojos de Dios. Jesús dijo también: «Solamente Dios es bueno» (Mc 10,18).

Pidamos al Espíritu Santo la perspicacia y la inteligencia para distinguir con claridad las fronteras tenues y difusas que la cizaña y su promotor colocan en nuestro camino para apartarnos de la Verdad, que es Nuestro Señor Jesucristo. Por ejemplo, a la luz de la Palabra, la cizaña la podemos distinguir claramente en la ideología de género, en el ataque frontal del mundo a la familia cristiana y a la vida humana en toda su extensión, y en otros flagelos que agobian a las personas. Aun así, muchos hermanos no advierten estas situaciones y defienden y avalan dichas iniciativas. Frente a ello, nos toca actuar con firmeza cristiana y, a la vez, con tolerancia para que acercar a la humanidad a Dios.

Hermanos: a la luz de la Palabra, respondamos de corazón: ¿Distinguimos con firmeza lo que es cizaña en nuestras vidas? ¿Somos pacientes y tolerantes como lo es Nuestro Señor Jesucristo? Que las respuestas a estas preguntas nos ayuden a ser firmes en nuestro seguimiento a Nuestro Señor Jesucristo, sin juzgar, sin condenar, sin excluir, sino atendiendo al hermano que busca a Dios.

¡Jesús, María y José nos aman!

  1. Oración

Padre eterno, que hiciste de tu obispo san Pedro Crisólogo un insigne predicador de la Palabra encarnada, concédenos, por su intercesión, guardar y meditar en nuestros corazones los misterios de la salvación y vivirlos en la práctica con fidelidad.

Amado Jesús, estamos aquí, a tus pies, para decirte que te amamos y que deseamos cumplir tu Palabra; concédenos las gracias del Espíritu Santo para que la llevemos a la práctica, sin juzgar, sin condenar, sin excluir a nadie, y que algún día todos podamos brillar como el sol en el reino de Dios Padre.

Espíritu Santo, fortalece, ilumina e inspira a la Iglesia para que lleve la Palabra de Nuestro Señor Jesucristo, convertida en acción, a todos los confines de la tierra.

Amado Jesús, Maestro de la humildad, mira con bondad y misericordia a las almas del purgatorio, y permíteles alcanzar la vida eterna en el cielo.

Madre Santísima, Madre de la Divina Gracia, intercede ante la Santísima Trinidad por nuestras peticiones. Amén.

  1. Contemplación y acción

Contemplemos a Nuestro Señor Jesucristo con una homilía de San Macario:

«“Cristo le devolverá el Reino a su Padre”, dice san Pablo (1Co 15,24), no en sentido de que renunciaría a su poder devolviéndole su Reino, sino porque somos nosotros quienes seremos el Reino de Dios, cuando hayamos sido hechos conforme a la gloria de su cuerpo, constituidos Reino de Dios por la glorificación de su cuerpo. Es a nosotros a quienes devolverá al Padre, como Reino, según lo que está dicho en el Evangelio: “Venid, benditos de mi Padre, tomad posesión del reino preparado para vosotros desde la creación del mundo” (Mt 25,34).

“Los justos brillarán como el sol en el Reino de su Padre”. Porque el Hijo le entregará a Dios, como su Reino, a aquellos a los que convidó a su Reino, a aquellos a quienes prometió la bienaventuranza de este misterio, por estas palabras: “Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios” (Mt 5,8)… he aquí que aquellos que devuelve a su Padre como su Reino, ven a Dios.

El Señor mismo explicó a sus apóstoles en qué consiste este Reino: “El Reino de Dios está dentro de vosotros” (Lc 17,21). Y si alguno quiere saber quién es el que devuelve el Reino, que escuche: “Cristo resucitó de entre los muertos, para ser entre los muertos el primer resucitado. Ya que la muerte vino por un hombre, también por un hombre viene la resurrección” (1Co 15,20-21). Todo esto concierne al misterio del Cuerpo, porque Cristo es el primer resucitado de entre los muertos… Es pues, para el progreso de la humanidad asumida por Cristo, que “Dios lo será todo en todos” (1Co 15,28)».

Queridos hermanos: mostremos nuestro amor a Dios escuchando su Palabra y llevándola a la práctica. Que, mientras más odio, injusticia y engaño encontremos en el mundo, sintamos un mayor deseo y llamado a mostrar más amor y misericordia.

¡El amor todo lo puede! Amemos, que el amor glorifica a Dios.

Oración final

Gracias Señor Jesús porque tu Palabra nos conduce por caminos de paz, amor y santidad.

Espíritu Santo ilumínanos para que la Palabra se convierta en acción. Dios glorioso, escucha nuestra oración, bendito seas por los siglos de los siglos.

Madre Santísima intercede ante la Santísima Trinidad por nuestra petición. Amén.