LECTIO DIVINA DEL VIERNES DE LA SEMANA XXII DEL TIEMPO ORDINARIO – CICLO B

«Nadie echa vino nuevo en odres viejos; porque el vino nuevo reventará los odres y se derramará, y los odres se estropearán. A vino nuevo, odres nuevos» Lc 5,37-38.

Oración inicial

Santo Espíritu de Dios, Amor del Padre y del Hijo, ilumínanos con tus dones para que podamos comprender los tesoros de la sabiduría que Jesús nos quiere revelar en este día.

Madre Santísima intercede ante la Santísima Trinidad por nuestra petición. Ave María Purísima, sin pecado concebida.

  1. Lectura

Lectura del santo evangelio según san Lucas 5,33-39

En aquel tiempo, dijeron a Jesús los fariseos y los escribas: «Los discípulos de Juan ayunan a menudo y oran, y los discípulos de los fariseos también; en cambio, los tuyos, comen y beben». Jesús les contestó: «¿Quieren que los amigos del novio ayunen mientras el novio está con ellos? Llegará el día en que se lleven al novio, entonces ayunarán». Y añadió esta parábola: «Nadie corta un pedazo de un vestido nuevo para remendar un vestido viejo. Si lo hace así, malogra el vestido nuevo; además el pedazo nuevo no quedará bien con el vestido viejo. Nadie echa vino nuevo en odres viejos; porque el vino nuevo reventará los odres y se derramará, y los odres se estropearán. A vino nuevo, odres nuevos. Nadie, después de haber gustado el vino añejo, quiere vino nuevo, pues dirá: “El añejo es mejor”».

Palabra del Señor. Gloria a ti Señor Jesús.

———–

«Los apóstoles tenían una formación religiosa propia del Antiguo Testamento: les costó ir madurando en la nueva mentalidad de Jesús. Nosotros estamos rodeados de una ideología y una sensibilidad neopagana; también tenemos que ir madurando: el vino nuevo de Jesús nos obliga a cambiar los odres. El vino nuevo implica actitudes nuevas, maneras de pensar propias de Cristo, que no coinciden con las de este mundo. Son cambios de mentalidad, profundos. No de meros retoques externos. En muchos aspectos son incompatibles el traje de este mundo y el de Cristo. Por eso cada día venimos a escuchar, en la misa, la doctrina nueva de Jesús y a recibir su vino nuevo» (José Aldazabal).

El pasaje evangélico de hoy se ubica después del llamado de Jesús a Leví y trata sobre el ayuno. La lectura también se encuentra en Mateo 9,14-17 y en Marcos 2,18-22.

La ley mosaica prescribía el ayuno solo el día anual de la Expiación. Además de los judíos practicantes, los fariseos piadosos ayunaban dos veces por semana, lunes y jueves, ya que con esta acción se pedía la venida del Mesías y que Dios escuche la oración. Por eso, los fariseos y escribas preguntaban por qué los discípulos de Jesús no lo hacían.

Pero el Mesías ya estaba en medio del pueblo, y sólo los que lo aceptaban como tal celebraban su presencia como un banquete. Esta es la clave para entender las comparaciones que propone Jesús respecto a su persona y a su obra: una realidad tan novedosa como su misión, que empieza por acoger a los excluidos, marginados y pecadores, y que no encaja con las expectativas rígidas y anquilosadas de la religiosidad de los principales escribas y fariseos.

En aquel tiempo, se comparaba la venida del Mesías y del Reino con una fiesta y banquete nupcial. Por eso la respuesta de Jesús es clara, mientras el novio, que es Él, esté con sus discípulos, estos no ayunarán; cuando el novio ya no esté con ellos, allí empezarán a ayunar. De esta manera, Jesús anticipa la última cena empleando el simbolismo nupcial para describir la relación entre Él y su pueblo, la Iglesia.

  1. Meditación

Queridos hermanos: ¿cuál es el mensaje que Jesús nos transmite a través de su Palabra?

La novedad que representó la Palabra de Jesús en su tiempo, así como su ejemplo, generó incomodidad en muchos. En la actualidad, también resulta difícil que muchas personas asimilen las enseñanzas de Nuestro Señor Jesucristo, sobre todo, si se aferran a los esquemas mentales del mundo.

A más de dos mil años de distancia, la historia nos presenta aperturas y ahondamientos en la comprensión de Jesus. Por un lado, múltiples ejemplos de hombres y de mujeres que han dado valor a su predicación con su vida. Por el otro lado, la búsqueda del éxito económico, los honores humanos, el culto a la persona, la acumulación de bienes materiales, así como el seguimiento de ideologías materialistas y antinaturales, son algunas de las conductas que promueve el mundo y que son contrarias a las enseñanzas de Jesús. Así mismo, el poder humano es contrario a las novedades. Frente a esta realidad, el núcleo esencial del mensaje de hoy está en la renovación interior de cada persona, como condición esencial para recibir el vino nuevo que Jesús trae.

Hermanos: meditando la lectura, contestemos: ¿Reconocemos a Nuestro Señor Jesucristo como el Mesías, como el Salvador del mundo? ¿Cuáles son las seguridades y esquemas a los que nos aferramos para no aceptar el vino nuevo de Nuestro Señor Jesucristo? Que las respuestas a estas preguntas nos ayuden a examinar nuestra fe y seguimiento a las enseñanzas de Nuestro Señor Jesucristo. Con la confianza puesta en Él, seamos críticos con nosotros mismos.

¡Jesús, María y José nos aman!

  1. Oración

Amado Jesús: tú eres el vino nuevo que debemos tomar para tener una vida renovada, permite, Señor, que seamos odres nuevos para recibir y guardar las gracias que nos concedes y que llevemos tu palabra a nuestros hermanos.

Espíritu Santo, que tu santa luz entre hasta el fondo del alma de todas las personas para que todos reconozcamos que Jesús es el Señor de señores, que Él es el Rey de reyes, el Amor de los amores.

Amado Jesús, misericordia pura, concede a almas del purgatorio la Gloria de tu Reino y protege a las personas moribundas en el tránsito hacia la vida eterna.

Madre Santísima, Madre de la Divina Gracia, intercede ante la Santísima Trinidad por nuestras peticiones. Amén.

  1. Contemplación y acción

Hermanos: contemplemos a Nuestro Señor Jesucristo con un sermón de San Bernardo, monje:

«Entre todos los movimientos del alma, sus sentimientos y afectos, el amor es el único que permite a la criatura responder a su Creador, si no de igual a igual, por lo menos de semejante a semejante… El amor del Esposo o, mejor dicho, el Esposo que es Amor no pide otra cosa sino amor recíproco y fidelidad. Que le sea posible a la esposa devolver amor por amor. ¿Cómo no amará siendo esposa y esposa del Amor? ¿Cómo no será amado el Amor? Ella pues, tiene razón al renunciar a cualquier otro afecto para poder consagrarse totalmente al amor, puesto que se le da la posibilidad de corresponder al Amor con un amor recíproco.

Pero, aunque ella se fundiera toda entera en amor ¿qué sería esto comparado con el torrente de amor eterno que brota de la misma fuente? La oleada que fluye de la que ama no es tan abundante como la que fluye del Amor, la del alma como la del Verbo, la de la esposa como la del Esposo, la de la criatura como la del Creador; la abundancia no es la misma la de la fuente que la del que viene a beber… Así pues, ¿los suspiros de la esposa, su amoroso fervor, su espera llena de confianza, todo ello será en vano porque en la carrera no puede rivalizar con el campeón (Sl 18,6), ni ser tan dulce como la misma miel, ni tan tierna como el cordero, ni tan blanca como el lirio, luminosa como el sol, e igual en amor a aquel que es el Amor? No. Porque si bien es verdad que la criatura, en la medida en que es inferior al Creador, ama menos que él, puede amarle con todo su ser, y nada falta allí donde hay totalidad…

Este es el amor puro y desinteresado, el amor más delicado, tan apacible como sincero, mutuo, íntimo, fuerte, que une a los dos amantes no en una sola carne sino en un solo espíritu, de manera que ya no son dos sino uno solo, según dice san Pablo: “El que se une al Señor es un espíritu con él” (1C 6,17)».

Queridos hermanos: estemos atentos para dejar que el Espíritu Santo vaya purificando nuestro seguimiento; esforcémonos en identificar aquellas seguridades a las que nos aferramos y que impiden una comunión plena con Jesús. Pidamos la gracia del Espíritu Santo para romper todos los esquemas mundanos y, así, recibir íntegramente la gracia de Nuestro Dios y no poner resistencia a convertir nuestro corazón a la novedad radical del Evangelio.

¡El amor todo lo puede! Amemos, que el amor glorifica a Dios.

Oración final

Gracias Señor Jesús porque tu Palabra nos conduce por caminos de paz, amor y santidad.

Espíritu Santo ilumínanos para que la Palabra se convierta en acción. Dios glorioso, escucha nuestra oración, bendito seas por los siglos de los siglos.

Madre Santísima intercede ante la Santísima Trinidad por nuestra petición. Amén.

Leave a Comment


The reCAPTCHA verification period has expired. Please reload the page.