LECTIO DIVINA DEL DOMINGO DE LA SEMANA XXVII DEL TIEMPO ORDINARIO – CICLO B

«Lo que Dios ha unido, que no lo separe el hombre». Mc 10,9.

Oración inicial

Santo Espíritu de Dios, Amor del Padre y del Hijo, ilumínanos con tus dones para que podamos comprender los tesoros de la sabiduría que Jesús nos quiere revelar en este día.

Madre Santísima intercede ante la Santísima Trinidad por nuestra petición. Ave María Purísima, sin pecado concebida.

  1. Lectura

Lectura del santo evangelio según san Marcos 10,2-16

En aquel tiempo, se acercaron unos fariseos y le preguntaron a Jesús, para ponerlo a prueba: «¿Le es lícito a un hombre divorciarse de su esposa?». Él les replicó: «¿Qué les mandó Moisés?». Contestaron: «Moisés permitió escribir el acta de divorcio y repudiarla». Jesús les dijo: «Moisés dejo escrito este precepto por lo tercos que son ustedes. Al principio de la creación, “Dios los creó hombre y mujer. Por eso dejará el hombre a su padre y a su madre, se unirá a su mujer y serán los dos una sola carne”. De modo que ya no son dos, sino una sola carne. Por eso, lo que Dios ha unido, que no lo separe el hombre». En casa, los discípulos volvieron a preguntarle sobre lo mismo. Él les dijo: «Si uno se divorcia de su mujer y se casa con otra, comete adulterio contra la primera. Y si ella se divorcia del marido y se casa con otro, comete adulterio». Le acercaban unos niños para que los tocara, pero los discípulos los regañaban. Jesús, viendo esto, se enojó y les dijo: «Dejen que los niños vengan a mí y no se lo impidan; porque el Reino de Dios pertenece a los que son como ellos. Les aseguro: el que no reciba el Reino de Dios como un niño, no entrará en él». Y tomaba en sus brazos a los niños y los bendecía poniendo las manos sobre ellos.

Palabra del Señor. Gloria a ti Señor Jesús.

———–

«El amor que une a un hombre con una mujer como esposos es al mismo tiempo don y mandato… el amor es don: El amor procede de Dios y todo el que ama ha nacido de Dios y conoce a Dios. Y al mismo tiempo el amor es un mandamiento, el más grande… Amarás. Obedecer el mandamiento del amor nos llevará a realizar todas las obligaciones de la familia cristiana. A fin de cuentas, todas se reducen a estas: la fidelidad y la honestidad conyugal, la paternidad responsable y la educación. La “pequeña Iglesia” -la Iglesia doméstica- indica que la familia vive en el espíritu del mandamiento del amor: su verdad interior, su esfuerzo cotidiano, su belleza espiritual y su fuerza… Si Dios es el amor, él es accesible. Si destruimos esta estructura inseparable, donde habla el mandamiento de Cristo, entonces el amor del hombre se separará de sus raíces más profundas, perderá sus raíces de plenitud y de verdad, que son esenciales. Imploramos en favor de todas las familias cristianas, de todas las familias del mundo, para que les sea concedida esta plenitud y verdad en el amor, esa que evoca el mandamiento de Cristo» (San Juan Pablo II).

El pasaje evangélico de hoy está integrado por dos textos: el primero, denominado “Sobre el matrimonio y el divorcio”, que se encuentra también en Mt 19,1-9. El segundo denominado “Jesús y los niños”, se ubica también en Mt 19,13-15 y en Lc 18,15-17.

En el primero, ante la pregunta capciosa de algunos fariseos, Jesús invita a redescubrir el proyecto original de Dios que está por encima de las leyes: «A imagen de Dios los creó, hombre y mujer los creó» (Gen 1,27). De esta manera deja en claro que el matrimonio es un proyecto de amor que implica igualdad de derechos, dignidad y obligaciones, excluyendo toda relación de dominación. Porque el amor en el matrimonio modela un corazón para soñar y para perdonar.

En el segundo fragmento, Jesús señala que la tarea del misionero es acercar a la gente a Él y no impedírselo. Y lo hace celebrando el valor de la pureza, inocencia y humildad de un niño. Por eso, según Jesús, hacerse como un niño, es alcanzar la madurez cristiana.

  1. Meditación

Queridos hermanos: ¿cuál es el mensaje que Jesús nos transmite a través de su Palabra?

El amor de Dios es el horizonte al que aspira toda pareja llamada al matrimonio. Es un camino de sabiduría que busca ser gratuito y servicial; un camino que es el mismo que el del amor.

Ante las corrientes mundanas que enaltecen las pasiones pasajeras y buscan destruir la familia, pidamos al cielo la gracia que ayude a los matrimonios a vivir en plenitud la dimensión celeste del matrimonio cristiano. Y, a los novios les conceda una espiritualidad cristiana para que sea la base de la futura familia y vean al matrimonio como una vocación cristiana de santidad.

En cuanto a nuestra misión cristiana, recordemos que el Reino de Dios se difunde desde la acogida y la defensa de los pequeños y desprotegidos. Por ello, tengamos en consideración las expresiones de San Carlos de Foucauld: «Amemos a todos los hombres por igual, ya que todos poseen una dignidad infinita; pero, siguiendo el ejemplo de Jesús, privilegiemos a los más débiles».

Hermanos: meditando la lectura, intentemos responder: ¿Cómo reaccionamos ante la promoción de la ideología de género que busca destruir la familia y la vida? ¿Cuál es nuestra actitud ante la violencia machista que agrede a la mujer? ¿Privilegiamos a los más débiles en nuestras obras de misericordia? Que la meta de nuestra vida sea salvar nuestra alma y la del prójimo, buscando con alegría y sencillez estar siempre cerca de Nuestro Señor Jesucristo.

¡Jesús, María y José nos aman!

  1. Oración

Dios todopoderoso y eterno, que desbordas con la abundancia de tu amor los méritos y los deseos de los que te suplican, derrama sobre nosotros tu misericordia, para que perdones lo que pesa en la conciencia y nos concedan aun aquello que la oración no menciona.

Padre eterno, que hiciste a los hombres a imagen tuya y los creaste varón y mujer para que, unidos en la carne y en el espíritu, sean colaboradores de tu creación, concédeles que en la comunidad sacramental se comuniquen los dones de tu amor y, siendo signo de tu presencia, sean un solo corazón y un solo espíritu.

Amado Jesús, te pedimos por todos los matrimonios que se encuentran en crisis, para que redescubran el amor con paciencia y superen los obstáculos que se les presenten, con amor, fidelidad y respeto mutuo.

Amado Jesús, te suplicamos que abras las puertas de tu Reino a los difuntos y protege a las almas de las personas agonizantes para que lleguen a contemplar tu rostro.

Madre Santísima, Madre de la Divina Gracia, intercede ante la Santísima Trinidad por nuestras peticiones. Amén.

  1. Contemplación y acción

Hermanos: contemplemos a Dios con una homilía de Benedicto XVI:

«Las lecturas bíblicas de la Liturgia de la Palabra de este domingo nos ofrecen dos puntos principales de reflexión: el primero sobre el matrimonio, que retomaré más adelante; el segundo sobre Jesucristo, que abordo a continuación. No tenemos el tiempo para comentar el pasaje de la carta a los Hebreos, pero debemos… acoger la invitación a fijar los ojos en el Señor Jesús, “coronado de gloria y honor por su pasión y muerte” (Hb 2,9). La Palabra de Dios nos pone ante el crucificado glorioso, de modo que toda nuestra vida, y en concreto la tarea de esta asamblea sinodal, se lleve a cabo en su presencia y a la luz de su misterio. La evangelización, en todo tiempo y lugar, tiene siempre como punto central y último a Jesús, el Cristo, el Hijo de Dios; y el crucifijo es por excelencia el signo distintivo de quien anuncia el Evangelio: signo de amor y de paz, y llamada a la conversión y a la reconciliación. Que nosotros venerados hermanos seamos los primeros en tener la mirada del corazón puesta en él, dejándonos purificar por su gracia.

El tema del matrimonio, que nos propone el Evangelio y la primera lectura, merece en este sentido una atención especial. El mensaje de la Palabra de Dios se puede resumir en la expresión que se encuentra en el libro del Génesis y que el mismo Jesús retoma: “Por eso abandonará el varón a su padre y a su madre, se unirá a su mujer y serán una sola carne” (Gn 1,24, Mc 10,7-8). ¿Qué nos dice hoy esta palabra? Pienso que nos invita a ser más conscientes de una realidad ya conocida pero tal vez no del todo valorizada: que el matrimonio constituye en sí mismo un evangelio, una Buena Noticia para el mundo actual, en particular para el mundo secularizado. La unión del hombre y la mujer, ser “una sola carne” en la caridad, en el amor fecundo e indisoluble, es un signo que habla de Dios con fuerza, con una elocuencia que en nuestros días llega a ser mayor, porque, lamentablemente y por varias causas, el matrimonio, precisamente en las regiones de antigua evangelización, atraviesa una profunda crisis. Y no es casual. El matrimonio está unido a la fe, no en un sentido genérico. El matrimonio, como unión de amor fiel e indisoluble, se funda en la gracia que viene de Dios Uno y Trino, que en Cristo nos ha amado con un amor fiel hasta la cruz. Hoy podemos percibir toda la verdad de esta afirmación, contrastándola con la dolorosa realidad de tantos matrimonios que desgraciadamente terminan mal. Hay una evidente correspondencia entre la crisis de la fe y la crisis del matrimonio. Y, como la Iglesia afirma y testimonia desde hace tiempo, el matrimonio está llamado a ser no sólo objeto, sino sujeto de la nueva evangelización. Esto se realiza ya en muchas experiencias vinculadas a comunidades y movimientos, pero se está realizando cada vez más también en el tejido de las diócesis y de las parroquias, como demuestran los Encuentros Mundiales de las Familias».

Hermanos: hagamos el compromiso de orar diariamente por los matrimonios, para que las familias sean escuelas de virtudes. Así mismo, para que el Espíritu Santo nos otorgue los dones que nos permitan ser más humildes para acercar a las personas a Nuestro Señor Jesucristo.

¡El amor todo lo puede! Amemos, que el amor glorifica a Dios.

Oración final

Gracias Señor Jesús porque tu Palabra nos conduce por caminos de paz, amor y santidad.

Espíritu Santo ilumínanos para que la Palabra se convierta en acción. Dios glorioso, escucha nuestra oración, bendito seas por los siglos de los siglos.

Madre Santísima intercede ante la Santísima Trinidad por nuestra petición. Amén.