«Esfuércense por entrar por la puerta estrecha. Les digo que muchos intentarán entrar y no podrán» Lc 13,24.
Oración inicial
Santo Espíritu de Dios, Amor del Padre y del Hijo, ilumínanos con tus dones para que podamos comprender los tesoros de la sabiduría que Jesús nos quiere revelar en este día.
Madre Santísima intercede ante la Santísima Trinidad por nuestra petición. Ave María Purísima, sin pecado concebida.
- Lectura
Lectura del santo evangelio según San Lucas 13,22-30
En aquel tiempo, Jesús de camino hacia Jerusalén recorría ciudades y pueblos enseñando. Uno le preguntó: «Señor, ¿serán pocos los que se salven?». Jesús les dijo: «Esfuércense por entrar por la puerta estrecha. Les digo que muchos intentarán entrar y no podrán. Cuando el amo de la casa se levante y cierre la puerta, se quedarán afuera y llamarán a la puerta, diciendo: “Señor, ábrenos”; y él les contestará: “No sé quiénes son ustedes”. Entonces comenzarán a decir: “Hemos comido y bebido contigo, y tú has enseñado en nuestras plazas”. Pero él contestará: “No sé quiénes son ustedes. Aléjense de mí, malvados”. Entonces será el llanto y el rechinar de dientes, cuando vean a Abrahán, Isaac y Jacob y a todos los profetas en el Reino de Dios, mientras ustedes serán arrojados fuera. Y vendrán muchos de oriente y occidente, del norte y del sur, y se sentarán a la mesa en el Reino de Dios. Hay últimos que serán primeros, y hay primeros que serán últimos».
Palabra del Señor. Gloria a ti Señor Jesús.
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«El que construye debe poner unos buenos cimientos. Este sólido fundamento es la fe, este buen fundamento son los apóstoles y los profetas (Ef 2,10), porque nuestra fe surge de los dos Testamentos, no faltando a la verdad el que dice que la medida de la fe perfecta está en ambos, ya que el mismo Señor dice: “si creyerais en Moisés, creeríais también en mí” (Jn 5,46), puesto que el Señor habló por Moisés. Y resulta exacto decir que la perfecta medida está en uno y en otro, porque Él ha cumplido ambos y porque la fe de los dos es la misma, puesto que el que habla y la respuesta tienen el mismo sentido» (San Ambrosio).
El pasaje evangélico de hoy se ubica después de las parábolas de la semilla de mostaza y de la levadura. En el texto, encontramos a Jesús camino a Jerusalén. Este viaje está cargado de significado, ya que representa el camino hacia su pasión, muerte y resurrección. Durante este recorrido, Jesús se dedica a enseñar en las aldeas y ciudades, ofreciendo palabras de sabiduría y advertencia a quienes lo escuchan. En este contexto, alguien le pregunta: «Señor, ¿serán pocos los que se salven?». La respuesta de Jesús no se centra en el número de los que se salvarán, sino en la actitud necesaria para alcanzar la salvación.
Jesús habla de la «puerta estrecha», una metáfora que representa el camino del discipulado, que no es fácil ni cómodo, sino que exige esfuerzo, sacrificio y una entrega sincera. Esta enseñanza se da en un contexto de creciente hostilidad hacia Jesús, lo cual subraya la urgencia de su mensaje. El Maestro quiere que sus oyentes comprendan que el momento de responder al llamado de Dios es ahora, y que la salvación no es algo que se puede dar por sentado.
Irónicamente, Jesús señala que muchos de sus coterráneos no alcanzarán el Reino de los cielos, ya que, habiendo recibido las enseñanzas divinas y la fe, no la ponen en práctica. En cambio, muchas personas extranjeras que vendrán de los cuatro puntos cardinales acogerán las enseñanzas, las pondrán en práctica y participarán del banquete celestial. De esta manera, desestima la falsa seguridad de la salvación por el solo hecho de pertenecer al pueblo israelita, o a la Iglesia, en la actualidad.
La lectura es una invitación universal a la conversión destinada a conquistar el Reino de los cielos. Dediquémonos generosamente al mandamiento del amor, dejando que la providencia divina actúe, abriéndonos la puerta a la vida eterna cuando se produzca el dulce llamado.
- Meditación
Queridos hermanos: ¿cuál es el mensaje que Jesús nos transmite a través de su Palabra?
El camino de la fe es exigente. Entrar por la puerta estrecha, ir por el camino de la salvación, requiere de una fe firme y decidida, aún a pesar de las dificultades que encontremos y de las caídas que experimentemos.
Hay que evitar un trágico malentendido: estar cerca de Nuestro Señor Jesucristo, comer y andar con Él, no garantiza un puesto en el banquete del cielo; es necesaria la práctica del mandamiento del amor. En el Sermón de la montaña, Mt 5,3-10, Nuestro Señor Jesucristo, a través de las bienaventuranzas, nos sugiere ocho puertas para entrar al cielo.
El llamado de Nuestro Señor Jesucristo es universal, ofrece la promesa de la salvación no solo para Israel, sino para toda la humanidad. Es una realidad futura que es viable para todos, porque todos los seres humanos tenemos vocación celestial.
Hermanos: meditando la lectura, respondamos: ¿Estamos decididos a ser transformados por Nuestro Señor Jesucristo para entrar por la puerta estrecha? ¿Estamos dispuestos a participar activamente en la misión de ayudar a la salvación de los hermanos que se encuentran alejados de Dios? Que las respuestas a estas preguntas nos ayuden a no desmayar en nuestros esfuerzos para alcanzar la salvación, de la mano de Nuestra Santísima Madre.
¡Jesús, María y José nos aman!
- Oración
Padre eterno: por el ejemplo vivo de tu amado Hijo, Nuestro Señor Jesucristo, haz que la Iglesia ayude a que toda la humanidad se acerque a tu amor misericordioso.
Otórganos, amado Jesús, las gracias para pasar por la puerta estrecha de la cruz y podamos compartir contigo la gloria de la resurrección.
Espíritu Santo, socorre nuestras debilidades y condúcenos hacia Nuestro Señor Jesucristo de la mano de Nuestra Santísima Madre, la siempre Virgen María.
Amado Jesús, por tu infinita misericordia, mira con bondad a las almas del purgatorio y permíteles participar del banquete celestial.
San José, hombre bueno, que tuviste la felicidad de conversar con Jesús y María, alcánzanos la gracia de la humildad y que ninguna impureza manche nuestro corazón.
Madre Santísima, Madre de la Iglesia, intercede ante la Santísima Trinidad por nuestras peticiones. Amén.
- Contemplación y acción
Contemplemos a Jesús, nuestro Maestro, que nos invita a seguirlo por el camino estrecho. Imaginemos a Jesús caminando hacia Jerusalén, decidido a cumplir la voluntad del Padre, a pesar de las dificultades y del sufrimiento que sabe que le esperan. Jesús no elige el camino fácil; Él elige el camino del amor, de la entrega total, del sacrificio por nosotros. Ese mismo Jesús nos invita a caminar con Él, a entrar por la puerta estrecha, a confiar en que su gracia nos sostendrá.
Hermanos: contemplemos a Dios con un escrito de San Teodoro el Estudita:
«Atravesando día tras día el tiempo de la vida presente, salven sus vidas con la virtud, anticipen el Reino de los Cielos y reúnan los inconcebibles bienes que nos reservan las promesas.
Recto y estrecho es el camino de Dios, pero grandes y espaciosos los lugares de reposo que se ofrecerán a todos. Las tentaciones del demonio se suceden e incendian la morada espiritual en ustedes, pero el rocío del Espíritu Santo apaga esos incendios y mantiene lista el Agua que surge en Vida eterna … Vamos, hijos míos, desde ahora soportemos valientemente este pequeño número de días. Esos días nos son dados para luchar, tenemos que ceñirnos con la corona de justicia.
Les pido que a las aflicciones presentes opongamos un corazón ligero. Ellas nada son, y como un sueño o una sombra, pasan pronto. Que ninguna nos haga temblar ni claudicar, sino que con ardor renovado pongamos a la obra los mandamientos del Señor. No se dejen entristecer por un ultraje, desviar por una injuria, perder por un reproche, abatir por una irritación, apesadumbrar por un desprecio. Bajemos los ojos, elevemos nuestra alma, seamos buenos unos con otros, indulgentes, perseverantes, pacientes…
Ustedes, enseñados por Dios, aprendieron todo eso. ¡Hagan lo que agrada a Dios y soporten con coraje los días presentes, hijos míos!».
Queridos hermanos: esforcémonos para entrar por la puerta estrecha, que nuestra decisión de seguir a Nuestro Señor Jesucristo sea firme e inquebrantable, y dejemos que el Espíritu Santo nos prepare para estar fuertes en medio de las dificultades que se presentan en nuestras vidas. Que el Pan de los ángeles sea nuestro alimento en la Santa Eucaristía; que la Adoración Eucarística fortalezca nuestro diálogo íntimo con Jesús y que nuestras obras de misericordia sean siempre el firme testimonio de nuestro seguimiento a Nuestro Señor Jesucristo.
¡El amor todo lo puede! Amemos, que el amor glorifica a Dios.
Oración final
Gracias Señor Jesús porque tu Palabra nos conduce por caminos de paz, amor y santidad.
Espíritu Santo ilumínanos para que la Palabra se convierta en acción. Dios glorioso, escucha nuestra oración, bendito seas por los siglos de los siglos.
Madre Santísima intercede ante la Santísima Trinidad por nuestra petición. Amén.