SOLEMNIDAD DE SANTO TORIBIO DE MOGROVEJO, PATRONO DEL EPISCOPADO LATINOAMERICANO
«Vayan y enseñen a todas las naciones, bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, y enseñándolas a cumplir todo cuanto yo les he mandado» Mt 28,19-20a.
Oración inicial
Santo Espíritu de Dios, Amor del Padre y del Hijo, ilumínanos con tus dones para que podamos comprender los tesoros de la sabiduría que Jesús nos quiere revelar en este día.
Madre Santísima intercede ante la Santísima Trinidad por nuestra petición. Ave María Purísima, sin pecado concebida.
- Lectura
Lectura del santo evangelio según san Mateo 28,16-20
En aquel tiempo, los once discípulos se fueron a Galilea y subieron al monte en el que Jesús los había citado. Al ver a Jesús, se postraron, aunque algunos titubeaban. Entonces Jesús se acercó a ellos y les dijo: «Me ha sido dado todo poder en el cielo y en la tierra. Vayan, pues, y enseñen a todas las naciones, bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, y enseñándolas a cumplir todo cuanto yo les he mandado; y sepan que yo estaré con ustedes todos los días, hasta el fin del mundo».
Palabra del Señor. Gloria a ti Señor Jesús.
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«La fe que se difundió por todo el mundo, es la que nos une hoy en la celebración del misterio pascual. Que, fortalecidos por este ejemplo, también nosotros seamos fervientes en la fe y diligentes en las buenas obras» (San León Magno).
El Evangelio según San Mateo culmina con la escena de la Gran Comisión (Mt 28,16-20), en la que Jesús resucitado se encuentra con sus discípulos en un monte de Galilea. Galilea, región al norte de Israel, era un área diversa y, en tiempos de Jesús, considerada periférica respecto al centro religioso de Jerusalén. Este contexto geográfico subraya la universalidad del mensaje cristiano, que trasciende las fronteras tradicionales.
Social y políticamente, el pueblo judío vivía bajo la ocupación romana, enfrentando tensiones entre la esperanza mesiánica y la realidad opresiva; pero existía una expectativa de redención y restauración del Reino de Dios. En este entorno, la instrucción de Jesús de hacer discípulos de todas las naciones representa una ruptura radical con las limitaciones étnicas y culturales, abriendo la salvación a toda la humanidad.
En el contexto de la Solemnidad de Santo Toribio de Mogrovejo, segundo arzobispo de Lima y Patrono del Episcopado Latinoamericano, esta universalidad adquiere una dimensión especial. Santo Toribio, en el siglo XVI, encarnó esta misión al evangelizar vastos territorios de América del Sur, aprendiendo lenguas indígenas y defendiendo los derechos de los pueblos originarios, reflejando el mandato de Cristo de llevar el Evangelio a todas las culturas y naciones.
- Meditación
Queridos hermanos: ¿cuál es el mensaje que Jesús nos transmite a través de su Palabra?
El mandato de Jesús es claro y contundente: «Vayan y enseñen a todas las naciones». Esta instrucción no es solo para los once discípulos presentes, sino para toda la Iglesia a lo largo de los siglos. Es una llamada a la acción, a salir de nuestra zona de confort y llevar el mensaje de salvación a todos los rincones del mundo.
Santo Toribio de Mogrovejo es un ejemplo vivo de esta misión. Dejó su tierra natal y se adentró en territorios desconocidos, enfrentando desafíos culturales y lingüísticos, para llevar la luz del Evangelio a los pueblos indígenas de América del Sur. Su vida nos enseña que la evangelización requiere valentía, humildad y un profundo amor por los demás.
En nuestra vida diaria, ¿cómo respondemos a este llamado? ¿Estamos dispuestos a compartir nuestra fe con quienes nos rodean, a ser testigos del amor de Dios en nuestras acciones y palabras? La misión no siempre implica viajar a tierras lejanas; comienza en nuestro entorno inmediato, en nuestra familia, trabajo y comunidad.
La promesa final de Jesús, «Yo estaré con ustedes todos los días, hasta el fin del mundo», nos da la seguridad de que no estamos solos en esta tarea. Su presencia constante nos fortalece y guía en cada paso que damos en la misión evangelizadora.
¡Jesús, María y José nos aman!
- Oración
Señor Jesús, que resucitado enviaste a tus discípulos a evangelizar el mundo, fortalece nuestro corazón para ser fieles a tu mandato. Danos el valor de Santo Toribio, que no temió cruzar fronteras para llevar tu Palabra. Haznos instrumentos de tu paz y amor en nuestras comunidades. Que, guiados por tu Espíritu, proclamemos con alegría tu Evangelio, sabiendo que tú estás con nosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amén.
Amado Jesús, te pedimos por todos los moribundos y difuntos, en especial, por aquellos que han partido o están partiendo de este mundo sin el auxilio espiritual, para que obtengan tu misericordia y tomen parte en tu gloriosa resurrección.
Madre Santísima, Madre del Salvador, intercede ante la Santísima Trinidad por nuestras peticiones. Amén.
- Contemplación y acción
En el silencio de la oración, contemplemos a Jesús resucitado en el monte de Galilea, enviando a sus discípulos con la promesa de su presencia constante. Imaginemos a Santo Toribio atravesando ríos y montañas, llevando la luz del Evangelio a quienes no lo conocían. Sintamos en nuestro corazón el ardor misionero que impulsa a salir al encuentro del otro, especialmente de los más necesitados.
Propongámonos hoy ser testigos del amor de Dios en nuestras acciones cotidianas. Escuchemos con atención a quienes nos rodean, ofrezcamos una palabra de aliento, compartamos la alegría de la fe. Recordemos que cada pequeño gesto de amor y servicio es una semilla del Reino de Dios en el mundo.
Queridos hermanos: contemplemos a Jesús resucitado con un sermón de San León Magno:
«Después de la resurrección del Señor, los discípulos, fortalecidos por la visión del Salvador y por la efusión del Espíritu Santo, se llenaron de un ardor tan grande que no temieron los peligros ni las persecuciones. Proclamaron con valentía el Evangelio a todas las naciones, cumpliendo el mandato del Señor: ‘Id y haced discípulos de todas las naciones’. Esta fe, que se difundió por todo el mundo, es la que nos une hoy en la celebración del misterio pascual. Que, fortalecidos por este ejemplo, también nosotros seamos fervientes en la fe y diligentes en las buenas obras».
¡El amor todo lo puede! Amemos, que el amor glorifica a Dios.
Oración final
Gracias Señor Jesús porque tu Palabra nos conduce por caminos de paz, amor y santidad.
Espíritu Santo ilumínanos para que la Palabra se convierta en acción. Dios glorioso, escucha nuestra oración, bendito seas por los siglos de los siglos.
Madre Santísima intercede ante la Santísima Trinidad por nuestra petición. Amén.