SOLEMNIDAD DE LA ASCENSIÓN DEL SEÑOR
«Así estaba escrito: el Mesías padecerá, resucitará entre los muertos al tercer día, y en su nombre se predicará la conversión y el perdón de los pecados a todos los pueblos» Lc 24,46-47.
Oración inicial
Santo Espíritu de Dios, Amor del Padre y del Hijo, ilumínanos con tus dones para que podamos comprender los tesoros de la sabiduría que Jesús nos quiere revelar en este día.
Madre Santísima intercede ante la Santísima Trinidad por nuestra petición. Ave María Purísima, sin pecado concebida.
- Lectura
Lectura del santo evangelio según san Lucas 24,46-53
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Así estaba escrito: el Mesías padecerá, resucitará entre los muertos al tercer día, y en su nombre se predicará la conversión y el perdón de los pecados a todos los pueblos, comenzando por Jerusalén. Ustedes son testigos de todo esto. Yo les enviaré lo que mi Padre ha prometido; permanezcan en la ciudad hasta que sean revestidos con la fuerza que viene de lo alto». Después los llevó hacia Betania y, elevando sus manos, los bendijo. Y, mientras los bendecía, se separó de ellos, subiendo hacia al cielo. Ellos se postraron ante él y volvieron a Jerusalén con gran alegría, y estaban siempre en el templo bendiciendo a Dios.
Palabra del Señor. Gloria a ti Señor Jesús.
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«“Podéis ir en paz”, se nos dice al final de la eucaristía por el presidente de la misma. Esas palabras son mucho más que una fórmula de conclusión. Son el envío misionero al mundo, a la vida diaria, para testificar la esperanza de nuestra vocación en Cristo, a quien hemos visto glorioso con los ojos de la fe y llevamos en los labios y en el corazón abierto a los hermanos» (Basilio Caballero).
Con el texto de hoy, acaba el evangelio de Lucas. El pasaje narra la última aparición de Jesús resucitado, en la que nuevamente promete a sus discípulos el envío del Espíritu Santo por parte de Dios Padre; luego los bendice y asciende al cielo. De esta manera, muy pronto, en Pentecostés, se dará inicio al tiempo del Espíritu Santo, inaugurando así la nueva forma en la que Jesús se hace presente en la humanidad.
En esta última aparición, Jesús resalta la esencia de la predicación cristiana: su pasión, muerte y resurrección; así como su victoria frente a la muerte y al mal, un galardón que nos otorga la vida eterna. También delinea la misión de los apóstoles, que consiste en su mensaje a todos los confines de la tierra con la fuerza del Espíritu Santo.
La ascensión no aleja a Jesús de sus discípulos y de nosotros; al contrario, con la venida del Espíritu Santo obtenemos gratuitamente el regalo de la comunión de amor de Jesús y de Dios Padre con cada uno de nosotros. Porque el Espíritu Santo es luz y es fuego, es el amor de Dios capaz de encender los corazones.
Con la Solemnidad de la Ascensión, la Iglesia celebra el Día Mundial de las Comunicaciones Sociales; y Jesús es el paradigma de la buena comunicación. Desde PAX TV, un canal católico al servicio de la Iglesia, elevamos nuestras oraciones por los profesionales de los medios de comunicación, para que nunca desvirtúen la buena noticia del Dios amor y siempre estén al servicio del bienestar humano y del amor mismo, que es Nuestro Señor Jesucristo.
- Meditación
Queridos hermanos: ¿cuál es el mensaje que Jesús nos transmite a través de su Palabra?
Hoy celebramos la exaltación de Jesús, sentado a la diestra del Padre. Nuestro Señor Jesucristo aceptó el desafío del Padre y salió victorioso; y su victoria no es exclusiva: Él nos dice que es el primero de muchos que van detrás de él.
La Ascensión no significa ausencia, sino una nueva forma de presencia. Jesús, al ascender, no abandona a sus seguidores, sino que los invita a mirar al cielo sin dejar de actuar en la tierra. Les promete el don del Espíritu Santo, quien les dará la fuerza necesaria para llevar el Evangelio hasta los confines del mundo.
Este pasaje nos interpela a ser testigos vivos de Cristo en nuestro entorno. Nos llama a vivir con la mirada puesta en el cielo, pero con los pies firmes en la tierra, trabajando por un mundo más justo y fraterno. Como los discípulos, estamos llamados a regresar a nuestra “Jerusalén” cotidiana con alegría, alabando a Dios y compartiendo la Buena Nueva
¡Jesús, María y José nos aman!
- Oración
Dios todopoderoso, concédenos exultar santamente de gozo y alegrarnos con religiosa acción de gracias, porque la ascensión de Jesucristo, tu Hijo, es ya nuestra victoria, y adonde ya se ha adelantado gloriosamente nuestra Cabeza, esperamos llegar también los miembros de su cuerpo.
Amado Jesús, que el Espíritu Santo que Dios Padre envía en tu nombre, fortalezca siempre la acción evangelizadora de los sacerdotes, de los consagrados y de los laicos, para que, con su vida, experiencias y palabras, permitan que todas las personas descubran tu presencia en sus vidas.
Espíritu Santo, en la celebración de la Ascensión de Nuestro Señor Jesucristo, queremos pedirte que tus maravillosos dones nos ayuden ser luz, en un mundo que promueve la oscuridad del pecado; que cuando nos sintamos superados por las adversidades, nuestro corazón sea fortalecido para seguir adelante en la misión que cada uno de nosotros tiene en su vida.
Amado Jesús, por tu infinita misericordia, recibe en tu reino a las almas de nuestros hermanos que han partido a tu presencia sin auxilio espiritual.
Madre Santísima, Madre del amor de los amores, Reina de la Paz, intercede ante la Santísima Trinidad por nuestras peticiones. Amén.
- Contemplación y acción
Contemplamos a Jesús ascendiendo al cielo, bendiciendo a sus discípulos, dejando en ellos la promesa del Espíritu Santo. En este momento de contemplación, nos sentimos llamados a ser sus testigos, a llevar su mensaje de amor a todos los rincones. La Ascensión nos invita a vivir con esperanza, sabiendo que Jesús está con nosotros hasta el fin del mundo, y que un día estaremos con Él en la gloria del Padre.
Queridos hermanos: contemplemos a Jesús con un sermón de San León Magno:
«Así como en la solemnidad de Pascua la resurrección del Señor fue para nosotros causa de alegría, así también ahora su ascensión al cielo nos es un nuevo motivo de gozo, al recordar y celebrar litúrgicamente el día en que la pequeñez de nuestra naturaleza fue elevada, en Cristo, por encima de todos los ejércitos celestiales, de todas las categorías de ángeles, de toda la sublimidad de las potestades, hasta compartir el trono de Dios Padre…
En esto consiste, en efecto, el vigor de los espíritus verdaderamente grandes, esto es lo que realiza la luz de la fe en las almas verdaderamente fieles: creer sin vacilación lo que no ven nuestros ojos, tener fijo el deseo en lo que no puede alcanzar nuestra mirada…
Así, todas las cosas referentes a nuestro Redentor, que antes eran visibles, han pasado a ser ritos sacramentales; y, para que nuestra fe fuese más firme y valiosa, la visión ha sido sustituida por la instrucción, de modo que, en adelante, nuestros corazones, iluminados por la luz celestial, deben apoyarse en esta instrucción.
Esta fe, aumentada por la ascensión del Señor y fortalecida con el don del Espíritu Santo, ya no se amilana por las cadenas, la cárcel, el destierro, el hambre, el fuego, las fieras ni los refinados tormentos de los crueles perseguidores. Hombres y mujeres, niños y frágiles doncellas han luchado en todo el mundo por esta fe hasta derramar su sangre. Esta fe ahuyenta a los demonios, aleja las enfermedades, resucita a los muertos».
¡El amor todo lo puede! Amemos, que el amor glorifica a Dios.
Oración final
Gracias Señor Jesús porque tu Palabra nos conduce por caminos de paz, amor y santidad.
Espíritu Santo ilumínanos para que la Palabra se convierta en acción. Dios glorioso, escucha nuestra oración, bendito seas por los siglos de los siglos.
Madre Santísima intercede ante la Santísima Trinidad por nuestra petición. Amén.