PRIMER DOMINGO DE CUARESMA – CICLO C

LECTIO DIVINA DEL PRIMER DOMINGO DE CUARESMA – CICLO C

Oración inicial

Espíritu Santo, Amor del Padre y del Hijo, ilumínanos con tu sabiduría para que podamos comprender el mensaje que Jesús nos quiere comunicar en este día.

Espíritu Santo, haz que nuestros corazones sean tierra fértil, que acojan la Palabra, la hagan germinar para extender el Reino de acuerdo con los planes de la Santísima Trinidad. Que la Palabra sea una escuela de vida para nosotros y para las personas que nos rodean.

Amén.

  1. Lectura

Evangelio del domingo I de Cuaresma: Lectura del Evangelio de San Lucas 4, 1-13

En aquel tiempo, Jesús, lleno del Espíritu Santo, volvió del Jordán y, durante cuarenta días, el Espíritu lo fue llevando por el desierto, mientras era tentado por el diablo.

Todo aquel tiempo estuvo sin comer, y al final sintió hambre.

Entonces el diablo le dijo:

—«Si eres Hijo de Dios, dile a esta piedra que se convierta en pan.» Jesús le contestó:

—«Está escrito: “No sólo de pan vive el hombre”.»

Después, llevándole a lo alto, el diablo le mostró en un instante todos los reinos del mundo y le dijo:

—«Te daré el poder y la gloria de todo eso, porque a mí me lo han dado, y yo lo doy a quien quiero. Si tú te arrodillas delante de mí, todo será tuyo.»

Jesús le contestó:

—«Está escrito: “Al Señor, tu Dios, adorarás y a él solo darás culto”.» Entonces lo llevó a Jerusalén y lo puso en el alero del templo y le dijo: —«Si eres Hijo de Dios, tírate de aquí abajo, porque está escrito: “Encargará a los ángeles que cuiden de ti”, y también: “Te sostendrán en sus manos, para que tu pie no tropiece con las piedras”.»

Jesús le contestó:

—«Está mandado: “No tentarás al Señor, tu Dios”.»

Completadas las tentaciones, el demonio se marchó hasta otra ocasión.

Palabra del Señor. Te alabamos Señor.

Explicación

En el Evangelio del primer domingo de Cuaresma, luego de su bautismo en el río Jordán, Jesús es conducido por el Espíritu Santo al desierto, durante cuarenta días. Allí, en el desierto, Jesús fue tentado por el diablo en un momento de fragilidad y debilidad humana por su largo ayuno.

Jesús, con su confianza plena en Dios Padre, con el dominio de las Escrituras y acompañado del Espíritu Santo y su sabiduría, salió vencedor.

Recordemos Hebreos 4, 15, “como nosotros, ha sido probado en todo excepto en el pecado”.

Al igual que Jesús, todos nosotros somos tentados, en cualquier estado de nuestras vidas. Identifiquemos las tres tentaciones que el enemigo de Dios le presentó a Jesús:

  1. La primera es de carácter material y económico: la tentación del “tener”. Jesús la rechaza citando al Deuteronomio 8,3, “No sólo de pan vive el hombre”.
  2. La segunda tentación es la del poder, en lugar de la vocación de servir. Jesús la rechaza citando al Deuteronomio 6, 13, “Al Señor, tu Dios, adorarás y a él solo darás culto”.
  3. La tercera tentación es la de la vanagloria y el prestigio, en lugar de la humildad. Jesús la rechaza también con otro texto de la Escritura, Deuteronomio 6,16: “No tentarás al Señor, tu Dios”.
  • Meditación

El acontecimiento de la triple tentación tiene un significado salvífico, ya que Jesús, con una fe y confianza plena en Dios Padre, con la fuerza del Espíritu Santo y el conocimiento vivificante de las Escrituras, salió vencedor.

En este texto del Evangelio, con la fuerza de su ejemplo, Jesús nos instruye y nos brinda gratuitamente las herramientas para que nosotros enfrentemos victoriosos a las tentaciones que cotidianamente nos propone el mundo.

Entonces, al igual que Jesús, que asumió nuestra condición humana, nosotros contamos con la fuerza del Espíritu Santo y la luz de la Palabra para enfrentar los combates espirituales del día a día.

Por ello, queridos hermanos, conviene preguntarnos:

  • ¿Cuáles son las tentaciones que nos asechan cotidianamente: el dinero, el poder, el exitismo, la soberbia, el placer sin límites?
  • ¿Cuándo somos tentados, invocamos la fuerza del Espíritu Santo, somos conscientes de que Jesús también fue tentado? ¿Acostumbramos a discernir para examinar las situaciones de tentación?
  • Nuestro Señor Jesús recurrió a la Escritura para rebatir los embates del tentador, ¿de qué manera enfrentamos al tentador y cómo buscamos fortalecer nuestra fe?
  • En esta Cuaresma, ¿qué aspectos de nuestras vidas debemos mejorar para vivir de acuerdo al plan de Dios?

Recordemos que el demonio conoce bien las escrituras y jamás va a presentar sus tentaciones como algo malo para nosotros, nunca nos dirá que su propuesta nos conducirá a la ruina espiritual; al contrario, todo lo presentará como cosas buenas para nosotros. Estemos atentos.

  • Oración

Queridos hermanos: conociendo que Jesús fue conducido al desierto, lugar de oración, de encuentro con Dios y también de tentación, y que nosotros también somos tentados en nuestros desiertos. Pidamos los dones del Espíritu Santo para no apartarnos del plan de Dios.

Señor Jesús, que tu ejemplo salvífico nos estimule y fortalezca en los combates espirituales y, victoriosos, alcancemos la corona de la salvación.

Que la fuerza de tu Espíritu nos acompañe en nuestros momentos de debilidad y disminuya la distancia que separa a Jesús de nuestro corazón.

Señor, que tu Palabra sea nuestro alimento. Concédenos la gracia de conocerte más a través de tu Palabra, de amarte más a través del servicio.

Señor: “No nos dejes caer en la tentación”. Amén.

  • Contemplación y propósito

La gran victoria de Jesús frente al maligno, acrecienta nuestras esperanzas y la fe en el Espíritu de Jesús y en la obediencia a Dios Padre.

Este pasaje evangélico nos une a Jesús en las dimensiones humana y divina. Humana porque Jesús tomó nuestra condición y fue tentado como todos nosotros; divina, porque estamos unidos a Él y a Dios Padre a través del Espíritu Santo y de la Palabra, que es escuela de vida.

Por ello, cada tentación que enfrentemos será una ocasión suprema para confesar a Jesucristo y pedirle a Él que aumente nuestra fe: “Señor, creo, pero aumenta mi fe”.

Por ello, repitamos en nuestro corazón: “No solo de pan vive el hombre”.

Hermanos, que la Palabra, hecha vida y servicio, sea uno de los fundamentos de nuestra unión con Jesús, con el Espíritu Santo y con Dios Padre.

Conscientes de la existencia y acción del demonio en nuestras vidas y conscientes de nuestras debilidades, nos comprometemos en esta semana a invocar la fuerza protectora del Espíritu Santo, a pedir sus dones, y, a la vez, disponer nuestra mayor atención y vigilancia para no dejarnos sorprender por sus seducciones, disfrazadas de bondad.

Asimismo, será muy importante que, de manera decidida y firme, cuando se presente una tentación, no dialoguemos con el tentador; es decir, respondamos con un NO rotundo y definitivo, y no pensemos más en la idea, ni la traigamos continuamente a la mente.

Oración final

Gracias Señor Jesús por tu Palabra, gracias Señor Jesús por tu ejemplo.

Hermanos: con la dulce intercesión de Nuestra Santísima Madre María, pidamos a la Santísima Trinidad la fortaleza y protección para que nuestro espíritu sea iluminado por la Palabra, nuestras almas sean santificadas y nuestros cuerpos purificados, para que seamos testimonio vivo de Jesús, el Verbo Encarnado.

Dios bendito, glorioso, digno de alabanza y excelso por los siglos de los siglos, escucha nuestra petición.

Jesús, Jesús, Jesús.