MIÉRCOLES DE LA CUARTA SEMANA DE CUARESMA – CICLO C

LECTIO DIVINA DEL MIÉRCOLES DE LA CUARTA SEMANA DE CUARESMA – CICLO C

Oración inicial

Santo Espíritu de Dios, Amor del Padre y del Hijo, ilumínanos con tu sabiduría para que podamos comprender el mensaje que Jesús nos quiere comunicar en este día.

Espíritu Santo, otórganos la gracia para que la Palabra sea nuestra escuela de vida.

Madre Santísima intercede ante tu hijo Jesucristo por nuestra petición. Ave María Purísima, sin pecado concebida.

  1. Lectura

Lectura del santo evangelio según san Juan 5, 17-30

En aquel tiempo, dijo Jesús a los judíos: «Mi Padre trabaja siempre, y yo también trabajo». Por eso los judíos tenían más ganas de matarlo: porque no sólo abolía el sábado, sino también llamaba a Dios Padre suyo, haciéndose igual a Dios. Jesús tomó la palabra y les dijo: «Les aseguro: El Hijo no puede hacer nada por su cuenta, sino lo que ve hacer al Padre. Lo que hace el Padre, lo hace igualmente el Hijo, pues el Padre ama al Hijo y le muestra todo lo que Él hace, y le mostrará obras más grandes aún, para que ustedes queden maravillados.

Lo mismo que el Padre resucita a los muertos y les da vida, así también el Hijo da vida a los que Él quiere. Porque el Padre no juzga a nadie, sino que ha confiado al Hijo el juicio de todos, para que todos honren al Hijo como honran al Padre. El que no honra al Hijo no honra al Padre que le envió.

Les aseguro: Quien escucha mi palabra y cree al que me envió posee la vida eterna y no se le llamará a juicio, porque ha pasado ya de la muerte a la vida. Les aseguro que llega la hora, y ya está aquí, en que los muertos oirán la voz del Hijo de Dios, y los que hayan oído vivirán. Porque, igual que el Padre dispone de la vida, así ha dado también al Hijo el disponer de la vida. Y le ha dado potestad de juzgar, porque es el Hijo del hombre.

No se sorprendan, porque viene la hora en que los que están en el sepulcro oirán su voz: los que hayan hecho el bien saldrán a una resurrección de vida; los que hayan hecho el mal, resucitarán para ser juzgados. Yo no puedo hacer nada por mí mismo; según le oigo, juzgo, y mi juicio es justo, porque no busco mi voluntad, sino la voluntad del que me envió».

Palabra del Señor.

 

 

 

 

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El texto evangélico del día de hoy forma parte de la tercera parte del capítulo 5 de Juan; las dos primeras partes constituyeron las lecturas del día de ayer, que fue la curación del paralítico en Jerusalén, y la lectura del día de anteayer, que fue la curación del hijo del funcionario real en Caná de Galilea.

En el pasaje de hoy, Jesús revela su íntima unión con Dios Padre. Dios Padre es la fuente del amor y de la acción, y Jesús, el Hijo, es el ejecutor del amor; ambos desarrollan una acción compartida, por lo tanto, poseen una misma naturaleza, tal como rezamos en el Credo de Nicea o Niceno.

Jesús es claro al manifestar que Él no puede hacer nada por sí mismo y que realiza la voluntad de su Padre; y, lo más importante, Jesús se refiere a la resurrección y al juicio final, el cual será la última victoria contra el mal, en el que Él, Nuestro Señor Jesucristo, será el Juez Universal. El juicio final ha sido confiado por Dios Padre a Jesús y nadie verá en el juicio al Padre, sino al Hijo.

Esta lectura tiene un carácter escatológico. La escatología es una rama de la teología que trata, entre otras cosas, sobre el destino final del ser humano, su juicio particular, así como de la resurrección y del juicio final universal.

Luego del texto de hoy, en el mismo capítulo 5, en los versículos 31 al 47, Jesús señala los testimonios que Dios Padre le hace y que legitiman a Jesús.

  1. Meditación

Queridos hermanos: ¿cuál es el mensaje que Jesús nos transmite el día de hoy a través de su Palabra?

En el evangelio del día de hoy, Jesús nos hace un llamado a creer en Dios Padre a través de Él y mediante su Palabra; en este sentido, es claro al afirmar que, quien escucha su palabra y la pone en práctica, no será llamado a juicio.

En este sentido, conviene hacernos algunas preguntas:

  • ¿Ponemos en práctica la palabra de Dios?
  • ¿Cuáles son las razones que facilitan o dificultan nuestra vida a la luz de la Palabra?
  • ¿Tenemos una esperanza firme en lo que nos espera después de la muerte, a nosotros, a nuestros familiares, amigos, bienhechores y a todas las personas?

Que las respuestas a estas interrogantes nos ayuden a acercarnos más a Dios.

  1. Oración

Señor Jesucristo, tú que nos has rescatado de las tinieblas por tu amor misericordioso, potencia nuestros esfuerzos para seguirte de acuerdo a tu Palabra, y otórganos la gracia de servirte con santidad en todos los días de nuestra vida y, en el momento extremo, llámanos para alabarte y bendecirte por toda una eternidad.

Señor Jesucristo, a nuestros familiares y bienhechores difuntos, y a todos los difuntos de todo tiempo y lugar, dales un lugar entre los santos y haz que nosotros un día nos encontremos con ellos en tu reino.

Madre Santísima, Madre de misericordia, intercede ante la Santísima Trinidad por las peticiones de todos tus hijos. Amén.

  1. Contemplación y acción

Santísima Trinidad, siempre serás nuestra elección personal a pesar de nuestras debilidades; que los dones de tu Espíritu Santo nos den la fortaleza y valentía para enfrentarnos al mal y seguirte.

Santísima Trinidad, tres personas un solo Dios, unidos a ti, queremos reafirmar el compromiso de vivir a la luz de la Palabra, pidiendo fortalezcas nuestra fe, nuestra esperanza en la eternidad y el amor en todas nuestras acciones.

Oración final

Gracias Señor Jesús por tu Palabra de vida eterna.

Que el Espíritu Santo nos ilumine para que tu palabra penetre a lo más profundo de nuestras almas y se convierta en acción.

Dios glorioso, escucha nuestra oración, bendito seas por los siglos de los siglos.

Madre Santísima intercede ante la Santísima Trinidad por nuestra petición.

Amén.