DOMINGO DE LA QUINTA SEMANA DE CUARESMA – CICLO C

 LECTIO DIVINA DEL DOMINGO DE LA QUINTA SEMANA DE CUARESMA – CICLO C

 

Oración inicial

Santo Espíritu de Dios, Amor del Padre y del Hijo, ilumínanos con tu sabiduría para que podamos comprender el mensaje que Jesús nos quiere comunicar en este día.

Espíritu Santo, otórganos la gracia para que la Palabra sea nuestra escuela de vida.

Madre Santísima intercede ante tu hijo Jesucristo por nuestra petición. Ave María Purísima, sin pecado concebida.

 

  1. Lectura

Lectura del santo evangelio según san Juan 8, 1-11

En aquel tiempo, Jesús se retiró al monte de los Olivos. Al amanecer se presentó de nuevo en el templo, y todo el pueblo acudía a él, y, sentándose, les enseñaba. Los escribas y los fariseos le trajeron una mujer sorprendida en adulterio, y, colocándola en medio, le dijeron: «Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en flagrante adulterio. La ley de Moisés nos manda apedrear a las adulteras; tú, ¿qué dices?». Le preguntaban esto para comprometerlo y poder acusarlo.

Pero Jesús, inclinándose, escribía con el dedo en el suelo. Como insistían en preguntarle, se incorporó y les dijo: «El que esté sin pecado, que le tire la primera piedra». E inclinándose otra vez, siguió escribiendo. Ellos, al oírlo, se fueron retirando uno a uno, empezando por los más viejos. Y quedó solo Jesús, con la mujer, que permanecía allí frente a Él. Jesús se incorporó y le preguntó: «Mujer, ¿dónde están tus acusadores?; ¿ninguno te ha condenado?». Ella contestó: «Ninguno, Señor». Jesús le dijo: «Tampoco yo te condeno. Vete, y en adelante no peques más».

Palabra del Señor.

 

 

 

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El pasaje evangélico del día de hoy se ubica después de la lectura de ayer, en la que Nicodemo, haciendo una clara referencia al libro del Deuteronomio, defiende a Jesús, tratando de calmar los ánimos de las autoridades religiosas que buscan acallar a Jesús.

En el texto del día de hoy se pueden identificar cuatro episodios:

  • En el primero ocurre la provocación de los escribas y fariseos, quienes le llevaron a Jesús una mujer que había sido sorprendida en adulterio con el fin de tenderle una trampa con la siguiente pregunta: “La ley de Moisés nos manda apedrear a las adulteras; tú, ¿qué dices?”. Con esta expresión, ellos ya habían juzgado y condenado a la mujer y, además, deseaban generar más controversias con la respuesta de Jesús.
  • En el segundo, Jesús escribe en el suelo y sus adversarios siguen buscando la respuesta de Jesús.
  • En el tercero, Jesús responde: “El que esté sin pecado, que le tire la primera piedra”; ante esta expresión desconcertante, uno por uno se fue retirando, seguramente avergonzados y algunos llenos de rabia.
  • En el cuarto y último episodio, la misericordia de Jesús perdona y absuelve a la mujer, devolviéndole su dignidad de hija de Dios, y le señala que no peque más; demostrando así que el ser humano está por encima de cualquier ley, además libra a la mujer de la condena y castigo de los hombres.
  1. Meditación

Queridos hermanos: ¿cuál es el mensaje que Jesús nos transmite el día de hoy a través de su Palabra?

En la lectura del evangelio de hoy queda claro que Jesús desea la liberación y la salvación de la humanidad, y no busca juzgarla y condenarla; en el mismo evangelio de Juan, capítulo 3, versículo 17, Jesús expresa con claridad: “Dios no envió a su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por medio de él”.

En este sentido, será muy importante para cada uno de nosotros detenernos en cada personaje: los escribas y fariseos, la mujer, Jesús y la gente que estaba alrededor. Analicemos las actitudes, sus pensamientos, sus acciones y trasladémoslas a situaciones de nuestra vida cotidiana, e intentemos responder las siguientes preguntas:

  • ¿Somos proclives a juzgar a las demás personas o actuamos con misericordia? ¿Cuáles son las motivaciones de nuestra conducta?
  • ¿Somos conscientes de que Jesús perdona nuestros pecados a través del sacramento de la penitencia?
  • ¿Realizamos los esfuerzos suficientes para superar nuestras debilidades?

Que las respuestas a estas preguntas sean provechosas para nuestra vida.

 

  1. Oración

Gracias Padre Eterno, gracias Jesús, salvador del mundo, gracias Espíritu Santo, por tanta misericordia y amor.

Padre Eterno, concédenos ser capaces de reconocer nuestros pecados; Padre Eterno, que el ejemplo de misericordia de Nuestro Señor Jesucristo y el auxilio del Espíritu Santo, nos ayuden a perseverar en tus caminos de salvación, y que sepamos perdonar y amar a las personas que nos ofenden.

Madre Santísima, Madre de misericordia, Madre de la Divina Gracia, intercede ante la Santísima Trinidad por nuestras peticiones. Gracias Madre Santísima. Amén.

 

  1. Contemplación y acción

En este encuentro personal con Dios, contemplemos en silencio su amor, convertido en misericordia, que no mira nuestras impurezas. Escuchemos parte del salmo 36:

“… ¡Qué admirable es tu misericordia, oh Dios! Por eso los humanos se refugian a la sombra de tus alas, se sacian con la abundancia de tu casa, les das a beber en el río de tus delicias; pues en ti está la fuente de la vida y con tu luz vemos la luz”.

 

En este día, queremos evitar juzgar a los demás y actuar misericordiosamente; así mismo, nos proponemos acudir al sacramento de la penitencia, con un corazón arrepentido y realizar mayores esfuerzos para superar nuestras debilidades.

También, queremos mejorar nuestra defensa espiritual a través de la oración, de una adoración más continua al Santísimo Sacramento del Altar y de la Eucaristía.

 

Oración final

Gracias Señor Jesús por tu Palabra de vida eterna.

Que el Espíritu Santo nos ilumine para que tu palabra penetre a lo más profundo de nuestras almas y se convierta en acción.

Dios glorioso, escucha nuestra oración, bendito seas por los siglos de los siglos.

Madre Santísima intercede ante la Santísima Trinidad por nuestra petición.

Amén.