LUNES DE LA QUINTA SEMANA DE CUARESMA – CICLO C

LECTIO DIVINA DEL LUNES DE LA QUINTA SEMANA DE CUARESMA – CICLO C

Oración inicial

Santo Espíritu de Dios, Amor del Padre y del Hijo, ilumínanos con tu sabiduría para que podamos comprender el mensaje que Jesús nos quiere comunicar en este día.

Espíritu Santo, otórganos la gracia para que la Palabra sea nuestra escuela de vida.

Madre Santísima intercede ante tu hijo Jesucristo por nuestra petición. Ave María Purísima, sin pecado concebida.

  1. Lectura

Lectura del santo evangelio según san Juan 8, 12-20

En aquel tiempo, Jesús volvió a hablar a los fariseos: «Yo soy la luz del mundo; el que me sigue no camina en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida». Le dijeron los fariseos: «Tú das testimonio de ti mismo, tu testimonio no es válido».

Jesús les contestó: «Aunque yo doy testimonio de mí mismo, mi testimonio es válido, porque sé de dónde he venido y adónde voy; en cambio, ustedes no saben de dónde vengo ni adónde voy. Ustedes juzgan según la carne; yo no juzgo a nadie; y, si juzgo yo, mi juicio es legítimo, porque no estoy yo solo, sino que estoy con el que me ha enviado, el Padre; y en la ley de ustedes está escrito que el testimonio de dos es válido. Yo doy testimonio de mí mismo, y además da testimonio de mí el que me envió, el Padre».

Ellos le preguntaban: «¿Dónde está tu Padre?». Jesús contestó: «Ustedes no me conocen a mí ni tampoco a mi Padre; si me conocieran a mí, también conocerían a mi Padre». Jesús tuvo esta conversación junto al arca de las ofrendas, cuando enseñaba en el templo. Pero nadie lo arrestó, porque todavía no había llegado su hora.

Palabra del Señor.

 

 

 

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Antes del texto evangélico de hoy, se ubica el pasaje de la mujer sorprendida en adulterio, así como los textos en los que los escribas, fariseos y mucha gente discute sobre la identidad de Jesús.

Estos hechos acontecieron durante la fiesta de los tabernáculos o de las chozas. Esta fiesta se celebraba en el mes siete, durante siete días seguidos, para recordar y agradecer a Dios cuando sacó a su pueblo de Egipto, tal como se señala en las Escrituras, en Levítico, capítulo 23, del 33 al 44.

El texto de hoy también se considera que acontece durante dicha fiesta, en la que muchas lámparas se encendían en el templo y en muchas casas de los judíos. Jesús, ante este escenario festivo, señala lo siguiente: «Yo soy la luz del mundo; el que me sigue no camina en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida».

Sus detractores no comprendían sus palabras, no entendían de dónde venía, ni quién lo enviaba; su obstinación hizo que continuaran avivando sus deseos de tomarlo prisionero y matarlo, pero no pudieron aprehenderlo, porque su hora gloriosa no había llegado aún.

  1. Meditación

Queridos hermanos: ¿cuál es el mensaje que Jesús nos transmite el día de hoy a través de su Palabra?

Nuestro Señor Jesucristo es la luz del mundo y, con sus enseñanzas, nos invita a caminar iluminados por sus palabras de vida eterna.

Recordemos en estos momentos la confesión de Pedro, en Juan, capítulo 6, versículos 66 al 68, cuando algunos discípulos le abandonaron y Jesús les dice a los doce: “¿También ustedes quieren abandonarme? Y Pedro le responde: “Señor ¿a quién iremos? Si solo tú tienes palabras de vida eterna”.

Hermanos: hagamos silencio en nuestros corazones e identifiquemos cómo y a través de quienes nos llega la luz de Nuestro Señor Jesucristo para iluminar nuestras vidas. Precisemos a las personas, todas nuestras vivencias y preguntemos a nuestro corazón: ¿qué puedo hacer para seguir decididamente el camino que Jesús, luz del mundo, tiene para nosotros?

Que la respuesta a esta pregunta y la lectura luminosa de la Palabra nos ayuden a extender el Reino de Dios.

  1. Oración

Señor Jesucristo: tú eres la luz del mundo; ilumina nuestros corazones y nuestras acciones con tu santa presencia y con la luz de tu Palabra, para que seamos testimonio vivo de tu amor. Que tu Santo Espíritu ilumine nuestra mente y corazón para interpretar tu Palabra y perseveremos en tus caminos de salvación

Madre Santísima, Madre de la Divina Gracia, intercede ante tu amado hijo por nuestras peticiones. Gracias Madre Santísima. Amén.

  1. Contemplación y acción

«Yo soy la luz del mundo; el que me sigue no camina en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida», dice el Señor.

Hermanos, contemplemos la luz de Nuestro Señor Jesucristo en nuestra oración diaria, en el Santísimo Sacramento del Altar, en la Eucaristía.

Con un corazón arrepentido, contemplemos su luz misericordiosa en el sacramento de la penitencia; contemplemos su luz amorosa en nuestras familias, en nuestros trabajos, en nuestros hermanos más necesitados, en la naturaleza.

Contemplemos su luz y digámosle: gracias Señor, te adoramos, te alabamos y te bendecimos.

Oración final

Gracias Señor Jesús por tu Palabra de vida eterna.

Que el Espíritu Santo nos ilumine para que tu palabra penetre a lo más profundo de nuestras almas y se convierta en acción.

Dios glorioso, escucha nuestra oración, bendito seas por los siglos de los siglos.

Madre Santísima intercede ante la Santísima Trinidad por nuestra petición.

Amén.