DOMINGO DE RESURRECCIÓN – CICLO C

 

LECTIO DIVINA DEL DOMINGO DE RESURRECCIÓN – CICLO C

Oración inicial

Santo Espíritu de Dios, Amor del Padre y del Hijo, ilumínanos con tu sabiduría para que podamos comprender el mensaje que Jesús nos quiere comunicar en este día.

Espíritu Santo, otórganos la gracia para que la Palabra sea nuestra escuela de vida.

Madre Santísima intercede ante tu hijo Jesucristo por nuestra petición. Ave María Purísima, sin pecado concebida.

  1. Lectura

Lectura del santo evangelio según san Juan 20, 1-9

El primer día de la semana, María Magdalena fue al sepulcro muy temprano, cuando aún estaba oscuro, y vio la piedra quitada del sepulcro. Echó a correr y fue donde estaban Simón Pedro y el otro discípulo, a quien tanto quería Jesús, y les dijo: «Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo han puesto». Salieron Pedro y el otro discípulo camino del sepulcro. Los dos corrían juntos, pero el otro discípulo corría más que Pedro; se adelantó y llegó primero al sepulcro; y, asomándose, vio las vendas en el suelo; pero no entró.

Llegó también Simón Pedro detrás de él y entró en el sepulcro: vio las vendas en el suelo y el sudario con que le habían cubierto la cabeza, no por el suelo con las vendas, sino enrollado en un sitio aparte. Entonces entró también el otro discípulo, el que había llegado primero al sepulcro; vio y creyó. Pues hasta entonces, no habían entendido la Escritura: que Él había de resucitar de entre los muertos.

Palabra del Señor.

 

 

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La resurrección de Nuestro Señor Jesucristo es experimentada por sus discípulos y se comunica a la humanidad a través de la fe. Todos ellos conocían que lo natural y humano era nacer, vivir y morir, pero, como lo menciona San Agustín, “¿quién conocía el resucitar y vivir perpetuamente?”. Nadie.

Jesús con su resurrección supera, sin punto de comparación, todos los límites naturales y nos muestra la primicia de nuestra resurrección y vida futura. El reino del amor, de la verdad y de la justicia, que Jesús estableció con su venida al mundo, se revela plenamente con su resurrección.

Luego de su resurrección, de acuerdo a los evangelios y a los Hechos de los apóstoles, Jesús se aparece diez veces durante cuarenta días, hasta el momento cumbre de ascender al cielo.

Bendito seas por siempre Señor Jesús, alabado por toda una eternidad.

  1. Meditación

Queridos hermanos: ¿cuál es el mensaje que Jesús nos transmite el día de hoy a través de su Palabra?

Jesús, siendo Dios, tomó nuestra condición humana y sufrió por nosotros en aquellos dolorosos momentos de su pasión, crucifixión y muerte; sin embargo, su resurrección gloriosa abre las puertas de la eternidad a toda la humanidad, ya que es el triunfo eterno de Dios sobre la muerte y el mal.

De acuerdo a la lectura del Evangelio de estos días, meditemos cómo la resurrección transformó radicalmente la misma condición de vida de Nuestro Señor Jesucristo; meditemos en cómo la resurrección establece un antes y un después en Él, en sus enseñanzas, en su presencia divina entre los apóstoles, entre nosotros y para toda la eternidad.

Observemos que la experiencia de Jesús resucitado quedó sellada de manera indeleble en el corazón de los apóstoles, no solo por la fe y el hecho comprobable de la misma, sino, sobre todo, porque revolucionó y transformó sus vidas. El Señor, nuestro Dios, les concedió a los apóstoles tan grande y hermosa gracia.

De manera similar, en nuestros tiempos y en los tiempos futuros, la hermosa gracia de vivir la experiencia de Jesús resucitado estará siempre al alcance de todos, sin excepción; solo debemos acercarnos a Él con el corazón arrepentido, dispuestos a servirle con amor y pedir tan bella gracia.

Por ello hermanos, respondamos en la intimidad de nuestro corazón: ¿pedimos al cielo, con fe, la gracia de experimentar la presencia viva de Jesús resucitado?

Que la respuesta a esta pregunta nos ayude a experimentar, con fe, la cercanía de Jesús resucitado.

Jesús nos ama.

  1. Oración

Amado Jesús, luz y salvación de la humanidad, derrama el fuego del Espíritu Santo sobre todos los pueblos para que todos seamos testigos de tu resurrección en el mundo.

Padre eterno, tú que hoy nos abriste las puertas de la eternidad por medio de tu Hijo, Nuestro Señor Jesucristo, concédenos que, por la nueva vida que tu Espíritu nos comunica, lleguemos también nosotros a resucitar a la luz de la vida eterna.

Madre Santísima, Madre del Salvador, intercede ante la Santísima Trinidad por nuestras peticiones.

  1. Contemplación y acción

Queridos hermanos: abramos los ojos del espíritu y de la fe, y contemplemos a Jesús resucitado con la lectura de la Primera carta de San Pablo a los Efesios, capítulo 1, versículos 17 al 23:

“Que el Dios de nuestro Señor Jesucristo, Padre de la gloria, les conceda un Espíritu de sabiduría y revelación que les permita conocerlo verdaderamente.

Que él ilumine sus corazones para que ustedes puedan valorar la esperanza a la que han sido llamados, la espléndida riqueza de la herencia que promete a los consagrados y la grandeza extraordinaria de su poder a favor de nosotros los creyentes, según la eficacia de su fuerza poderosa; poder que ejercitó en Cristo resucitándolo de la muerte y sentándolo a su derecha en el cielo, por encima de toda autoridad y potestad y poder y soberanía, y de cualquier otra dignidad que pueda mencionarse tanto en este mundo como en el venidero.

Todo lo ha sometido bajo sus pies, y lo ha nombrado, por encima de todo, cabeza de la Iglesia, que es su cuerpo y plenitud de aquel que llena completamente todas las cosas”.

Hermanos: sigamos de cerca los testimonios de los apóstoles referidos a la resurrección de Jesús para que, unidos a nuestra oración, podamos afianzar nuestra fe y alcanzar la gracia de experimentar a Jesús resucitado en nuestras vidas.

Oración final

Gracias Señor Jesús por tu Palabra de vida eterna.

Que el Espíritu Santo nos ilumine para que tu palabra penetre a lo más profundo de nuestras almas y se convierta en acción.

Dios glorioso, escucha nuestra oración, bendito seas por los siglos de los siglos.

Madre Santísima intercede ante la Santísima Trinidad por nuestra petición. Amén.