MIÉRCOLES DE LA CUARTA SEMANA DE PASCUA DE RESURRECCIÓN – CICLO C

LECTIO DIVINA DEL MIÉRCOLES DE LA CUARTA SEMANA DE PASCUA DE RESURRECCIÓN – CICLO C

Oración inicial

Santo Espíritu de Dios, Amor del Padre y del Hijo, ilumínanos con tu sabiduría para que podamos comprender el mensaje que Jesús nos quiere comunicar en este día.

Espíritu Santo, otórganos la gracia para que la Palabra sea nuestra escuela de vida.

Madre Santísima intercede ante tu hijo Jesucristo por nuestra petición. Ave María Purísima, sin pecado concebida.

  1. Lectura

Lectura del santo evangelio según san Juan 12, 44-50

En aquel tiempo, Jesús exclamó: «El que cree en mí, en realidad no cree en mí, sino en aquel que me ha enviado. Y el que me ve a mí, ve al que me ha enviado. Yo como luz, he venido al mundo, para que todo el que crea en mí no permanezca en las tinieblas. Al que escuche mis palabras y no las cumpla, yo no lo juzgo, porque no he venido para juzgar al mundo, sino para salvarlo. El que me rechaza y no acepta mis palabras ya tiene quien lo juzgue: la palabra que yo he anunciado, es la que lo juzgará en el último día. Porque yo no he hablado por mi cuenta; el Padre que me envió es quien me ha ordenado lo que he de decir y hablar. Y yo sé que su mandato es vida eterna. Por tanto, las palabras que digo, las digo como me ha encargado el Padre».

Palabra del Señor.

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Antes de lectura del día de hoy, se ubica el texto de la entrada triunfal de Jesus en Jerusalén, el anuncio de su glorificación a través de la cruz y de su muerte, y la incredulidad de muchos judíos ante las obras de Jesús.

En este escenario, Jesús exhorta a creer en Él, repitiendo que Él no actúa por sí mismo, sino que es Dios Padre quien habla a través de Él, señalando claramente la íntima comunión que existe entre Él y Dios Padre.

Así mismo, destaca que Él no ha venido a juzgar al mundo, sino a salvarlo. En este sentido, Jesús se revela así mismo como la luz que permite que la humanidad salga de las tinieblas del pecado; una luz que llega a través de su Palabra, que será la referencia principal, en el juicio, para quienes no aceptan a Jesús y sus enseñanzas.

  1. Meditación

Queridos hermanos: ¿cuál es el mensaje que Jesús nos transmite el día de hoy a través de su Palabra?

Jesús es la luz del mundo que viene del Padre, y su Palabra, es la Palabra de Dios Padre; por eso, la Palabra será el juez en el último día.

Hermanos: toda ideología, pensamiento y acción que no esté de acuerdo con la Palabra de Dios, está construida sobre bases frágiles que conducen a la ruina espiritual. El aborto, la ideología de género, la cultura del consumismo y del descarte, la corrupción, la indiferencia y el egoísmo, son expresiones que emergen del distanciamiento que tiene la humanidad con Dios y su Palabra.

En la Palabra de Dios, leída y meditada a la luz del Espíritu Santo, se encuentra todos los preceptos para la vida cristiana; y mucho más aún, se encuentra también la luz de la misericordia, la verdad y del amor de la Santísima Trinidad. La Palabra está cerca de todos, pero cada uno es libre para aceptarla o rechazarla.

Hermanos, meditando la lectura de hoy, respondamos de corazón: ¿Cuál es nuestra actitud frente a las ideologías del mundo y ante las personas que no acogen a Jesús? ¿Qué más podemos hacer como cristianos para que más personas se acerquen a Dios a través de su Palabra? ¿Creemos en Jesús a través de su Palabra y de las personas que se encuentran a nuestro alrededor?

Hermanos, que las respuestas a estas preguntas nos ayuden a creer verdaderamente de Jesús.

Jesús nos ama.

  1. Oración

Amado Jesús, Verbo encarnado, tú que nos comunicas a través de tu Palabra, la Palabra y el amor de Dios Padre, concédenos a nosotros, tus amigos, la voluntad de Dios Padre de seguirte a lo largo de nuestras vidas, no solo en los momentos felices, sino también en las tribulaciones.

Amado Jesús, inspíranos con el Espíritu Santo para no dejarnos seducir por las ideologías y pensamientos del mundo; así mismo, danos la fuerza y las palabras para contribuir a que otros hermanos se acerquen a ti.

Madre Santísima, Madre del Verbo, intercede ante la Santísima Trinidad por nuestras peticiones. Amén.

  1. Contemplación y acción

Queridos hermanos: contemplemos a Jesús, el Verbo encarnado, enviado por Dios Padre, con la lectura de una parte del salmo 18:

“La ley del Señor es perfecta y es descanso del alma; el precepto del Señor es fiel e instruye al ignorante; los mandamientos del Señor son rectos y alegran el corazón; la norma del Señor es límpida y da luz a los ojos; la voluntad del Señor es pura y eternamente estable, los mandamientos del Señor son verdaderos y eternamente justos; más preciosos que el oro, más que el oro fino; más dulces que la miel de un panal que destila”.

Queridos hermanos: dispongamos nuestro corazón para conocer la Palabra de Dios y que sea nuestro escudo frente a las ideologías que el mundo promueve, invocando siempre al Espíritu Santo. Hagamos el propósito de no juzgar, ni condenar a nuestros hermanos que están alejados de Dios, sino, más bien, rezar por ellos y realizar acciones, inspiradas por el Espíritu Santo, que contribuyan a acercar más a las personas a Dios.

Oración final

Gracias Señor Jesús por tu Palabra de vida eterna.

Que el Espíritu Santo nos ilumine para que tu palabra penetre a lo más profundo de nuestras almas y se convierta en acción.

Dios glorioso, escucha nuestra oración, bendito seas por los siglos de los siglos.

Madre Santísima intercede ante la Santísima Trinidad por nuestra petición. Amén.