DOMINGO DE LA SEXTA SEMANA DE PASCUA DE RESURRECCIÓN – CICLO C

LECTIO DIVINA DEL DOMINGO DE LA SEXTA SEMANA DE PASCUA DE RESURRECCIÓN – CICLO C

Oración inicial Santo Espíritu de Dios, Amor del Padre y del Hijo, ilumínanos con tu sabiduría para que podamos comprender el mensaje que Jesús nos quiere comunicar en este día. Espíritu Santo, otórganos la gracia para que la Palabra sea nuestra escuela de vida. Madre Santísima intercede ante tu hijo Jesucristo por nuestra petición. Ave María Purísima, sin pecado concebida.
  1. Lectura
Lectura del santo evangelio según san Juan 14, 23-29 En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «El que me ama guardará mi palabra, y mi Padre lo amará, y vendremos a él y haremos morada en él. El que no me ama no guarda mis palabras. Y la palabra que ustedes están oyendo no es mía, sino del Padre que me envió. Les he hablado de esto ahora que estoy con ustedes, pero el Defensor, el Espíritu Santo, que enviará el Padre en mi nombre, será quien les enseñe todo y les recuerde todo lo que les he dicho. La paz os dejo, mi paz os doy; no la doy yo como la da el mundo. Que no tiemble su corazón ni se acobarde. Me han oído decir: “Me voy y volveré a ustedes”. Si me amaran, se alegrarían de que vuelva junto al Padre, porque el Padre es mayor que yo. Les he dicho esto, antes de que suceda, para que, cuando suceda, crean». Palabra del Señor. ———– El pasaje evangélico del día de hoy se inicia con la respuesta de Jesús a la pregunta de Judas, no el Iscariote, que se encuentra en el versículo 22: “Señor, ¿por qué te vas a manifestar a nosotros y no al mundo?”. La respuesta de Jesús va acompañada de una maravillosa promesa: el que le ama y cumple su palabra, será amado por Dios Padre y por Jesús, y Dios Padre y Jesús harán morada en él. Así mismo, Jesús promete a sus discípulos la venida del gran defensor, del Espíritu Santo, quien con sus dones los fortalecerá y los hará instrumentos del amor y de la paz del Señor. Adicionalmente, Jesús les ofrece a sus discípulos el don de la Paz que sólo Él, como enviado de Dios Padre, puede darles. Jesús desea que sus discípulos no se turben, ni se acobarden por los hechos que se avecinan, así como por su inminente ascensión al cielo. La Paz que Jesús les comunica es fruto del amor y de la reconciliación, que impide las perturbaciones aún en los momentos más difíciles; es aquella que en el Antiguo Testamento se llamaba Shalôm.
  1. Meditación
Queridos hermanos: ¿cuál es el mensaje que Jesús nos transmite el día de hoy a través de su Palabra? Dios nos otorga la libertad de creer o no en Él, así como la libertad de cumplir o no sus mandamientos. Si creemos en Jesús, la Santísima Trinidad estará con nosotros, es más aún, ¡la Santísima Trinidad morará en nosotros! ¡Qué hermosa promesa la que nos hace Nuestro Señor Jesucristo! Y a tan excelsa promesa, Jesús añade el don de la Paz para quienes se acercan a Él buscando su amor y misericordia; también otorga la paz a quienes le siguen, le aman y cumplen sus mandamientos. No es la paz que promueve el mundo, sustentada en el placer, el poder, el exitismo, la riqueza material; sino, es la alegría que produce el sentir íntimamente la sonrisa de Dios en nuestros corazones. Cuando Jesús, con su paz, entra en nuestros corazones, disipa todas las tinieblas y cualquier inquietud espiritual. Hermanos, con el firme deseo de que la Santísima Trinidad more en nosotros y de recibir la Paz del Señor, respondamos: ¿Cumplimos los mandamientos de Dios? ¿Cuándo cumplimos los mandamientos del Señor, cómo experimentamos la hermosa promesa que Jesús nos dejó? ¿Cómo buscamos la Paz del Señor? Hermanos, que las respuestas a estas preguntas nos permitan experimentar el amor de la Santísima Trinidad en nosotros y, con la fuerza del Espíritu Santo, seamos portadores del amor y de la paz del Señor. Jesús nos ama.
  1. Oración
Padre eterno, tú que enviaste a tu hijo amado, Nuestro Señor Jesucristo, inúndanos con tu Espíritu Santo para que seamos instrumentos de tu amor y de tu paz, glorificando siempre tu Santo Nombre. Amado Jesús, fortalece con tu Santo Espíritu, de manera especial, a nuestros sacerdotes y consagrados, para que sean signos de santidad, para la gloria y honra tuya y de Dios Padre. Santísima Trinidad concede tu Paz al mundo entero, a los creyentes y no creyentes para que todos vuelvan sus corazones a tu amor. Madre Santísima, Madre del amor de los amores, Reyna de la Paz, intercede ante la Santísima Trinidad por nuestras peticiones. Amén.
  1. Contemplación y acción
«El que me ama, guardará mi palabra, y mi Padre le amará, y vendremos a él, y haremos morada en él», dice el Señor. Hermanos: contemplemos la Paz y el amor de la Santísima Trinidad con la Oración de la Paz de San Francisco de Asís: «¡Señor, haz de mí un instrumento de tu paz! Que allí donde haya odio, ponga yo amor; donde haya ofensa, ponga yo perdón; donde haya discordia, ponga yo unión; donde haya error, ponga yo verdad; donde haya duda, ponga yo fe; donde haya desesperación, ponga yo esperanza; donde haya tinieblas, ponga yo luz; donde haya tristeza, ponga yo alegría. ¡Oh, Maestro!, que no me empeñe tanto en ser consolado como en consolar; en ser comprendido, como en comprender; en ser amado, como en amar. Porque dando es como se recibe; olvidando, es como se encuentra; perdonando, es como se es perdonado; muriendo, es como se resucita a la vida eterna». Hermanos, invoquemos diariamente al Espíritu Santo para llevar la Paz del Señor a nuestros hermanos más necesitados, tratando siempre de socorrerlos; y si no podemos asistirles personalmente, no dejemos de orar por ellos, en el dulce y Santísimo Nombre de Jesús. En nuestra pequeñez, frente a la gran misión de contribuir a la evangelización de la humanidad, confiemos siempre en el Espíritu Santo y en nuestras oraciones, teniendo siempre como intercesora a Nuestra Santísima Madre. Oración final Gracias Señor Jesús por tu Palabra de vida eterna. Que el Espíritu Santo nos ilumine para que tu palabra penetre a lo más profundo de nuestras almas y se convierta en acción. Dios glorioso, escucha nuestra oración, bendito seas por los siglos de los siglos. Madre Santísima intercede ante la Santísima Trinidad por nuestra petición. Amén.